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La dimisión del primer ministro abre vías para la reconciliación en Palestina

Salam Fayad presentó su renuncia el miércoles, y el presidente Mahmud Abbas la aceptó En la diplomacia occidental preocupa que su salida dificulte el proceso negociador con Israel

Salam Fayad en una conferencia de prensa el 28 de marzo en Berlín.
Salam Fayad en una conferencia de prensa el 28 de marzo en Berlín. HANNIBAL HANSCHKE (EFE)

Rechazado por el partido islamista Hamás y cada vez más distanciado del grupo Al Fatah, que le facilitó el acceso al poder, Salam Fayad abandonará pronto el puesto de primer ministro de la Autoridad Palestina, después de seis años, abriendo de ese modo la vía a una reconciliación final entre las dos principales formaciones palestinas, divididas y enfrentadas desde que en 2007 fueran protagonistas de una guerra civil. Fayad es, sin embargo, un político respetado entre la diplomacia occidental, que considera que su marcha daña notablemente las posibilidades de avanzar en el proceso de paz y de conseguir un Estado palestino soberano por la vía negociadora.

Hamás, que controla la franja de Gaza, y Al Fatah, que gobierna Cisjordania, han firmado varios acuerdos de reconciliación desde 2008, sin que hayan dado resultados concretos. Uno de los principales escollos en esos avances era el no reconocimiento de Hamás al Gobierno liderado por Fayad, a quien el grupo islamista considera demasiado próximo a Occidente y, sobre todo, a Israel. Altos funcionarios de Hamas han acusado en el pasado a Fayad de cooperar en el bloqueo económico al que Israel sometió a la Franja desde su ascenso al poder en 2007.

Según oficiales de la Autoridad Palestina, la dimisión de Fayad, presentada el miércoles y aceptada el sábado por el presidente Mahmud Abbas, le permite a este último reabrir esas vías de reconciliación. El mismo día en que Fayad presentó su dimisión, varios negociadores de Al Fatah y Hamas se reunieron en Egipto para discutir posibles formaciones de un Gobierno de unidad. Según los mismos funcionarios palestinos, Abbas se reunirá en los próximos días con el líder de Hamás en el exilio, Khaled Meshal, para llegar a un punto de consenso que permita formar un Ejecutivo unitario y convocar elecciones.

Admirado en el extranjero, Fayad no es tan querido en Cisjordania. Para muchos altos cargos de Al Fatah es alguien demasiado popular entre los aliados extranjeros

En los territorios palestinos no hay elecciones desde 2006. Las de entonces las ganó Hamás. Al año siguiente se formó un breve Gobierno de unidad, conformado por oficiales del grupo islamista y de Al Fatah. Quedó disuelto en menos de tres meses, después de que Hamás tomara por la fuerza el control de Gaza. Abbas nombró a Fayad primer ministro interino en junio de 2007. Desde entonces ha dirigido tres diferentes Ejecutivos, todos técnicamente interinos. Hamás se ha negado a reconocer a Fayad y ha mantenido en el puesto a su propio primer ministro, Ismail Haniya.

En la diplomacia norteamericana preocupa notablemente la marcha de Fayad, sobre todo dado el hecho de que el secretario de Estado, John Kerry, telefoneó el viernes personalmente a Abbas para pedirle que no aceptara la renuncia. En Fayad, Washington ve a un aliado moderado y secular, capaz de llegar a compromisos y abrir vías a la paz con Israel. Fue el columnista Thomas Friedman quien acuñó la expresión fayadismo en 2009 para referirse a lo que definió como la filosofía de que “la legitimidad de un líder árabe debería basarse... en ofrecer administración y servicios transparentes y responsables”.

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Abbas fue perdiendo la confianza en su Primer Ministro lentamente a lo largo de los pasados meses

Admirado en el extranjero, Fayad no es tan querido en Cisjordania. Para muchos altos cargos de Al Fatah es alguien demasiado popular entre los aliados extranjeros de la Autoridad Palestina, y alguien que podía llegar a hacerle sombra a Abbas. Los ciudadanos de a pie, en los pasados meses, le culpaban del encarecimiento de la vida y la crisis económica, agudizada esta última por el secuestro por parte de Israel de los impuestos que solía transferir a los territorios palestinos y que sirven para pagar los salarios de los funcionarios. El Gobierno de Benjamín Netanyahu tomó esa medida temporal después de la entrada de Palestina en la Asamblea General de Naciones Unidas como Estado observador no miembro, en noviembre.

Abbas fue perdiendo la confianza en su primer ministro lentamente a lo largo de los pasados meses. En marzo la relación entre ambos políticos quedó rota cuando Fayad aceptó la dimisión de su ministro de Finanzas, Nabil Qassis, en contra del criterio y la voluntad del presidente. Posteriormente, el Consejo Revolucionario de Al Fatah criticó abiertamente y sin ambages al Gobierno de Fayad, acusándole de acometer políticas “improvisadas y confusas”. Ayer, el secretario de ese Consejo fue más lejos, y dijo, según la agencia palestina de noticias Maan, que Fayad ha “errado miserablemente a la hora de gestionar y solucionar problemas económicos”.

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