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Columna
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¡Solo faltaba esto!

El regreso de Berlusconi es un acontecimiento capaz de volver a hundir a toda Europa en la crisis

El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi.
El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi.TONY GENTILE (REUTERS)

“Esto” es el anunciado regreso de Silvio Berlusconi a la escena política italiana. Sin embargo, la semana había empezado bien, con el anuncio de un acuerdo sobre los bancos españoles. Aunque la prensa europea no le ha dedicado sus portadas, es una decisión providencial. La ausencia de solidaridad bancaria es una de las causas de la prolongación de la crisis en Europa. Si comparamos la Unión Europea con Estados Unidos, veremos que la situación económica de Tejas, por ejemplo, es equiparable a la de Alemania, y la de Florida, a la de España; pero mientras que en Estados Unidos ha regresado el crecimiento, en Europa seguimos en plena crisis. La clave reside en el hecho de que mientras que en Estados Unidos las diferencias territoriales se han difuminado, en Europa, subsisten las barreras nacionales. La solidaridad bancaria y la unión bancaria —sobre la que aún se sigue debatiendo en Bruselas— son por tanto imperativas. Falta que, entretanto, no se produzca un nuevo percance. Y es entonces cuando nos llega la noticia del regreso de Berlusconi. Evidentemente, si se confirmase, sería un acontecimiento capaz de volver a hundir a toda Europa en la crisis. El PDL —Pueblo de la Libertad—, el partido fundado por Silvio Berlusconi en interés propio, acaba de anunciar que retira su apoyo al Gobierno de Mario Monti para adelantar la renovación del Parlamento, prevista para la próxima primavera.

El jefe del Gobierno italiano ha declarado inmediatamente que, una vez aprobado el presupuesto, abandonará su cargo, a riesgo, claro está, de volver a dejar a Italia sumida en un desorden político que, manifiestamente, es el único objetivo de un Berlusconi completamente irresponsable. Como todo el mundo ha podido comprobar, el trabajo de Mario Monti ha sido considerable: no solo le ha devuelto al Gobierno italiano una imagen de respetabilidad, sino que ha puesto a Italia de nuevo en marcha y la ha situado en el centro del proceso europeo. No cabe duda de que, actualmente, Monti es impopular, pero, cuando aceptó el cargo, conocía el precio a pagar. Y, efectivamente, tanto la derecha como la izquierda han delegado en él la tarea de tomar unas decisiones tan indispensables como impopulares.

Tampoco cabe duda de que la austeridad está pasando factura a las clases medias italianas y a la juventud, que, como en muchos países europeos, tiene serias dificultades para abrirse camino. Pero, al mismo tiempo, el saldo del comercio exterior italiano es otra vez positivo y el país recibe préstamos a tipos más razonables, lo que le permite aliviar el peso de la deuda. El efecto inmediato de las grotescas proclamas de Silvio Berlusconi ha sido la subida de esos tipos de interés. Evidentemente, es una señal de alarma que los políticos italianos deberían tener en cuenta. A decir verdad, este retorno no le conviene al PDL, que desearía pasar página. Si las elecciones se celebraran mañana, la izquierda estaría en condiciones de formar una coalición con el centro. Por su parte, el centro no renuncia a convencer a Mario Monti para que continúe sin el apoyo de la derecha.

Como suele ocurrir en Italia, el papel del presidente de la República es decisivo. No en vano, ha hecho uso de toda su influencia para conseguir que las elecciones no se celebren hasta el mes de marzo y que, hasta entonces, el Gobierno de Mario Monti pueda tomar las decisiones que aún es necesario tomar. Pero, lamentablemente, no ha logrado persuadir a Mario Monti para que acepte gestionar el periodo que media hasta marzo. En todo caso, habrá que seguir muy de cerca la situación italiana. Si Italia volviese a ceder a la tentación populista, léase “berlusconiana”, cada vez más antieuropea, correríamos el peligro de ver resurgir una crisis que el trío Draghi-Monti-Hollande parecía capaz de conjurar. No cabe duda de que las elecciones italianas van a ser tan importantes para nuestro futuro como las elecciones alemanas del próximo septiembre.

Jean-Marie Colombani. (Traducción: José Luis Sánchez-Silva)

 

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