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Passos Coelho salva dos mociones de censura y la oposición se divide

Los dos principales sindicatos portugueses dejan clara su incapacidad de ponerse de acuerdo al proponer masivas protestas por separado

Antonio Jiménez Barca
El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, en el Parlamento hoy.
El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, en el Parlamento hoy.TIAGO PETINGA (EFE)

El Gobierno portugués del conservador Pedro Passos Coelho, debilitado en los últimos sondeos, salvó hoy sendas mociones de censura propuestas por los dos partidos más a la izquierda del arco parlamentario portugués, el Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Comunista Portugués (PCP). Los votos de la cómoda mayoría absoluta de la colación gubernamental de Passos Coelho (más la abstención del Partido Socialista portugués) restaron incertidumbre al resultado final, pero no ahorraron las críticas a un primer ministro que se ve obligado a cada paso que da a explicar su política de contención.

Con todo, la desunión de las fuerzas de izquierda es patente: El BE y el PCP presentaron un mismo objetivo por dos vías, incapaces de acudir conjuntamente. Y el PS, principal partido de la oposición, tal y como había anunciado, se abstuvo, apelando a la responsabilidad de una formación que hace un año y medio estaba en el Gobierno. Además, los dos principales sindicatos portugueses dejan clara su incapacidad de ponerse de acuerdo al proponer masivas protestas por separado: la CGTP convocó ayer una huelga general para el día 14 de noviembre a la que la UGT no se suma, prefiriendo organizar por su cuenta una manifestación para el 26 de octubre.

En lo que sí se coincidieron hoy todas las fuerzas políticas del parlamento portugués fue en el constante martilleo sobre Passos Coelho y su ministro de Finanzas, Vítor Gaspar, encargado ayer de anunciar una gran subida de impuestos para sujetar el déficit. Con todo, Gaspar se convirtió, gracias a una sorprendente frase, en el imprevisto personaje de la sesión. El ministro –símbolo de la meticulosidad, la austeridad y la contención en las cuentas- se refirió a la multitudinaria manifestación –convocada por organizaciones apolíticas y no sindicales- que llenó las calles de Lisboa el pasado 15 de septiembre contra el Gobierno y la troika: “Fue una manifestación extraordinaria de dignidad del pueblo portugués”, dijo el ministro, ante la estupefacción de los diputados de la oposición, y prosiguió: “El portugués es el mejor pueblo del mundo y quiere librarse de la troika. Y la troika se irá en junio de 2014”. La réplica no tardó en producirse y llegó de la mano irónica del diputado del BE Filipe Soares: “El mejor pueblo del mundo tiene el peor ministro de Finanzas del mundo”.

Los partidos de izquierda exigieron al Gobierno que renegocie los intereses de deuda que asfixian al país y muerden gran parte del presupuesto. También el secretario general del Partido Socialista portugués (PS), António José Seguro, acusó a Passos Coelho de “andar pegadito a la troika” y le consideró “incapaz de armar una posición de defensa de Portugal”. Y después le invitó a “pedir disculpas” a los portugueses por el daño que les está causando. Aquí el debate se agrió y el primer ministro se limitó a contestar: “No acostumbro a pedir disculpas de errores que cometieron otros”. Passos Coelho se refirió a que el contrato con la troika que Portugal firmó en abril de 2011 a cambio del préstamo de 78.000 millones de euros que le sacó de la bancarrota fue negociado por el Gobierno del socialista José Sócrates, por entonces primer ministro.

A juicio del Gobierno, Portugal se encuentra entre la espada de la bancarrota y la pared de la agonía económica, condicionada por un préstamo que tiene que devolver, sin alternativa posible a la austeridad y el recorte: “La otra posibilidad es salir del euro, quedarnos con una moneda propia y renunciar a la condición de nación desarrollada”, sentenció Passos Coelho.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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