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El juicio impulsado por la ‘madre coraje’ argentina acaba sin culpables

Absueltos todos los imputados en la causa por la desaparición de la hija de Susana Trimarco

Francisco Peregil
Susana Trimarco (centro), en una vigilia este martes.
Susana Trimarco (centro), en una vigilia este martes.J. P. (EFE)

La madre coraje argentina, Susana Trimarco, sufrió en la noche del martes un revés descomunal. Después de buscar a su hija durante más de siete años, supuestamente desaparecida en las redes prostibularias de la localidad norteña de San Miguel de Tucumán; después de haberse convertido en un símbolo de la lucha contra la trata de personas; después de haber conseguido sentar en el banquillo a siete hombres y seis mujeres y que la fiscalía y sus abogados solicitaran penas de entre 12 y 26 años para ellos… Después de todo eso, tras diez meses de un juicio por el que han desfilado más de 100 testigos, la Sala II de la Cámara Penal de Tucumán dictó ayer por unanimidad la absolución de los 13 imputados. La sentencia se pronunció tras varias horas de retraso, a las nueve y veinte de la noche. Mientras los acusados lloraban y se abrazaban, numerosos testigos profirieron insultos contra los jueces. El presidente de la sala tenía previsto leer un breve resumen de los fundamentos del veredicto, pero se produjo tal alboroto en el recinto que resultó imposible la lectura. "Esto es un acto de corrupción", declaró uno de los letrados de Trimarco.

Cristina Fernández llamó a Trimarco y le dijo: "Susana: no sé cómo podés aguantar tanto. Contá conmigo"

Susana Trimarco tenía de su parte a grupos de argentinos supuestamente irreconciliables: desde los periodistas del canal TN, del grupo Clarín, que calificaron el fallo como vergonzoso, hasta la asociación kirchnerista La Cámpora, cuyos militantes se habían apostado a las puertas del juzgado para apoyar a Susana Trimarco. Pero los jueces Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero no consideraron probado que los dueños de varias whiskerías tuviesen nada que ver con la desaparición de la hija de Trimarco. Hasta la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, llamó a Trimarco y le dijo: "Susana: no sé cómo podés aguantar tanto. Contá conmigo. (…) No puedo creer lo que hicieron”, según contó la propia Trimarco.

Trimarco no derramó una sola lágrima al escuchar el veredicto ni mostró signo alguno de debilidad. “Estoy más fuerte que nunca”, declaró al canal TN minutos después. “Soy una persona muy fría porque ellos me hicieron así. Mica [la nieta] se crió durmiendo en los ventanales de los tribunales. No voy a parar hasta que estos tipos sean enjuiciados. Estoy muy tranquila por todo lo que hice y todas las chicas a las que rescaté. Esto termina acá pero mañana empieza otra lucha nueva”.

María de los Ángeles Verón Trimarco (Marita) tenía 23 años aquel 3 de abril de 2002 en que desapareció en San Miguel de Tucumán. Hacía nueve años que Argentina había superado la dictadura (1976-1983) donde miles de personas fueron secuestradas. Lo que vino después fue una odisea que sirvió para que la sociedad argentina descubriera las condiciones de esclavitud que padecen hoy en día las mujeres en cientos de prostíbulos. Susana Trimarco, la madre de Marita, llegó a disfrazarse de prostituta para encontrar a su hija. Daniel Verón, el padre, fue víctima de una depresión que ya no le abandonaría hasta su muerte, en 2010. Antes de morir le insistió a su esposa en que dejase de buscar a Marita, porque había topado con las mafias de la prostitución y a él le parecían demasiado poderosas. Finalmente, en febrero de 2012, Susana Trimarco logró que se juzgara a los acusados por la desaparición de su hija.

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Durante las pesquisas que practicó a lo largo de diez años, a Susana Trimarco le fueron contando que Marita había sido golpeada con la culata de una pistola en las calles de San Miguel de Tucumán, introducida en un coche rojo, vendida a una red de trata de blancas, drogada, violada, apuñalada y forzada a tener un hijo en cautiverio con su proxeneta, José Fernando Gómez, alias el Chenga.

“Para mí, tenerlos ahí es ya una gran victoria. Porque me decían que con la misma plata que ganaban con mi hija le iban a pagar a los jueces. Y todavía pienso que ahí debería haber mucha gente más. Faltan más cómplices”, había confiado Susana Trimarco a este periódico el pasado marzo. Micaela Catalán Verón, la hija de Marita, que ahora tiene 14 años y vive con su abuela, esperaba ayer a las puertas del juzgado y decía que solo esperaba verlos pasar a todos en un furgón hacia la cárcel. Finalmente, todos los imputados salieron por sus propios medios.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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