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Los republicanos retiran su plan contra el abismo fiscal por falta de apoyos

El presidente de la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, renuncia a la maniobra al no contar con el aval de todo su partido Las negociaciones siguen estancadas en la presión fiscal a los ricos

Antonio Caño
El presidente de la Cámara de Rerpresentantes, el republicano John Boehner.
El presidente de la Cámara de Rerpresentantes, el republicano John Boehner.Susan Walsh (AP)

Los republicanos han retirado a última hora su plan contra el llamado abismo fiscal por falta de apoyos dentro de su propio partido. La Cámara de Representantes, con mayoría republicana, no ha llegado a votar su aprobación, en lo que era la última forma de presión para ganar posiciones en la negociación, estacanda en la presión fiscal a los ricos. De haberse producido, la votación en la Cámara sería bloqueada en el Senado, donde dominan los demócratas.

El presidente de la Cámara, John Boehner, había advertido, horas antes de retirar el plan, que ya no habría más concesiones. “Obama tiene ahora dos opciones: pedir a los demócratas que lo aprueben en el Senado o asumir la responsabilidad de que el país caiga en el abismo fiscal”, dijo.

El 'plan B' es un gran avance respecto a la posición inicial de la oposición, contraria a cualquier tipo de subidas de impuestos, pero insuficiente para satisfacer las demandas de Obama

El abismo fiscal es el nombre que se da al conjunto de aumentos de impuestos y recortes de gastos, por un monto cercano al 5% del Producto Interior Bruto (PIB), que entrarían en vigor el 1 de enero si no se llega a un acuerdo antes. Tiene esa denominación tan dramática porque se teme que su efecto sería el de un retorno a la recesión económica, con las consecuencias que eso podría tener en el resto del mundo, especialmente en Europa.

Para evitarlo, la Casa Blanca y los republicanos llevan negociando varias semanas, con algunos progresos pero sin perspectivas de arreglo todavía. Lo que este jueves debía votarse en la Cámara es la última propuesta del Partido Republicano, lo que llaman “el plan B”, un gran avance respecto a la posición inicial de la oposición, contraria a cualquier tipo de subidas de impuestos, pero insuficiente para satisfacer las demandas de Barack Obama.

El objetivo de esta negociación es reducir el déficit público, algo con lo que, en principio, todos están de acuerdo. La diferencia es que los republicanos quieren hacerlo, esencialmente, reduciendo gastos del Estado y Obama pretende conseguirlo subiendo los impuestos a los ingresos más altos.

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Para Obama, esta es una batalla en defensa de la clase media, una batalla por corregir el desequilibrio social del país y hacer que los ricos aporten más al esfuerzo colectivo

Ambos bandos han hecho concesiones significativas en los últimos días. El plan B republicano acepta que se eleve la presión fiscal sobre las familias con ingresos superiores al millón de dólares anuales. Obama, que al comienzo pedía más impuestos a partir de 250.000 dólares, ha hecho la concesión de elevar ese listón hasta los 400.000 dólares anuales. El plan de Obama consiste en 1,2 billones de reducción del déficit a través de impuestos y 800.000 millones mediante reducción de gastos, incluidos recortes en la actualización de los beneficios de la seguridad social. El plan de los republicanos incluye un billón de dólares de impuestos y una cantidad idéntica de reducción de gastos.

Visto así, no parece que la distancia entre ambas propuestas sea mucha. “Estamos más cerca de lo que parece”, dijo el miércoles Obama. Pero, detrás de los números, existe, por supuesto, una pugna política de bastante trascendencia. Para Obama, esta es una batalla en defensa de la clase media, una batalla por corregir el desequilibrio social del país y hacer que los ricos aporten más al esfuerzo colectivo para recuperar la prosperidad económica. Para los republicanos, esa prosperidad está amenazada por la deuda y el déficit desenfrenados durante esta última Administración. Para cada uno de ellos, la victoria es la victoria de un modelo económico.

Lo más probable es que esa batalla no se resuelva ahora. El pronóstico es que se alcanzará alguna forma de acuerdo antes del 1 de enero y se postergarán las grandes reformas presupuestarias para después.

El pronóstico es que se alcanzará alguna forma de acuerdo antes del 1 de enero y se postergarán las grandes reformas presupuestarias para después

En cualquier caso, puesto que ambas propuestas suponen aumentos de impuestos y recortes de gastos, se anticipa un cierto frenazo de la actividad económica para los primeros meses del próximo año. La economía norteamericana está en rumbo de crecimiento, pero la inquietud sobre su solidez se mantienen. El último dato del PIB, dado a conocer este miércoles, muestra un ascenso inesperado del 3,1%, pero los expertos dudan de que pueda sostenerse ese ritmo, el que se necesita para bajar la tasa de desempleo. Una acción demasiado contundente contra el déficit podría, por tanto, tener efectos perjudiciales. Pero la caída en el abismo fiscal por la falta de entendimiento entre los políticos, tendría consecuencias aún peores. Los líderes republicanos ya han pedido a los congresistas de su partido que suspendan las vacaciones y se queden en Washington. Es posible que Obama tenga que hacer lo mismo.

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