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LA CONVENCIÓN DEMÓCRATA

Joe Biden se convierte en el ariete contra el Partido Republicano

El vicepresidente de EE UU pronuncia un comedido discurso de aceptación de la candidatura Critica a los candidatos republicanos en creación de empleo y seguridad nacional

Biden, durante su discurso de aceptación.
Biden, durante su discurso de aceptación.Andrew Harrer (Bloomberg)

Su labor era tal vez la más difícil de esta convención. Debía defender a Barack Obama mejor de lo que le habían defendido la primera dama, el martes, y el expresidente Bill Clinton, que el miércoles enardeció a los delegados con un memorable discurso. El vicepresidente decidió centrarse en dos argumentos, sencillos y fáciles de explicar, para ofrecer el ataque más duro que se oyó en esta Convención Demócrata contra el candidato republicano, Mitt Romney. Joe Biden defendió el rescate económico a las compañías automotrices y la operación militar que acabó con Osama Bin Laden. “Ahora debemos dejarle al presidente que acabe el trabajo que comenzó”, dijo.

Biden nombró a Romney en diez ocasiones, cuando Obama solo lo hizo en una. El del vicepresidente fue un discurso que en la forma apareció comedido, casi carente de vigor. Las palabras, sin embargo, encerraron duras críticas al adversario. “Mitt Romney creció en Detroit. Su padre dirigió American Motors. Y aun así, quería que dejáramos que Detroit entrara en quiebra”, dijo. “No es que sea un mal tipo... es que no lo entiende”, añadió, con condescendencia. Obama, dijo Biden, salvó un millón de empleos con su decisión de rescatar a las empresas del automóvil. “Con ello le devolvió el orgullo a América”.

Esa parte de su discurso iba dirigida al votante varón, de raza blanca, clase trabajadora, afincado en el Medio Oeste de EE UU. Es un voto crucial, imprescindible, casi, para ganar en Estados como Ohio, Pensilvania, Wisconsin y Michigan. Y Biden fue el elegido, en esta convención, para ganarle terreno a Romney en ese apartado demográfico, en el que de momento el candidato republicano goza de ventaja, según las encuestas. Además, a Biden se le encargó la labor de explicar los avances de Obama en defensa y seguridad nacional. Y en ese apartado el vicepresidente disponía de un comodín que empleó con destreza.

“Cuando al gobernador Romney se le preguntó sobre [Osama] Bin Laden en 2007, dijo que no salía a cuenta buscarle en cielo y tierra, gastar miles de millones de dólares, para cazar a una sola persona”, dijo. “Pero se equivocaba”. La muerte del líder de Al Qaeda fue la otra gran razón que Biden esgrimió para defender la templanza y el acervo del presidente al que sirve y con el que se presenta a la reelección. “Escuchó los riesgos de acometer esa operación. Hizo preguntas duras. Escuchó las dudas. Pero cuando el almirante McRaven le miró a los ojos y le dijo que era factible, supe que Barack había tomado ya su decisión. Y su respuesta fue decisiva. Y se hizo justicia”.

Si el discurso de Obama fue una inyección de realismo al sueño de cambio de hace cuatro años, el de Biden fue, por necesidad, una operación sin rehenes contra el adversario político. Biden lo resumió en unas pocas frases: “Osama Bin Laden está muerto. General Motors está vivo. Sabemos que aun queda trabajo por delante. Pero aún no lo hemos culminado”. Era, en el fondo, el mismo argumento de Bill Clinton, con menos detalles, de una forma, además, más prosaica. Dos ideas sencillas, unidas para buscar el voto independiente y no comprometido.

A ello, Biden añadió la burla del contrario. “El Gobernador Romney tiene una propuesta de reforma impositiva que según los expertos enviará 800.000 puestos de trabajo al extranjero. Y por eso me pareció tan fascinante, la semana pasada, que dijera que, como presidente, haría una gira sobre creación de empleo. Con todo su apoyo a las externalizaciones, tendrá que ser una gira al extranjero”, dijo. Fue la única broma. Biden es un político versado en Washington, que sirvió como senador durante 36 años. Tiene algunos amigos en la bancada republicana, pero es, por lo general, objeto de críticas mordaces. A veces es dado a los errores, y a las salidas de tono. Ayer evitó las estridencias, de ahí lo comedido de su actuación.

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Finalmente, la labor que tenía Biden en esta Convención era la de defender a su jefe y evitar llamar la atención de forma excesiva. “Ha sido in gran honor servir a un presidente que os defiende a vosotros. Le he visto a prueba. Conozco sus puntos fuertes, su destreza, su fe. También sé que confía en vosotros. Conozco a este hombre. Y sé que su camino de recuperación aún no ha culminado, pero estamos en ello. Esta senda de esperanza no ha acabado, pero estamos en ello. La causa de la esperanza no ha culminado, pero estamos en ello”, dijo. Cumplió con el cometido, pues el papel que le tocaba era secundario, y lo sabía.

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