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La protesta se encrespa en Lisboa

Choques con la policía y 11 heridos leves en una manifestación anoche contra el Gobierno

Antonio Jiménez Barca
Manifestantes frente al Parlamento portugués en Lisboa.
Manifestantes frente al Parlamento portugués en Lisboa.PATRICIA DE MELO MOREIRA (AFP)

La protesta contra el Gobierno y sus medidas de ajuste draconiano se encrespa en Portugal, un país en el que las manifestaciones —que durante este mes se suceden ininterrumpidamente— suelen discurrir y acabar de forma muy tranquila y civilizada. La de la pasada madrugada, por el contrario, no. Hubo cargas policiales, pedradas, heridos y detenidos. Todo comenzó a las seis de la tarde. Mientras el ministro de Finanzas, Vítor Gaspar, presentaba a esa hora en una rueda de prensa el presupuesto más inclemente y austero de la historia democrática del país, miles de personas se congregaron frente al Parlamento para protestar contra esas medidas de ajuste que, a su juicio, están ahogando la vida de todos.

Hubo gritos contra el primer ministro, insultos a los políticos, se armó una hoguera con carteles y pancartas que iluminó teatralmente la plaza e intentos de subir hasta las escaleras que conducen a la entrada de la Asamblea de la República repelidos sin palos ni malos modos por la policía. Todo discurrió más o menos pacíficamente hasta medianoche. Entonces un grupo de jóvenes se dirigió hacia la residencia oficial del primer ministro, situada a la espalda del Parlamento. Allí, comenzaron a tirar piedras y botellas contra los policías. Estos cargaron para ganar terreno. De los once heridos, según la policía, diez son agentes. Un acabó con golpes la cabeza y fue trasladado al hospital. Algunas calles cercanas amanecieron con basura regada por la calzada, contenedores volcados y señales de tráfico derribadas.

La protesta fue organizada por dos movimientos civiles lusos, el 15 de octubre y el Sin empleo y la intención fue rodear el Parlamento portugués, como hace unas semanas ocurrió en España. Y todo apunta a que la ola de manifestaciones y jornadas de queja va a seguir, alimentada a veces por organizaciones civiles y otras por sindicatos. De hecho, el sindicato CGTP ya ha convocado una movilización a finales de octubre y una huelga general en noviembre.

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El presentado ayer es el presupuesto más difícil, polémico, protestado, elaborado y reelaborado de la historia reciente de Portugal. También el más restrictivo, recaudador y proclive al recorte y al ahorro. El Gobierno portugués, presidido por el conservador Pedro Passos Coelho, remitió ayer a la Asamblea de la República un brutal aumento de impuestos encaminado a sujetar el desbordado déficit público. El objetivo es que este déficit, que acabará en un 6% a finales de este año, baje a un 4,5% en 2013, tal y como acordó Europa y la troika. Esto, en dinero, se traduce en la necesidad de ahorrar casi 5.000 millones de euros. Y esto, aplicando la lupa a la macroeconomía, se traduce, por ejemplo, en que un matrimonio con tres hijos cuyos cónyuges ganen cada uno 1.500 euros al mes, deberán pagar de Impuesto de la Renta el año que viene 7.300 euros, casi 2.000 más que en 2012, según una simulación efectuada ayer por el Jornal de Negócios.

En muchos de los casos, el aumento de impuestos equivaldrá, simplemente, a perder, más o menos, un salario entero. Los desempleados —cada vez más en Portugal, que roza un índice creciente de desempleo cercano al 16%— van a cobrar un 6% menos, según figura en una de las cláusulas de este presupuesto que será recordado durante muchos años. Los pensionistas que ganen más de 1.350 euros también verán recortado lo que perciben al mes.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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