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Cameron enarbola el derecho de veto para defender los intereses británicos

El primer ministro está dispuesto a bloquear cualquier plan de la UE que afecte a los intereses británicos

David Cameron, sale su residencia en el número 10 de Downing Street.
David Cameron, sale su residencia en el número 10 de Downing Street. FACUNDO ARRIZABALAGA (EFE)

El futuro de las relaciones entre Reino Unido y la Unión Europea se vislumbra sombrío. El primer ministro conservador, David Cameron, amenaza con utilizar el derecho de veto en varias áreas actualmente en discusión en Bruselas. Está dispuesto a bloquear el presupuesto comunitario si los 27 no aceptan congelarlo en los próximos siete años, a impedir que la propuesta de unión bancaria afecte a los intereses de la City de Londres y a ejercer el derecho adquirido en su día por Reino Unido de retirarse en bloque de la política europea de Interior y Justicia. Además de eso, los británicos ven con recelo los planes de Alemania de cambiar los tratados para asegurar por ley la austeridad en materia de gasto público.

Los conservadores se han comprometido a llevar a referéndum cualquier modificación de los Tratados que comporte nuevas cesiones de soberanía a la Unión Europea. Y, tal y como están las cosas, ese referéndum se convertiría de forma inevitable en una consulta sobre la permanencia británica en Europa, lo que fragmentaría no solo la coalición con los liberales-demócratas, sino al propio Partido Conservador.

Para Cameron es esencial que todas esas reformas acaben realizándose o acaben entrando en vigor después de las elecciones generales británicas, que se celebrarán en mayo de 2015. La retirada británica de las políticas de Interior y Justicia es especialmente polémica y no cuenta con el visto bueno inicial ni de los liberales ni de la policía, por entender que la cooperación con las policías europeas es cada vez más necesaria, no menos.

El profundo sesgo antieuropeo que destila el Partido Conservador, herencia de los últimos años del thatcherismo pero sobre todo de la evolución a posiciones cada vez mas euroescépticas durante los años en la oposición tras la victoria del Nuevo Laborismo de Tony Blair en 1997, no se ha atemperado con la llegada de Cameron, a pesar de sus proclamas constructivas y su voluntad inicial de ocupar el centro político. Según una web vinculada a los conservadores, hasta ocho ministros de la actual coalición están de hecho a favor de que Reino Unido se retire de Europa. Ese distanciamiento ha sido expuesto de forma relativamente cortés tanto por Cameron como por el muy euroescéptico secretario del Foreign Office, William Hague. En una visita a Brasil en septiembre, el primer ministro insistió en su conocida defensa de una Europa a dos velocidades: “Los países que comparten el euro tendrán que hacer más para integrarse y eso dará a otros, como Gran Bretaña, la oportunidad de seguir sus propias agendas”, declaró.

El lunes, en Berlín, Hague describió la Europa que quieren ver los conservadores británicos: una reforma “más valiente” del mercado interior, con la incorporación de sectores como “los servicios de alto valor añadido, la economía digital, la ingeniería avanzada, la nanotecnología y la biotecnología”; añadir Estados Unidos a la lista de países con los que Bruselas está ampliando sus lazos comerciales (Canadá, Japón, India y Singapur). Y, por supuesto, repatriar de Bruselas a los parlamentos nacionales cuantos más poderes mejor.

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