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David Cameron | Primer ministro británico

“La mejor solución para Reino Unido es quedarnos en una UE reformada”

El líder conservador explica su posición sobre Europa en una entrevista concedida en víspera de una gira que le llevará a Madrid, París y Alemania

David Cameron pronuncia un discurso en Ipswich, el pasado 25 de marzo.
David Cameron pronuncia un discurso en Ipswich, el pasado 25 de marzo.AFP

El primer ministro británico, David Cameron, emprende esta semana una gira europea que le lleva a Madrid, París y Berlín. Con este motivo, el inquilino del número 10 de Downing Street se reunió con varios periodistas europeos para explicar, en particular, su discurso del 23 de enero, en el que prometió un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea.

Pregunta. En caso de una victoria del en el referéndum que tiene previsto organizar sobre la salida de la UE, ¿estaría dispuesto a retirarse de la Unión?

Respuesta. No me gustaría. Lo que me gustaría es conseguir una reforma de la Unión Europea. Ese es el sentido de mi discurso. La UE está madura para sufrir una reforma. Nos encontramos en una carrera planetaria en la que debemos competir con países como China, India, Indonesia, Malasia. Es necesaria una Europa más abierta, más competitiva, más flexible. Ese es nuestro objetivo.

En mi opinión, hay reformas que se pueden hacer. Algunas ya se han emprendido. Por primera vez desde la fundación de la UE, tenemos una Comisión Europea que se ha comprometido a retirar propuestas, promover la desregulación, favorecer la reducción de los costes empresariales, sobre todo de las PYMES. Y por primera vez en la historia de Europa, el presupuesto comunitario va a disminuir en vez de aumentar.

P. ¿Desea permanecer en la UE pese a que el Partido Conservador y la opinión pública británica son partidarios de lo contrario?

R. La mejor solución para Gran Bretaña es quedarse en una Unión Europea reformada. Pero hay que ser consciente de que el apoyo a nuestra adhesión a la UE y a los cambios que ha sufrido esta última es escaso. Los políticos dignos de tal nombre deben reconocerlo y no ocultar los problemas.

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P. ¿No cree que su exigencia de que se renegocien los tratados, aunque sea de forma limitada, es peligrosa e imprevisible?

R. Cuando tomé posesión como primer ministro, hace tres años, alguien me dijo: "No se preocupe, la única certeza es que los tratados no sufrirán modificaciones". Pues bien, desde entonces ha habido tres.

Claro que yo veté una de esas tres y por eso se elaboró un tratado aparte. Pero las otras dos modificaciones, las de la adhesión de Croacia y el mecanismo europeo de estabilidad, sí se aprobaron. Y por supuesto que el Reino Unido, como buen europeo, adoptó los dos. Estoy seguro de que en uno u otro momento habrá modificaciones en los tratados, aunque solo sea para remediar los problemas de la eurozona.

P. ¿Puede dar ejemplos de algún poder que le gustaría recuperar?

R. No quiero presentar una lista. Creo que habría que mantener una discusión a escala europea sobre la manera de flexibilizar la UE y para dejar claro que es posible devolver poderes a los Estados y viceversa.

P. ¿Le ha sorprendido la reacción de París y Berlín, que opinan que la revisión exigida por los británicos del reparto de poderes entre Londres y Bruselas es un asunto interno del Reino Unido?

R. No, en absoluto. ¿Que si tal o cual competencia la puede ejercer mejor el Reino Unido o la Unión Europea? Desde luego que es una preocupación británica, puesto que somos nosotros quienes nos preguntamos, por ejemplo, si la política común de pesca favorece nuestros intereses o no. No es algo que se consulte con los demás países de la UE. Es una iniciativa que debe redundar en nuestro propio beneficio.

P. Da la impresión de que lo único que les interesa a los británicos es el mercado único...

R. Para el Reino Unido, el mercado único es el apartado más importante de la política europea. Somos una nación de comerciantes. El continente es nuestro principal mercado de exportación. El mercado único ha sido un gran éxito europeo y el Reino Unido ha desempeñado un papel crucial en ese éxito. Pero es una obra aún no terminada. Debemos culminarla en los ámbitos de la energía, las transacciones digitales y los servicios.

Es erróneo afirmar que a Gran Bretaña solo le interesa el mercado único. Somos una gran potencia europea, un actor europeo de primera fila. Pero, al mismo tiempo, creemos que la UE, a veces, ha querido abarcar en exceso con sus directivas, sus intervenciones y sus injerencias. Y eso debe cambiar.

P. ¿No está usted alimentando la xenofobia al señalar a los rumanos y los búlgaros, miembros de pleno derecho de la UE, que estarán autorizados a establecerse en el Reino Unido a partir del 1 de enero de 2014?

R. Nosotros hemos creado, y hemos hecho bien, controles temporales para las personas originarias de esos nuevos Estados miembros. Cuando queden abolidos tendrán derecho a instalarse y trabajar en el Reino Unido. Los británicos ejercen ese derecho en España, Portugal, Francia, Italia o Chipre. Y hay otra cuestión: ¿tenemos un sistema de derechos sociales que nos funciona bien como país, o tenemos un sistema que es uno de los factores de atracción para los extranjeros? Esta es una pregunta perfectamente legítima.

P. Una de las prioridades de la presidencia británica del G-8 es la lucha contra la evasión fiscal, tema de actualidad en Francia...

R. Eso tengo entendido.

P. Pero al mismo tiempo el Reino Unido posee la mayor red de paraísos fiscales del mundo. ¿No nos encontramos ante un doble rasero?

R. Ni mucho menos. El Reino Unido ha incluido este tema en el orden del día del G-8. Creemos que existe una serie de principios de transparencia e intercambio de informaciones que podemos fomentar en el G-8 y el G-20 al mismo tiempo que animamos a nuestros territorios de ultramar y a otros lugares de los que somos responsables a que se unan a esa red. Es un buen propósito.

P. A propósito de Siria, ¿comprende usted los temores de que las armas entregadas a los rebeldes puedan caer en manos de yihadistas?

R. Comprendo muy bien esa preocupación, pero la estrategia desarrollada hasta ahora no ha servido de nada. Han muerto ya entre 60.000 y 70.000 personas. El régimen está armado hasta los dientes y utiliza esas armas, algunas incluso ilegales, de forma masiva contra su propio pueblo. François Hollande y yo tenemos razón al plantear la pregunta: ¿es justo mantener este embargo de armas que impide que el pueblo sirio se defienda adecuadamente?

Entrevista de Carlos Fresneda (El Mundo), Iwona Kadluczka, (Gazeta Wyborcza), Stefan Kornelius (Süddeutsche Zeitung), Leonardo Maisano (Il Sole 24 Ore) y Marc Roche (Le Monde)

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

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