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ELBA ESTHER GORDILLO
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

La “guerrera” que no entendió que su tiempo había pasado

El mundo se ha derrumbado para Elba Esther Gordillo, que sin embargo tuvo todas las señales de que el gobierno de Peña Nieto iba tras ella

Salvador Camarena
Elba Esther Gordillo, presidenta vitalicia del sindicato de profesores
Elba Esther Gordillo, presidenta vitalicia del sindicato de profesoresMARCELO SALINAS

Radiante. Tardé varios minutos en dar con la palabra que definía con exactitud a la Elba Esther Gordillo que me encontré en la entrevista del 13 de julio de 2011. El clima político hablaba en esos días de tormenta encima de ella, nubarrones hechos de múltiples especulaciones sobre su vigencia política, sobre la vitalidad de su acuerdo con el entonces presidente Felipe Calderón, sobre la posibilidad de que estuviera ante el fin de su ciclo… y lo que encontré fue a una maestra radiante, que se reía entre respuesta y respuesta, autofestejo de ensayadas aseveraciones, interlocutora que dominaba el cuándo hablar en forma pausada y cuándo, para usar sus propias palabras, dar arañazos, respuestas inconexas, fuera de tono y de toda sintaxis.

Entonces había cumplido 22 años en la cúspide del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y se le veía, en ese mediodía en su casa de la calle Galileo en Polanco, lista para el futuro, animada frente a las venideras elecciones presidenciales, saboreando desde ya que podría ser, de nuevo, cortejada por varios bandos, partidos que querrían, para empezar, que no les ponga en contra a cientos de miles de profesores del SNTE. Pero la coyuntura era apenas una de las razones para estar radiante, porque el balance de su carrera era positivo: a pesar de que en 2003 fue orillada a marcharse del PRI, previo a las elecciones de 2012, los mismos del PRI querían que fuera con ellos a la cita electoral, cosa que inicialmente se pactó aunque al final se vino abajo el acuerdo. La suerte parecía estar de su lado. Año y medio después el mundo se ha derrumbado para Elba Esther Gordillo, que sin embargo tuvo todas las señales de que el gobierno de Enrique Peña Nieto iba tras ella, al punto de que el 6 de febrero pasado en un discurso ante maestros dijo: “ni amenazas ni nada me van a intimidar, para morir nací, quiero morir con un epitafio: aquí yace una guerrera, y como guerrera murió”.

A ella la puso un presidente, Carlos Salinas de Gortari en 1989. Tres mandatarios más no supieron lidiar con ella, no tuvieron de otra que aguantarla: Ernesto Zedillo (1994-2000), y los panistas Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012).

Al final del sexenio de Calderón, en entrevista para EL PAÍS, molesta, Elba Esther Gordillo se reía de que se mencionara tanto que le gustan los bolsos, la ropa y los zapatos caros. El último en recordar eso, que se nota solo con verla, fue Jorge G. Castañeda, su ex amigo, como dijo ella, y un tiempo confidente además de asesor. En su libro Mañana o pasado. El misterio de los mexicanos, el ex canciller dice que ella gasta dinero del sindicato en “bolsos de mano que las mujeres de Park Avenue matarían por tener”. La cita se volvió popular porque el propio Castañeda la incluyó en un polémico texto publicado sobre la líder magisterial en el suplemento Enfoque, del diario Reforma (julio 10 de 2011). La profesora nacida en 1945 mueve la cabeza en desaprobación cuando se le pregunta por el texto. “Los zapatos, las bolsas…”, dice sin ocultar hartazgo, “a mí lo que realmente me pierde es eso”, señala a la pared de su estudio, en donde cuelga una pintura de María Izquierdo de pequeñas dimensiones. “Me pierde eso”… el 26 de febrero la fiscalía mexicana la acusará de desviar dinero por miles de millones de pesos para, entre otras cosas, comprar arte.

El María Izquierdo de su estudio es un cuadro delicado, mínimo si se le compara con el Hernández que está unos metros más allá, al lado de la puerta del elevador de su casa, y nada tampoco comparado con el óleo de Siqueiros que está en el rellano de las escaleras, y de otros cuadros más que adornan la residencia de la líder de un gremio que a ciencia cierta sólo ella sabe a cuántos agrupa, pues tres conocedores de la carrera de la maestra, además del ex secretario de Educación Alonso Lujambio, no se ponen de acuerdo en ello: Castañeda dice que son un millón 200 mil profesores; Alberto Aguirre y Arturo Cano, autores de Doña Perpetua (2007) señalan poco más de un millón mientras que Ricardo Raphael, que también en 2007 publicó Los Socios de Elba Esther, usa la cifra de un millón 600 mil. Lo cierto es que su poder era tal, que hoy el ministerio de Educación no tiene una cifra exacta sobre el número de profesores en México, y precisamente un censo magisterial será una de las primeras acciones de la reforma educativa promulgada por Peña Nieto esta misma semana, semana en que la historia educativa de este país cambió por doble motivo.

Quizá a algunos les parezca increíble que no se sepa ese dato. Sería increíble si no fuera porque todo el entorno Elba Esther era precisamente un emporio creado en la opacidad: no se sabe a cuánto asciende su fortuna (ni cómo la hizo), se desconoce el monto total (y su destino) de las aportaciones que recibe el sindicato, según el descuento del 1% al salario de cada profesor; nunca se aclaró su presunta responsabilidad en crímenes, incluidos los asesinatos de disidentes cuando formaba parte de Vanguardia Revolucionaria, el grupo en el que se formó, al amparo del ex líder magisterial Carlos Jonguitud, y al que acabó por sepultar cuando éste fue defenestrado por Carlos Salinas de Gortari para imponer, como líder del SNTE, a Elba Esther Gordillo. “Entré por el excusado”, le dijo a la periodista Adela Micha este mismo mes en una entrevista para la televisión. “Pero salí por la puerta grande”, agregó. Varios analistas hablaron de que en esa charla periodística se le veía fuera de control.

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Parada frente al María Izquierdo, posando para unas fotografías, Elba Esther parece una señora rica, muy rica, una “señora bien”. Su historia parecería ejemplar si en ese camino no hubiera, además de un tesón irreprochable, tantas dudas, tantas lagunas, tantas sombras, tanto por aclarar, de lo que este martes los mexicanos comenzaron a conocer la punta de la madeja de una historia de poder y despilfarro, como el que muestra este botón: las autoridades mexicanas la acusa de gastar en distintos momentos al menos 3 millones de dólares en Neiman Marcus.

“Elba Esther ascendió al poder sindical justamente por sus habilidades como operadora financiera”, dice a este diario Alberto Aguirre. “Si alguna vulnerabilidad había en su sistema era justo en estos terrenos. La información sobre sus manejos financieros la tuvo Felipe Calderón y no actuó en contra de la Maestra. ¿Por temor a que sacara a los maestros a las calles? No, porque podía poner su estructura electoral en su contra”.

De Chiapas a la cúspide

A los 20 años de edad Elba Esther Gordillo Morales podía decir que ya había vivido suficiente. Su madre enviudó cuando la hasta ayer líder sindical tenía tres años y su hermana menos aún. Pasaron penurias hasta que el abuelo perdona a la hija que se había casado sin su permiso y readmite a las tres en Comitán, Chiapas. De la casa del abuelo saldrán de nuevo cuando a los once años Elba Esther recibe unos azotes por haber robado unas monedas para mandar hacer un regalo para su nana. “Había que dar un castigo ejemplar. Todo el servicio, los peones, todos se reunieron en el patio de la casa y mi padre-abuelo me pegó fuerte. Los primeros golpes lo entendí, pero cuando vi a mi madre y a mi hermanita paradas, le agarré el fuete [látigo]  y le dije: ‘jamás me volverá a pegar, papá, jamás me va usted a volver a pegar’ (…) me acerqué a mi madre, que estaba llorando, y le dije: ‘Madre, ¿o esto o nos vamos?’ Y nos fuimos”, contó en entrevista con Denise Maerker y Sabina Berman recogida en Los Socios de Elba Esther.

La madre y la hija mayor se dedicarán a dar clases un tiempo hasta que se trasladan a la capital, donde Elba Esther se casa y tiene a su primera hija, Maricruz Montelongo Gordillo. Su marido enferma poco después. Ella trató de salvarlo, infructuosamente, donándole un riñón. Como dicen Aguirre y Cano en Doña Perpetua: “Era 1966. Elba apenas había cumplido 21 años y ya había vivido toda una vida y una muerte”.

No se entiende a Elba Esther sin su familia. No es una persona, es un clan articulado en torno a ella y cuyo poder no ha dejado de crecer nunca. La viudez le orilló a refugiarse en el trabajo de profesora que consiguió en el populoso Ciudad Nezahualcóyotl, adyacente al Distrito Federal. Su madre y hermana llegaron desde Chiapas a acompañarla. Ella asumió la responsabilidad de ver por su madre, hermana e hija. Sus biógrafos consignan que hay testimonios de que era una mala maestra pero también de que era un tutora dedicada a sus alumnos.

Era “movida”, coinciden todos. Vendió helados, trabajó de recepcionista y fue camarera. Surgió en esa población su vena de líder y se incorporó a labores del sindicato, en el que fue escalando. Le debía el empleo a Carlos Jonguitud a quien pronto comenzó a funcionarle dentro del sindicato hasta convertirse en 1977 la secretaria general de la sección 36, correspondiente al Valle de México. Su segunda hija tenía entonces seis años: se llama Mónica Tzasna Arriola Gordillo y es hija del matrimonio de la maestra con Francisco Arriola. Él y Elba Esther se separaron al poco tiempo, pero sólo disolvieron el vínculo amoroso, porque el padre de la hoy senadora y secretaria general del partido Nueva Alianza ha fungido como tesorero del SNTE desde 1989.

A finales de los años ochenta hubo una revuelta magisterial por parte de los disidentes --la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación había nacido en 1979 y protagonizaba las mayores protestas en la historia del sindicato. A pesar de sus métodos represivos, Jonguitud ya no ofrecía a Carlos Salinas de Gortari, que estaba en su primer año de gobierno, el control de las filas magisteriales. El joven presidente por su parte había demostrado su poder al encarcelar a principios de ese año, 1989, con pruebas sembradas y recurriendo al uso del Ejército, al líder del sindicato petrolero Joaquín Hernández Galicia, La Quina; así que Jonguitud, que llevaba 17 años al mando del SNTE tuvo que separarse del sindicato.

Castañeda, que ha tratado a Elba Esther desde al menos 1994, ha escrito que “la contrapartida de la habilidad sindical de Elba es la radical ausencia de estrategia política, o si se prefiere, la incapacidad también radical de poner el enorme poder sindical al servicio de una causa, más allá de la personal”. En palabras de Ricardo Raphael, “a velocidades insospechadas, se volvió la mejor alumna de Carlos Jonguitud. Ella confiesa haber aprendido algunas cosas buenas y otras tantas malas. Pero entre los suyos suele bromear advirtiendo que, a lo largo de su carrera política, las malas le han resultado de mayor utilidad”.

El brazo de poder dentro del SNTE en tiempos de Jonguitud era una organización denominada Vanguardia Revolucionaria, los disidentes acusan a ese movimiento del hostigamiento que durante años incluyó, según la CNTE citada por Ricardo Raphael, el asesinato de 150 maestros. Elba Esther Gordillo siempre ha negado cualquier responsabilidad en esos asesinatos.

El periodista Carlos Puig ha recuperado la frase del sindicalista neoyorquino Albert Shanker que defendía que al gremio magisterial no le importaran los alumnos y sus avances: “cuando los niños en edad escolar empiecen a pagar cuotas al sindicato, yo empezaré a representar y luchar por los intereses de los niños”. Quienes han revisado la relación entre el gobierno federal y el SNTE subrayan la vocación que dio origen a ese gremio: es una manera de controlar a los maestros.

Para Aguirre y Cano, ese control se ha hecho más efectivo precisamente con el paso del tiempo: “Al ser electa dirigente vitalicia, Elba Esther Gordillo acumula trato con cuatro presidentes de la república. Es lo que vende abajo: yo soy la única con las llaves de Los Pinos. Es lo que vende arriba: yo soy la única que puede controlar este gremio de alborotados”.

La vocación de Elba Esther era el poder a través de su gremio, no necesariamente la educación. El autor de Los socios de Elba Esther señala que cuando surge la crisis de 1989 era en parte explicable en el hecho de que los maestros habían perdido la mitad de su poder adquisitivo en unos cuantos años luego de las crisis de los años ochenta. Antes de 1991, Elba Esther ya había logrado que ese salario se recuperara en un 150%. Y hoy, según un estudio citado por Jorge G. Castañeda en Enfoque “el millón y pico de maestros del SNTE forman ya parte de esa inmensa clase media de la que tanto hemos hablado. Se lo deben en buena medida a Elba”.

Castañeda agrega: “La mayoría de los mexicanos la responsabiliza injustamente por el patético estado de la educación en México. Así estaban las cosas antes de que ella llegara, y ningún secretario de educación ha tratado seriamente de derrocarla”. Ninguno hasta que Peña Nieto nombró en diciembre a un enemigo de la maestra como secretario de Educación. De nuevo se verían las caras Emilio Chuayffet y Elba Esther. De nuevo perdió ella, como ocurrió en la Cámara de Diputados en 2003. “Muy pocos pensaban que Peña Nieto procedería judicialmente contra la Maestra, aunque había señales inequívocas, al mandar a Chuayffet a la SEP y a Jesús Murillo Karam a la Procuraduría General de la República”, dice Aguirre.

Crea una Nueva Alianza

Pero si Elba Esther ha logrado que mejoren las condiciones, también ha sabido aprovechar el tener un profesor o profesora en cada rincón de la Patria. Así, en 1994 organizó a sus maestros en un ejército que según algunos cálculos involucró a 55.000 agremiados para un ejercicio de observación electoral en las elecciones presidenciales de aquel año. Quizá Elba Esther desde entonces ya pensaba que esa base le podría servir para más cosas, como formar un partido político.

Elba Esther descubrió en la política lo que ya sabía en la acción gremial: que si había logrado prescindir del Presidente en turno para controlar al SNTE, también podría ser factor decisivo por cuenta propia y no como una parte del PRI. Fundó entonces Nueva Alianza y pudo darse el lujo de pactar con cualquier órgano político o gobernador el apoyo de su partido, pues no sólo tenía la estructura magisterial sino presupuesto. Como se supone que fue en la carrera presidencial de 2006, en la que se dice que la Maestra ofreció a Calderón, de última hora, el apoyo para obtener 500 mil votos, es decir casi el doble de la ventaja final que tendría, según el cálculo oficial, el candidato panista sobre Andrés Manuel López Obrador.

Ese poder era temido en Los Pinos durante los tiempos del PAN. ¿Cómo van a reaccionar los maestros a la detención de su líder? Alberto Aguirre comenta: “Estaba emplazada una reunión de Consejo Nacional este jueves 25 en Guadalajara. La pregunta es si saldrán a las calles a exigir la liberación de la maestra. Es muy poco probable. Su llamado a la ‘defensa de la educación’, luego de la aprobación en diciembre de la reforma educativa, tuvo muy poco eco.

En resumen: este puede tomarse como un primer aviso a los rancios cacicazgos sindicales. Ella era la más vulnerable, dados sus lujos, su ostentación y su desaforado reto al establishment priista. Y siendo la política más repudiada, ¿quién saldrá a defenderla, al margen de sus leales?”

Los cuestionamientos sobre su situación patrimonial llenan desde hace tiempo páginas de libros y diarios que buscaban explicar el berenjenal de fideicomisos y traspasos intrafamiliares que se han constituido para amparar transacciones frente al cuestionamiento. Todo lo que se dice de ella, comenta Elba Esther en la entrevista, le duele, pero es algo que venía, asegura, con el camino que ella eligió.

“Yo diría que tengo muchos adversarios, me gustaría que no fueran enemigos, pero mi conducta, mi actitud ante la realidad nacional ha inconformado a muchos, entonces, pues sí, está, esta y con toda pulcritud y todo cuidado; si los medios no se imponen un código ético y hacen más investigación para que las aseveraciones estén fundamentadas en realidades todo es especulación, dicen, dijeron, hablaron, equis, ¿y las pruebas?, ¿y las pruebas? Se dice tal o cualquier cosa de la maestra Elba Esther Gordillo, pero ¿en verdad hemos revisado qué ha hecho, cómo ha actuado, en dónde ha estado? ¿Realmente?”.

Las pruebas de la mujer más repudiada en México comenzaron a ser exhibidas la tarde de este 26 de febrero ante la prensa mientras la Maestra era detenida en Toluca, al bajar de su avión. La historia cambió, pero todavía no sabemos qué rumbo tomará: ¿nace un nuevo cacique o nace un sindicato democrático del magisterio?

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