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Marc Ouellet, un políglota erudito con vocación americana

Su cercanía a Benedicto XVI y su conocimiento de América Latina lo sitúan como uno de los favoritos a ocupar el pontificado. Su conservadurismo podría ser un lastre

Eva Saiz
El cardenal Marc Ouellet atraviesa la plaza de San Pedro para acudir a una reunión previa al cónclave.
El cardenal Marc Ouellet atraviesa la plaza de San Pedro para acudir a una reunión previa al cónclave.DYLAN MARTINEZ (Reuters)

Marc Ouellet, 1944, Lamotte (Canadá), dijo en una ocasión que ser papa sería “una pesadilla” y que es “la clase de cargo para el que uno no hace campaña”. Probablemente, Ouellet sabía lo que decía, dada su cercanía a los dos últimos pontífices, pero el hecho es que la prensa especializada sitúa a este cardenal canadiense, arzobispo de Quebec, entre los tres aspirantes con más posibilidades para dirigir la Iglesia católica.

Desde que en 2010 Benedicto XVI lo llamara a Roma para hacerse cargo de la Congregación para los Obispos, Ouellet se convirtió en uno de los más estrechos colaboradores del actual papa emérito. Del cardenal canadiense se destaca su experiencia pastoral, su capacidad intelectual para responder a los retos que se le presentan a la Iglesia en el siglo XXI, su conocimiento del Vaticano, su proximidad a América Latina y su dominio de los idiomas —habla con fluidez inglés, francés, español, alemán, portugués e italiano—. Unas cualidades que convierten a Ouellet en un papable de manual, según los entendidos.

La amplia experiencia del arzobispo en América Latina —trabajó durante 11 años en Colombia— le ha granjeado a Ouellet las simpatías de los cardenales de la región, una circunstancia que jugaría a su favor en el cónclave, en el caso de que los prelados latinoamericanos no se pusieran de acuerdo a la hora de elegir a uno de los suyos como candidato a suceder a Benedicto XVI.

Como prefecto de la Congregación para los Obispos, Ouellet ejerce su influencia en los nombramientos de todos los obispos y su cargo de presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, le permite extender ese ascendiente sobre una parte importantísima de la comunidad católica —allí reside el 40% de los católicos de todo el mundo—. Dos circunstancias que ilustran el alcance de su poder en el seno de la Iglesia.

Pero el arzobispo de Quebec no solo cuenta con el afecto del clero americano. Durante sus últimos años de pontificado, el papa Ratzinger demostró que Ouellet era uno de sus colaboradores predilectos y se esforzó por otorgarle visibilidad. En muy pocos años, el prelado canadiense se ha convertido una de las personas más importantes en el Vaticano.

Mientras convalecía de una fractura en una pierna, que se produjo practicando con el stick a los 17 años, sintió la llamada de Dios
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Ouellet fue elegido por Benedicto XVI para presentar su libro, Jesús de Nazaret. De la entrada en Jerusalén a la Resurrección, fue el designado por aquel para oficiar la misa en la Basílica de San Pedro para los 232 miembros de la Conferencia Episcopal Italiana, una de las más importantes del mundo por el número de miembros, durante su Asamblea General el pasado mes de abril, Ratzinger lo nombró su Legado personal en el 50º Congreso Eucarístico Internacional que se celebró el año pasado en Irlanda. Si, como se dice, el papa es el "gran elector de su sucesor", las decisiones de Benedicto XVI en relación con el arzobispo de Quebec evidencian cierta predilección hacia su persona,

El currículum intelectual y pastoral de Ouellet es su fuerza, pero también su principal debilidad para convertirse en papa. Muchos desconfían de otro pontífice erudito, como el anterior, incapaz de empatizar con la mayor parte de sus fieles. Su exacerbado conservadurismo tampoco le ha granjeado la popularidad entre la población de Quebec, ciudad marcadamente liberal de la que fue nombrado obispo en 2002. Sus declaraciones asegurando que aborto no es justificable en casos de violación —"Si ya hay una víctima, ¿para qué añadir otra?", se preguntó— o su oposición al matrimonio homosexual en pleno proceso de legalización por parte del Parlamento canadiense, provocaron una fuerte oleada de críticas en el país. Su silencio en torno a los casos de abusos sexuales de los sacerdotes de su diócesis, tampoco ha sido nada bien tolerado.

El arzobispo nació el 4 de junio de 1944 en Lamotte, Quebec, en el seno de una familia de ocho hermanos “creyente pero no devota”, según ha confesado él mismo. El joven Ouellet, además de pescar y cazar perdices, se aficionó al hockey sobre hielo. Fue mientras convalecía de una fractura en una pierna, que se produjo practicando con el stick a los 17 años, cuando sintió la llamada de Dios. Tras ser ordenado sacerdote en 1968, entró a formar parte de la Compañía de los Sacerdotes de San Sulpicio (sulpicianos) en 1972.

Esa Compañía lo destinó a Bogotá en 1970, donde impartió clases durante dos años. En esa década también enseñaría en Maizales o Cali, donde entró en contacto con la realidad misionera. Su estancia en Colombia marcó profundamente a Ouellet, quien, ya como cardenal, ha realizado varias visitas a la región.

En 1976, se licenció en Filosofía por la Universidad Pontificia de Santo Tomás y, en 1982, se doctoró en Teología Dogmática por la Gregoriana. Como teólogo ha estado vinculado a la revista Comunio, de cuya aparición fue responsable, en gran medida, Benedicto XVI. Tras ocupar el cargo de rector en el Grand Seminaire de Montreal y dirigir un seminario en Edmonton, Alberta, Ouellet regresó a Roma en 1996 para enseñar en el Instituto Juan Pablo II para la Familia. En 2001, el Papa lo designa Secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y, en 2002, Juan Pablo II lo nombra arzobispo de Quebec y primado de Canadá. Un año después, el prelado completa su meteórica ascensión en la curia al ser elevado a la dignidad cardenalicia.

En una entrevista, el cardenal canadiense aseguró que el gran desafío de la Iglesia católica en la actualidad es la globalización de las comunicaciones. "Ha creado un mundo nuevo, un mundo digital y debemos ver cómo nos insertamos en este mundo, cómo lo ponemos al servicio del Evangelio", afirmó.

“El cardenal Ouellet es un santo varón muy poderoso”, dijo de él a Associated Press el cardenal de Toronto, Thomas Collins. En unos días podría serlo mucho más.

 

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.

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