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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

En el fondo, esto da risa

Romney afirmó que Obama "está en los últimos meses de su presidencia"

Antonio Caño

Ni la política es tan seria como dicen los políticos ni los políticos se llevan tan mal como aparentan ante el público. En el fondo, nada es tan trascendental como aparece en los periódicos, ni en las elecciones están en juego asuntos de vida o muerte. La política, en realidad, es algo mucho más sencillo y trivial, y, como se han encargado de recordar Barack Obama y Mitt Romney, debería también poder llegar a ser mucho más cordial.

Después de dos debates en los que pelearon por un cargo y, se supone, por la ideas en las que creen, Obama y Romney se juntaron el jueves por la noche en Nueva York en una cena en el que el propósito es relajar los músculos, reírse de lo que hacen y, de paso, comunicarle a los ciudadanos que, aunque lo parezca, las elecciones no son tan importantes como para impedir que dos personas conversen amigablemente y pasen un buen rato juntas. A nadie le gusta perder unas elecciones, pero tampoco es el fin del mundo.

La ocasión era un evento clásico de la política norteamericana, la llamada gala Al Smith, que se celebra desde hace 67 años en honor de un gobernador de Nueva York que fue el primer candidato católico a la presidencia de Estados Unidos. El propósito es el de reunir dinero para obras de caridad de la Iglesia católica. Pero, por la costumbre desde 1960 de invitar a los dos candidatos presidenciales, se ha convertido en un acontecimiento de relevancia social y política. Los oradores recurren a sus mejores chistes para ridiculizarse a sí mismos y sus contrincantes.

En esa cena comenzó a perfilarse la victoria de John Kennedy sobre Richard Nixon, a quien no le fue muy difícil batir en el terreno del humor. En esa cena pronunció John McCain hace cuatro años el mejor discurso de toda su campaña, el más sentido, el más tierno. Las mesas están ocupadas por millonarios y gente que cuenta en Nueva York. Como dijo George W. Bush en una de sus intervenciones, “esta audiencia está dividida entre los que tienen y los que tienen más, algunos les llaman la élite, yo les llamo mi base”.

Hablando de ricos, Obama dijo que estar en Nueva York la daba la oportunidad de “salir de tiendas y hacer unas compras, mientras que Romney saldrá a comprar algunas tiendas”. Mencionó que se le había visto tan enérgico en el segundo debate porque estaba “muy descansado tras la siesta que tomé en el primero”. Romney tampoco ocultó su sólida situación financiera. Impecable en su frac, como el resto de la audiencia, Romney afirmó que “es un placer relajarse un rato y vestirnos como Ann y yo nos vestimos cuando estamos cómodamente en casa”.

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