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La Justicia israelí levanta parcialmente el secreto de sumario en el caso del Preso X

Un juzgado de Israel levanta parcialmente el secreto de sumario sobre la investigación

Foto de Ben Zygier en un diario australiano.
Foto de Ben Zygier en un diario australiano. WILLIAM WEST (AFP)

La Justicia de Israel levantó este martes parcialmente el secreto de sumario ordenado sobre la investigación de la muerte en 2010 en la cárcel de Ayalon del llamado Prisionero X, Ben Zygier quien, con doble nacionalidad israelí y australiana, trabajó para la agencia de espionaje del Mosad durante más de una década. “Al fallecido se le encontró en la ducha de su celda en prisión, con una sábana atada alrededor de su cuello, suspendido de una ventana en el servicio”, concluye el informe oficial del juzgado de Rishon Lezion, que ordenó las pesquisas. Los investigadores no encontraron indicios de negligencia por parte de los captores de Zygier.

El preso desayunó con normalidad el 15 de diciembre de 2010. Tras ello, llevó su sábana al servicio. Les dijo a los guardas que quería lavarla. Entonces la ató a los barrotes de la ventana de su baño, subió a un taburete y se ahorcó. Tenía 34 años. Los médicos que le habían atendido en prisión habían considerado que no presentaba impulsos suicidas. Por eso, sus guardas sólo le controlaban rutinariamente cada 20 o 25 minutos. La celda de máxima seguridad había sido diseñada para retener a Yigal Amir, que en 1995 asesinó al primer ministro Isaac Rabin.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se refirió este martes  al asunto del Prisionero X por primera vez desde que la cadena pública australiana ABC revelara su identidad la semana pasada. “Después de muchas informaciones al respecto, ponemos énfasis en que el señor Zygier no tenía contacto alguno con los servicios y organizaciones secretos de Australia”, dijo la oficina del primer ministro en un comunicado, en el que por otro lado no admite que el preso hubiera trabajado para el Estado de Israel. Varios medios australianos, entre ellos ABC, han insinuado en los pasados días que Zygier podría haber sido un agente doble.

“El problema principal en este caso es el error en el proceso de investigación previo a la contratación de Zygier por los servicios de inteligencia”, asegura Ronen Bergman, analista de asuntos militares en el diario israelí Yedioth Ahronoth, que está preparando un libro sobre la historia del Mosad. “Este tipo de errores son muy poco frecuentes. El Mosad ha contratado a decenas de miles de personas a lo largo de los años, siempre exitosamente. Los casos en los que un operativo no encaja, o se vuelve contra el Estado o se quiebra ante la presión, son muy pocos. Este es un ejemplo de esas excepciones, tan difíciles de encontrar”.

Zygier fue contratado por el Mosad en 2005. Sirvió en el extranjero y luego pasó a estar destinado en las oficinas centrales de la agencia. Hasta la semana pasada, el secreto de sumario se aplicaba sobre todo el caso. Los medios israelíes no podían informar de su arresto o muerte. Después de que la cadena ABC revelara su identidad, esta se propagó por las redes sociales. Finalmente, el Gobierno accedió a permitir a los medios informar de los detalles esenciales del caso. Entonces se supo que Israel había informado al Gobierno de Australia y a la familia de Zygier de su arresto y muerte

La práctica de las agencias de inteligencia de recurrir a los juzgados para obtener el secreto de sumario es común desde 1989, cuando el Tribunal Supremo cambió las reglas de la censura en Israel. El periodista Aluf Benn y el director de la revista HaIr Meir Schnitzer habían acudido a la justicia porque la oficina de censura militar les había bloqueado la publicación de un reportaje sobre unos cambios en la cúpula del Mosad. La Corte dijo que sólo debería censurarse información cuya publicación “con toda seguridad suponga un daño real para la seguridad” del país.

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Aquello generó una mayor permisividad por parte de los censores militares. “Dado que a raíz de ello la oficina de censura militar cambió su forma de operar, los servicios de inteligencia sortean esos procedimientos con la petición de secretos de sumario”, explica Dan Yakir, jefe jurídico de la Asociación de los Derechos Civiles de Israel. “Cuando hay una orden judicial, la oficina de censura militar no puede interferir. Desafortunadamente, en ese sentido, los juzgados se limitan a autorizar de forma automática lo que pidan los servicios de inteligencia. En este caso, el acusado tenía el interés de proteger su identidad, algo que aceptó la parte acusadora”.

El secretismo de Israel en este asunto ha provocado recelos en Australia. El Gobierno de ese país ha ordenado una investigación propia sobre el caso. “El asunto plantea una serie de problemas de derechos humanos a nivel de legislación internacional, incluyendo si Israel respetó el derecho a la vida y a la salud del reo, si las condiciones de detención eran humanitarias, si existía una adecuada supervisión judicial de la detención y si el proceso de juicio penal fue justo o fue contaminado por una justicia administrada en excesivo secreto”, opina Ben Saul, profesor de derecho en la Universidad de Sidney. “Israel tiene la obligación internacional de investigar completamente la causa de la muerte para asegurarse de que no haya sido causada por un acto deliberado o negligencia por parte de los funcionarios del gobierno”.

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