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John Allen, un general a la espera

La labor del marine fue crucial en el control de la insurgencia en Anbar, durante la guerra de Irak

El general John Allen.
El general John Allen.S. SABAWOON (EFE)

La carrera del general del Marine Corps John Allen estaba hasta ahora destinada al estrellato militar. Desde julio de 2011 es comandante de las tropas aliadas de la OTAN en Afganistán. Hasta este martes, era el candidato oficial del Pentágono para ser jefe de las fuerzas norteamericanas en Europa y Comandante Supremo Aliado de la OTAN, un puesto que ocuparon en su día generales míticos como Wesley Clark o Dwight Eisenhower, quien sería posteriormente presidente de la nación.

Las audiencias en el Senado sobre la nominación del general Allen (Fuerte Belvoir, Virginia, 1953) para ese puesto en la OTAN iban a tener lugar el jueves en el Capitolio. Ahora se han suspendido de forma indefinida, hasta que quede aclarada la naturaleza de su relación con Jill Kelley, una mujer que propició el inicio de otra investigación paralela del FBI sobre el director de la CIA y general retirado del Cuerpo de Infantería David Petraeus.

En cierto modo, Petraeus y Allen son dos hombres de personalidades opuestas. Mientras a Petraeus le gustaba rodearse de políticos y destacar sobre el resto de generales, Allen tenía un perfil mucho más discreto. De notable prestigio en el Marine Corps y la Junta del Estado Mayor Conjunto por una notable gesta bélica en la guerra de Irak, Allen fue el primer marine en ocupar el mando más alto en la guerra de Afganistán.

Entre 2006 y 2008 Allen, aun en rango de general de brigada, prestó servicio en Irak, como subcomandante al mando de las tropas del Marine Corps en la provincia insurgente de Anbar. En aquel periodo, el presidente George W. Bush ordenó un refuerzo de 20.000 soldados en el contingente de guerra, asesorado precisamente por el general Petraeus, que en 2007 tomaría el control de las tropas estadounidenses en Irak. Aquel refuerzo tenía dos objetivos confesos: pacificar Bagdad y poner bajo control de las tropas de EE UU Anbar.

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El general Allen fue crucial en el éxito del segundo objetivo, en una estrategia que se conoció como “el despertar de Anbar”. Entendió que controlaban la provincia unos líderes suníes que recelaban del Gobierno de Bagdad, que, como la mayoría del país, era chií y comprendió que esos líderes podían sentirse atraídos a la insurgencia porque esta tenía lazos con un grupo también suní, como es Al Qaeda.

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Allen hizo que sus marines fueran una barrera de contención que combatió a la insurgencia a la vez que protegía a la población suní, mientras permitía a otras facciones de las fuerzas armadas, como el Cuerpo de Infantería, crear lazos de confianza entre esa provincia y el Gobierno central. La estrategia tuvo un notable éxito, y le permitió en parte a Barack Obama ponerle punto final a la guerra en 2011.

Allen es un general popular en Afganistán, donde fue destinado después de un breve paso por el Comando Central de EE UU, del que fue subcomandante. En Afganistán, sin embargo, se ha enfrentado a un gran desafío: es un país con una depauperada sociedad civil, que tiene una reconstrucción muy difícil por delante, después de décadas de guerras e invasiones. Se dispone a dejar el mando de las tropas en Afganistán justo en un contexto en el que han aumentado notablemente los ataques fratricidas, las muertes de soldados extranjeros a manos de las tropas afganas.

“Estoy con un enfado de narices con ellos, para ser honesto”, dijo Allen en septiembre, en una entrevista en la cadena NBC, al ser preguntado por esos ataques fratricidas. “Vamos a solucionar este problema. Tiene resonancia en todos los lugares, a lo largo y ancho de EE UU. Y como todo el mundo sabe, estamos dispuestos a sacrificar mucho por esta misión. Pero no estamos dispuestos a que nos asesinen por ella”.

Es el estilo de Allen: brusco, directo, áspero. Cuadra a la perfección en la cúpula militar. Por eso se le había ofrecido una salida cómoda, como era la de liderar a las tropas norteamericanas en EE UU y asumir el mando militar de la OTAN. Ahora su carrera entera queda entre paréntesis, mientras el FBI investiga cuál era la naturaleza de su relación con Kelley.

Su sucesor en Afganistán, el general del Marine Corps Joseph Dunford, será confirmado con rapidez, según anuncia el Pentágono. A Allen le tocará esperar, sin destino inmediato, mientras el FBI escruta su vida, algo a lo que un comandante no está acostumbrado.

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