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La izquierda logra una movilización extraordinaria para elegir candidato

Más de tres millones de simpatizantes participan en las primarias Será necesario ir a una segunda vuelta para escoger entre Bersani y Renzi

El candidato Pier Luigi Bersani vota en un colegio de Piacenza.
El candidato Pier Luigi Bersani vota en un colegio de Piacenza.PIER PAOLO FERRERI (EFE)

El diputado Pier Luigi Bersani, de 61 años, excomunista, fumador de puros y devoto de Juan XXIII, es el secretario general del Partido Democrático (PD), la opción mayoritaria del centro izquierda italiano. En función de su cargo, Bersani estaba destinado a ser el candidato natural de su formación en las próximas generales. Pero Bersani, un tipo serio en todos los sentidos, decidió complicarse la vida y convocar primarias. Fue entonces cuando por el flanco derecho se coló un huracán llamado Matteo Renzi, de 37 años, alcalde de Florencia y partidario confeso de mandar al chatarrero a Bersani y a todas las viejas glorias del PD. Para Italia también tiene planes: no basta un retoque, hay que refundarla.

La jornada, independientemente de los resultados, fue un éxito. Más de tres millones de simpatizantes formaron largas colas ante las 9.000 urnas colocadas por todo el país, ofreciendo un bello y reconfortante espectáculo a quienes estaban perdiendo toda esperanza en la política. Las primarias abiertas —no hacía falta pertenecer al partido, solo inscribirse en alguna de las sedes y pagar dos euros— ofrecían una ventaja de Bersani —el 44,5%— sobre Renzi —36,%— con la mitad del voto escrutado. Será necesario, por tanto, ir a una segunda vuelta el próximo domingo para escoger entre la vieja guardia y el partidario de rediseñar la izquierda.

 En cualquier caso, el alto índice de participación ya supone en sí el revulsivo que el centro izquierda necesitaba para emprender el regreso al poder. La cuestión es de la mano de quién. Porque Pier Luigi Bersani y Matteo Renzi se parecen entre sí como un huevo a una castaña. Bersani representa al aparato del partido, el equilibrio entre las muchas facciones del centro izquierda, el sentido de la responsabilidad —demostrada por su apoyo al primer ministro Mario Monti—, pero también la pertenencia a una clase política cada vez más denostada en Italia. Renzi quiere dinamitar todo eso. A golpe de eslogan y de mercadotecnia, se ha subido a las barbas de sus mayores, irritándolos, pero también despertándolos. Él y sus seguidores son jóvenes, amables, triunfadores, pero, se preguntan desde el sancta sanctorum del partido, ¿son también de izquierdas?

El resto del reparto lo componían Laura Puppato, parlamentaria de la región del Veneto, que apenas llegó al 3%, el diputado milanés Bruno Tabacci, que rondó el 1% de los votos, y Nichi Vendola, presidente regional de Puglia, en torno a un 15%. Durante la jornada, Pier Luigi Bersani, a quien los sondeos siempre situaron por delante del alcalde de Florencia, reconoció desde el principio que haría falta una segunda vuelta.

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