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Las amantes de las armas celebran el primer ‘Appreciation Gun Day’ en EE UU

La jornada ha tenido lugar a 48 horas de la investidura de Obama. Los organizadores, una docena de grupos de conservadores proarmas, reivindican la constitucionalidad de llevar armas de fuego

Carolina García
Las personas proarmas celebran el primer 'Appreciation Gun Day' en Estados Unidos.
Las personas proarmas celebran el primer 'Appreciation Gun Day' en Estados Unidos.MARK LEFFINGWELL (REUTERS)

Los entusiastas de las armas han tenido la oportunidad este sábado de expresar su disgusto ante las 23 medidas presentadas por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para conseguir un mayor control de su uso, tras la masacre del pasado 14 de diciembre en Newtown en la que 26 personas perdieron la vida, de ellas, 20 niños de entre seis y siete años. La jornada, denominada Appreciation Gun Day, está organizada principalmente por una nueva coalición de una docena de grupos conservadores a nivel nacional que esperan "ser respaldados por 50 millones de americanos". Ha sido promovida por el periodista político Larry Ward, creador de la página Web, y se ha celebrado a tan sólo dos días de la investidura del mandatario estadounidense.

La principal premisa de la convocatoria es que poseer un arma es un derecho fundamental avalado por la Segunda Enmienda de la Constitución de EE UU. "Este es el motivo principal de nuestra reivindicación", asegura Ward vía telefónica. Los organizadores de la jornada han redactado una petición, que entregarán al presidente de la NRA, Wayne LaPierre, aunque insisten que son un grupo desvinculado de esta organización.

"Este día es un día para defender nuestra libertad y para enfrentarnos a todos aquellos que creen que todos los que usamos armas somos unos irresponsables. La Administración de Obama ha demostrado con su postura que está dispuesta a pisotear la Carta Magna para imponer su criterio a todo el pueblo estadounidense. Hoy es una jornada para que la gente disfrute con sus armas", explica Ward. "Llevamos una semana escuchando tan sólo un lado, que las armas son malas. Y la gente tiene que saber que existe otra visión, que no es un tema emocional. No nos quiten nuestras pistolas", finaliza.

Virginia, uno de los Estados que cuenta con leyes más permisivas en relación a las armas en EE UU, ha organizado varios eventos por toda su geografía en los que los amantes de las armas se reúnen y debaten sobre los puntos que, para ellos, son más discriminatorios de la nueva normativa. "Virginia es un Estado seguro porque todos sus habitantes poseen un arma de fuego", dice tajante Jude Tick, mujer de unos 40 años, mientras desayuna con otros ocho "compañeros de causa" en una cafetería, denominada Bob Evans, situada en el pueblo de Chantilly, en el condado de Fairfax.

"Como ves, somos gente responsable. Tenemos nuestras armas y nos enorgullece. Las tenemos, sobre todo, porque nos defienden de lo que pueda ocurrir. Poseerlas es un derecho, un derecho que tenemos como estadounidenses", explica Karl Acorda, de unos 45 años, después de contar a los presentes que abandonó Washington porque tenía que guardar su arma en una taquilla, "lo que me impedía usarla en caso de necesitarla". "Aquí, en Virginia, las tengo en mi casa, expuestas en las paredes. Soy feliz", continúa.

Según comentan los asistentes al desayuno, hay una reunión este lunes en Richmond (capital de Virginia). "Se ha hecho un llamamiento a nivel estatal para que todos los dueños de armas acudan", subrayan en consonancia los ocho asistentes. "Allí sacaremos ideas para seguir luchando contra unas medidas que para nosotros son más que injustas", continúa este hombre, mientras saca su cuchillo sobre la mesa con total naturalidad.

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"Nuestros representantes deben entender que con estas medidas restrictivas nos están arrebatando nuestra libertad. El Gobierno debe educar al pueblo, no castigarle por algo que defiende nuestra Constitución", señala Acorda. Por ejemplo, continúa, "el otro día mi hijo llegó a casa y me dijo que había encontrado una bala en la calle. Me fui con él y la recogimos. Quiero que me diga esas cosas, que hable conmigo, que confíe en mí. Le he educado para que entienda que las armas son algo serio".

Frente a Acorda está sentada Kathleen Steeler-Gal Whalen, una mujer robusta que vive en un rancho en el condado de Fairfax. Steeler-Gal Whalen cree que todo lo que está ocurriendo desde "el tiroteo de Newtown no tiene sentido". "Las armas nos protegen, salvan vidas y defienden a nuestros hijos. No sé porqué nuestros representantes se empeñan en ocultar esta realidad".

"Y además, a causa de las medidas, nos hemos quedado sin munición en el Estado. Ayer, me compré un arma y no la puedo disparar. Esto no puede ocurrir. ¿Cómo voy a defender mi casa sin balas?", asegura esta mujer muy comprometida en la formación y educación para que las mujeres solteras "aprendan a disparar, disfruten de ello y se defiendan". "Presentaré el programa este lunes en Richmond", dice con orgullo.

Que la munición se ha acabado en Virginia parece que es una realidad. En Alexandria, un pueblo fronterizo de la capital federal de EE UU, tan solo queda un vendedor de armas. "El 31 de diciembre de 2007 nuestro ayuntamiento prohibió la venta de armas. Había cuatro tiendas en la localidad. Ahora, solo quedamos nosotros para surtir a la zona", explica John, en una vivienda situada en una de las calles principales de la localidad. "Estos días lo que más nos solicita la gente es munición".

Los actos continuarán en este Estado hasta que Obama jure su nuevo mandato este lunes. "Esperamos que el 19 de enero se convierta en una tradición, en un día en el que cualquier estadounidense disfrute de su derecho de llevar y usar un arma, como reza nuestra Constitución", se despide con orgullo Steeler-Gal Whalen, mientras abandona el establecimiento, este sábado engalanado para la ocasión con una gran bandera de EE UU.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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