_
_
_
_
_

La fractura entre los griegos y la ‘partitocracia’ se convierte en abismo

El creciente malestar social da alas a la izquierda radical y a los neonazis

Manifestantes increpan a la policía en la huelga general del pasado jueves.
Manifestantes increpan a la policía en la huelga general del pasado jueves.PANAGIOTIS TZAMAROS (AFP)

La que acaba hoy ha sido para Grecia otra semana extenuante. No puede haber más distancia entre la satisfacción del primer ministro Antonis Samarás por el escueto comunicado de apoyo de la Unión Europea y la desolación de una población que no se fía de las palabras de quienes gobiernan el país. Ni siquiera si llevan el sello de aprobación de Bruselas. Como la caída del PIB, que sigue constante, esta distancia se puede medir en porcentajes. Los sondeos de intención de voto retratan el desplome de la confianza hacia los partidos de la coalición de Gobierno. Una encuesta del instituto de investigación VPRC publicada el viernes por el diario Ellada Avrio, afianza la coalición de izquierda Syriza como primer partido (30,5% de preferencias), confirma el desgaste de Nueva Democracia (27%), el partido del primer ministro, y deja al socialista PASOK, que hace tan solo un año gobernaba el país, en apenas un 5,5%, ni la mitad de lo que obtuvo en las elecciones de junio. Como símbolo del espanto por el que atraviesa Grecia, el tercer lugar lo ocupan los neonazis de Aurora Dorada (14%).

Los porcentajes no miden hasta el final el hartazgo que se respira en las calles del centro de la capital. Pero hay un dato que la gente repite a menudo, de una forma no distinta de lo que pasa en España. Es el del desempleo. El instituto nacional de estadísticas actualizó hace unos días las cifras: la tasa de paro está en el 25,1%. Entre los jóvenes, el 54,3%. Los que no tienen un trabajo superan a los ocupados. Constantinos, de 28 años, y Jon, de 25 años, conocen bien estos números. No solo porque ambos estudiaron Económicas y Constantinos hizo incluso un máster, sino porque aunque ellos no figuren en los datos su situación bordea el desempleo. “Trabajamos como teleoperadores. Cuatro horas por día, 20 semanales. El sueldo es de 250 euros”, explica Jon ante la entrada de una empresa de telemarketing en la céntrica calle de Athinas. “Acabé la carrera, hice la mili y estuve un año sin encontrar trabajo. Pero me quiero quedar aquí y seguir buscando, aunque muchos de mis amigos salieron. Tres de ellos, médicos, ya se fueron a Alemania y Suecia”, cuenta mientras detrás de él otros jóvenes salen y entran de las puertas de la empresa.

La tasa de paro está en el 25,1%. Entre los jóvenes, el 54,3%

Constantinos y Jon han renunciado a independizarse y viven con sus padres. Explican que si lograran trabajar a tiempo completo llegarían al salario mínimo, que en Grecia, tras el último hachazo del 22% decidido al principio de este año, es de 580 euros. La cifra está sobre la mesa en la negociación entre el Gobierno y la troika —Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE)— para definir el nuevo paquete de ajuste de 11.500 millones de euros que es la conditio sine qua non para que Grecia obtenga los 31.000 millones de euros de otro tramo del rescate de 130.000 millones aprobado en febrero. Uno de los puntos de desencuentro más importantes y que aún no está cerrado es la reforma laboral. En ella se prevé que el salario mínimo sea establecido por el Gobierno y no suba siguiendo la inflación. También se plantea reducir la indemnización por despido desde los actuales 24 meses a 12 y el tiempo de preaviso desde 6 a 3 meses. Todo en nombre de la flexibilidad.

"Trabajamos como teleoperadores. Cuatro horas por día, 20 semanales. El sueldo es de 250 euros"

Stelios, a sus 36 años, ha aprendido a ser muy flexible. Hasta hace tres regentaba con su hermano una tienda de informática en la que ofrecían servicios de asistencia. Ahora trabaja de conserje. “Cerramos porque llegaron grandes empresas extranjeras y rebajaron tanto los precios que no éramos competitivos. Pero no me quejo. No es verdad que no haya trabajo. Si la gente quiere trabajar lo hay”. ¿Pero quien ha estudiado una carrera no tiene el derecho a querer algo más? “Sí, pero mientras tanto mejor trabajar de lo que sea. Y luego la gente tiene que entender que aquí también antes de la crisis las plazas buenas estaban ya reservadas para los amigos de los amigos”. Stelios dice que no vota desde hace años. Que iba a las protestas pero ya no. Porque no le gusta que luego todo acabe en la imagen de los enfrentamientos. Contrariamente a lo que muchos pensaban el jueves en Syntagma, donde marcharon más de 40.000 personas, cree que la violencia no es la solución: “La clave sería que todo el mundo dejara de ir a los bancos durante a una semana. O que nadie votara en las próximas elecciones. Puede que si ven que nadie vota, los partidos empiecen a preocuparse”.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

“Esto es el último vaso amargo que tenemos que tragar”, dijo Samarás a la salida del Consejo Europeo, refiriéndose a las nuevas medidas de ajustes y subrayando que los socios europeos habían apoyado los progresos de Atenas en las reformas. Poco antes había dicho que espera que el dinero del paquete de rescate llegue antes de un mes porque “las reservas en euros del país acabarán el 16 de noviembre”. Otro mes de espera para Grecia. El enésimo desde que en julio el Ejecutivo dijera que el dinero tenía que llegar en septiembre para evitar la bancarrota.

"No es verdad que no haya trabajo. Si la gente quiere trabajar lo hay"

En algunos muros de Atenas hay pegado un dibujo. Es una copia del cartel que anuncia del espectáculo Alegría del Circo del Sol, que actuó en Atenas a principios de septiembre. El dibujante retrató a Samarás en la misma postura que la mujer vestida de ángel que aparece en el original. Debajo, una palabra: anergia. Desempleo, en griego.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_