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Los sin papeles también ‘votan’

Muchos de los 1,7 millones de estudiantes indocumentados a los que Obama ha evitado la deportación se movilizan para apoyar la campaña demócrata

Decenas de personas aguardan para votar ayer en Florida.
Decenas de personas aguardan para votar ayer en Florida.JOE RAEDLE (AFP)

Mayra Hidalgo nació en Costa Rica y llegó a Estados Unidos con seis meses de edad. “Soy norteamericana en todo, menos en los papeles. No conozco ningún otro lugar”, afirma. Como tantos jóvenes como ella, abandonó su vida en la sombra para movilizarse en favor de la ley Dream Act, que iba a otorgar la ciudadanía a jóvenes indocumentados que accedan a la universidad o se alisten en el Ejército. Hoy es una de las coordinadoras de la campaña Ya es Hora, en la que colaboran varias organizaciones hispanas. Desde el mes de octubre, Hidalgo lidera a un grupo de jóvenes indocumentados con la mirada clavada en un objetivo: movilizar a 6.000 votantes hispanos del centro de Florida.

Son los dreamers, algunos de los 1,7 millones de estudiantes sin papeles que desde junio pueden solicitar gracias a una orden ejecutiva de la Casa Blanca que se cancele su deportación, una medida del propio presidente Obama que ellos califican de “agridulce”. Quieren más. Acceso a la ciudadanía y el preciado derecho al voto. Hasta que lo consigan, se han sumado a las iniciativas para impulsar el voto hispano.

Cada tarde, los 10 jóvenes se reúnen en un aula de la Universidad Polk State College, un centro público escondido en el laberinto de lagos naturales que agujerean esta región de Florida. Llegan justo después de su última clase. Sueltan la mochila y cogen el teléfono móvil. Durante cinco horas, de domingo a viernes, llaman a ciudadanos hispanos para recordarles la importancia de ir a votar el martes en uno de los Estados que puede decidir quién será el próximo presidente del país.

Yo no puedo votar, pero él sí puede hacerlo por mí para conseguir que jóvenes como yo votemos algún día"

La Coalición de Inmigrantes de Florida, una de las impulsoras de la campaña, ha inscrito a 3.500 nuevos votantes después de llamar a 20.000 puertas en toda la región, explica su portavoz, Natalia Jaramillo. Los nuevos electores son estudiantes que acuden por primera vez a las urnas; agricultores a los que nadie ha explicado cómo funcionan las papeletas electorales; jubilados que necesitan ayuda para acercarse al centro de votación y ciudadanos que buscaban una razón más para participar.

Su esperanza es que el drama de los jóvenes indocumentados y los millones de familias que se sienten amenazadas por las diferentes leyes migratorias aprobadas desde hace dos años animen a los hispanos a acudir a las urnas. “A veces nos responden: ‘soy pobre e hispano, ¿a quién le importa mi voto?”, comenta una de las jóvenes, que prefiere no ser identificada al carecer de papeles. “Le dije que yo no puedo votar, pero él sí puede hacerlo por mí para conseguir que jóvenes como yo votemos algún día. Sé que por lo menos le hice pensar”, explica.

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La reforma migratoria no es una pieza más en el ajedrez político de la campaña. Cualquier medida migratoria se traduce en estos hogares en un obstáculo más o menos en su día a día. Los relatos sobre niños que entran en el sistema público de adopciones después de que sean deportados sus padres, son simplemente eso, sólo historias, para el resto de ciudadanos, comenta Hidalgo. “Pero esa es nuestra realidad”, denuncia.

Muchos de los dreamers aún se muestran escépticos ante Obama, pero le definen como su “última esperanza” para solucionar su vacío legal. “Estamos desilusionados con ambos partidos. Obama debía haber actuado antes y los republicanos no han hecho más que marginarnos”, dice Hidalgo; “algunos tienen la sensación de que no hay nadie a quien se pueda votar”. “Nos han dicho tantas veces que no importamos, que no pertenecemos a este país... Pero sabemos que podemos influir en las elecciones”, añade.

En el Estado hay cerca de 820.000 sin papeles, según el Centro Pew Hispanic. La mitad de los votantes hispanos de Florida conocen a un indocumentado. Llamada tras llamada, estos dreamers saben que no podrán depositar su voto el próximo 6 de noviembre ni formarán parte del grupo de hispanos —el 17% del electorado— que puede decidir el nombre del próximo presidente. Pero celebran que otros sí puedan ejercer uno de los derechos a los que aspiran. Cuentan con el voto de familiares, amigos y profesores que conocen su lucha y que, con un voto, pueden ayudarles a cumplir su sueño.

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