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PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA

Colombia pasa del optimismo a la incertidumbre ante la negociación de paz

El discurso del jefe guerrillero Iván Márquez tras la primera cita en Oslo entre el Gobierno colombiano y las FARC resultó desalentador y rebajó las expectativas de los colombianos

Iván Márquez habla ante la prensa en Oslo el 18 de octubre.
Iván Márquez habla ante la prensa en Oslo el 18 de octubre.Braastad, Audun (AP)

Del optimismo a la incertidumbre. Así podría definirse la reacción de los colombianos tras el primer cara a cara público entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC. Lo que pudo haber sido una cita histórica para iniciar las negociaciones que buscan acabar con una guerra de 50 años, dejó un sinsabor sobre cuál será el final de este nuevo intento por alcanzar la paz.

En Colombia se esperaba que el encuentro con las FARC fuera el inicio de su rendición. Pero lejos de aceptar que es una guerrilla diezmada, que ha tenido que soportar la muerte de sus líderes más importantes y la deserción de miles de sus hombres, envió un mensaje desafiante.

Iván Márquez, segundo al mando de las FARC y vocero de esa guerrilla, aprovechó los micrófonos en Oslo para criticar el modelo social y económico, la inversión extranjera y a los militares, así como para pedir cambios estructurales que no forman parte de la agenda acordada.

Las reacciones no se hicieron esperar. Voces de diversos sectores políticos y sociales afirmaron sentir una mezcla de rechazo y una inyección de realidad. Santos tuvo que aclarar que su Gobierno sabe dónde están “las líneas rojas” en estas negociaciones que se trasladarán a Cuba el 15 de noviembre. También dijo que si el proceso no avanza, Colombia no correrá con ningún coste, e insistió en que no habrá un alto el fuego como pretenden las FARC. Otro que salió a calmar los ánimos fue el general retirado del Ejército y negociador, Jorge Enrique Mora, quien descartó cambios en la doctrina militar.

Al 67% les gustó la franqueza con que hablaron las partes en Noruega

El discurso de Márquez ha sido calificado como un verdadero jarro de agua fría, lleno de desplantes, prepotente, agresivo y nada diplomático, como fue la intervención de Humberto de la Calle, portavoz del Gobierno, quien tuvo que aclarar que las negociaciones se limitarán a cinco puntos: desarrollo rural, participación política, desmovilización, narcotráfico y víctimas. Para discutir otros temas, como el minero-energético, “las FARC tienen que dejar las armas, hacer política y ganar las elecciones”, dijo con firmeza.

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Así las cosas, quedó claro que la negociación no será fácil y que persisten grandes diferencias políticas e ideológicas. “Era previsible, pues se trata de partes antagónicas que no se reúnen para intercambiar elogios, sino a discutir diferencias”, escribió Carlos Lozano, reconocido líder de izquierda. Sin embargo, el expresidente César Gaviria insistió en que el discurso de las FARC fue hostil: “Ellos pueden decir lo que quieran y salir con unos cuentos de que van a salvar a Colombia, pero a fin de cuentas los puntos que se van a desarrollar son los que el Gobierno incluyó en la agenda”.

Aun así, para el colombiano común hay más dudas que certezas. Una encuesta realizada por el Centro Nacional de Consultoría al día siguiente de la cita en Oslo reveló que a un 67% de los encuestados les gustó la franqueza con que hablaron Gobierno y FARC, pero esto, a su vez, debilitó la confianza en el proceso. De 0 a 10, la confianza fue calificada con 5,06.

Las FARC tratan de calmar ánimos y dicen que no tienen una agenda oculta

Pero también hay quienes piensan que las palabras de Márquez emulan el discurso que las FARC han mantenido por décadas, por lo que no hay que indignarse tanto. El diario El Espectador, segundo del país, afirmó en un editorial que “si es con palabras y no a bala, mejor...”.

Para Juan Carlos Palou, de la Fundación Ideas para la Paz, “la sinceridad en la posición de Márquez puede ser un signo de compromiso con la negociación”. Por su parte, Carlos Salgado, director de Planeta Paz, organización que trabaja con sectores populares, agregó que, para algunos sectores, Márquez no dijo nada que no fuera cierto.

Muy diferente piensan los gremios empresariales mencionados con nombre y apellido por el líder subversivo. Uno de los indeseables para las FARC es el exvicepresidente Francisco Santos, alfil de Álvaro Uribe, quien aseguró en una entrevista que “la batalla de la propaganda la ganaron las FARC” en Oslo. El Consejo Gremial Nacional se pronunció para rechazar cualquier señalamiento contra los empresarios y recordó que este sector ha sido “víctima del conflicto...”. Y el expresidente Uribe se unió a las reacciones en Twitter: “No podemos permitir que el terrorismo venga a darnos lecciones de humanidad y que el narcotráfico nos hable de desarrollo en nuestro país”.

Y es precisamente el tema del desarrollo rural el primer punto que discutirán los negociadores en Cuba. “Para las FARC este tema tiene un enfoque integral y para el Gobierno, un enfoque territorial. Santos no incluye la minería dentro de la discusión y las FARC sí, entre otras cosas porque se hace en zonas rurales”, explicó Salgado.

A la polémica se suma que Márquez metió el dedo en la llaga cuando criticó la ley de víctimas y restitución de tierras —bandera de Santos—, calificándola de trampa que busca favorecer a los empresarios. Este es un tema sensible cuando se calcula que la tierra abandonada por los desplazamientos forzados llega a ocho millones de hectáreas. Esta semana, el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, afirmó que casi el 38% de las solicitudes de restitución de tierras corresponden a víctimas de las FARC. Santos también se defendió diciendo que la guerrilla está molesta porque “saben perfectamente que eso [la restitución que lidera el Gobierno] es algo que les quita sus banderas de propaganda”.

Sea cual fuere el destinatario del discurso de Márquez —la comunidad internacional o sus hombres en la selva—, para analistas como Palou lo que debería interesarles es llegarle al ciudadano común. “La opinión pública es la que más influencia tiene para darle oxígeno al Gobierno o a sus enemigos. Si las FARC no hacen alguna concesión, lo más probable es que en pocos meses [la opinión pública] esté reclamando el retorno del uribismo”, dijo refiriéndose a la salida militar.

Las FARC, molestas con los medios de comunicación, salieron el viernes a la palestra con un comunicado en el que trata de despejar dudas y calmar ánimos: “La agenda de La Habana es breve, pero profunda... Plantea objetivos de fondo... No hay agendas paralelas ni ocultas por parte de la insurgencia...”.

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