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ELECCIÓN DEL PRESIDENTE ITALIANO

Bersani anuncia su dimisión al frente de la izquierda italiana

El líder del Partido Democrático presenta su renuncia después de la elección del presidente de la República. Romano Prodi, segundo candidato de la izquierda, cae víctima de sus propios diputados

Bersani, en la primera votación de este jueves.
Bersani, en la primera votación de este jueves.ALESSANDRO DI MEO (EFE)

El centro-izquierda italiano no necesita rivales. Se derrota solo. 53 días después de vencer por la mínima las elecciones generales y no haber logrado aún formar gobierno, el secretario general del Partido Democrático (PD), Pier Luigi Bersani, presentó la noche del viernes su dimisión irrevocable tras intentar en vano que sus dos candidatos a presidente de la República, Franco Marini y Romano Prodi, resultaran elegidos por culpa de las divisiones internas de su propio partido. Tras comprobar que 101 de sus parlamentarios habían votado en contra de la candidatura de Prodi, Bersani se lamentó con amargura: “Uno de cada cuatro nos ha traicionado”. Para terminar de complicar el cuadro, la presidenta del PD, Rosy Bindi, también anunció su dimisión. La renuncia de Pier Luigi Bersani se formalizará una vez que sea elegido el sustituto de Giorgio Napolitano.

La agonía política de Bersani se convirtió en irreversible el jueves. Su candidato a presidente de la República, el exsindicalista católico Franco Marini, pactado con el centro-derecha de Silvio Berlusconi y con los centristas de Mario Monti, no alcanzó la mayoría de dos tercios porque algunos diputados del Partido Democrático (PD) prefirieron no votarle. El jefe del partido, Pier Luigi Bersani, aceptó su error, retiró la candidatura de Marini y convocó en la mañana del viernes unas primarias de urgencia en las que salió elegido, por unanimidad, un nuevo candidato, el exprimer ministro Romano Prodi. La infantería del PD, algunos de cuyos miembros habían quemado el día anterior sus carnés del partido en protesta por el acuerdo deshonroso con Berlusconi, respiró tranquila al tiempo que Il Cavaliere entraba en pánico. Bersani esperó hasta la cuarta votación –a partir de la cual solo se necesita la mayoría absoluta—y presentó a Prodi… Que tampoco salió elegido porque un centenar de parlamentarios del PD decidió no votarle.

Romano Prodi, en 2010.
Romano Prodi, en 2010.BLOOMBERG

En la jerga política y periodística italiana –y en la tercera acepción de la RAE—se llama “francotirador” a quien actúa por su cuenta sin atenerse a la disciplina de grupo. El centro-izquierda italiano tiene los tejados llenos. El jueves, Franco Marini –el candidato de Bersani bien visto por Berlusconi— logró 521 votos, muy lejos de los 672 que necesitaba para llegar a los dos tercios. El viernes, Romano Prodi –el candidato temido por Berlusconi-- solo logró 395, también lejos de los 504 apoyos que marcan la mayoría absoluta. Pero el dato dramático para Pier Luigi Bersani es que, sobre el papel, el centro-izquierda contaba con 496 votos en propiedad –a solo ocho de la mayoría absoluta--, lo que quiere decir que 101 diputados del centro-izquierda son auténticos francotiradores, rebeldes no se sabe con qué causa, pero no desde luego con la de la dirección del partido.

El caos es perfecto. No le falta un detalle. El patinazo de Bersani el jueves parecía haberse subsanado la mañana del viernes cuando los grandes electores del centro-izquierda –diputados, senadores y representantes de las regiones—decidieron romper el acuerdo con Berlusconi sobre la candidatura de Franco Marini y recurrir a Romano Pradi. El líder –aunque cada hora menos—del PD se las prometía muy felices porque el Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo había dicho en algún momento que el ex primer ministro italiano y expresidente de la Comisión Europea les parecía un buen candidato a la jefatura del Estado. De hecho, Prodi figuraba entre los 10 candidatos que los 40.000 internautas asociados al M5S habían votado como posible presidente. Pero la alegría de Bersani duró poco. El cómico Beppe Grillo anunció que –después de la intentona del PD de pactar con el PDL de Berlusconi-- sus parlamentarios descartaban apoyar a Prodi y seguirían votando a su propio candidato, el prestigioso jurista Stefano Rodotà.

Y, como las desgracias nunca llegan solas, enseguida se supo que Mario Monti también dejaba tirado a Bersani. En una declaración muy típica suya –Prodi es un magnífico candidato, pero yo tengo uno mejor, mientras una sonrisa beatífica iba subrayando la puñalada trapera--, el primer ministro tecnócrata presentó a Anna Maria Cancellieri, su ministra del Interior. Así que Pier Luigi Bersani solo contaba con sus propios votos. O eso creía él.

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Entretanto llegaba la cuarta votación –la tercera se fue por el sumidero de los votos en blanco--, Silvio Berlusconi dio orden a los suyos de convertir la Cámara de Diputados y sus aledaños en una manifestación de protesta contra el PD y, sobre todo, contra Prodi. La diputada Alessandra Mussolini –pianista de jazz y nieta del dictador del mismo nombre—se presentó en el Parlamento con una camiseta blanca en la que se podía leer: “El diablo viste Prodi”. Fuera, algunos simpatizantes de Il Cavaliere repartían bocadillos de mortadela –a Prodi le apodan “El Mortadela”-- en conmemoración de aquel 24 de enero de 2008 en que los parlamentarios de Berlusconi celebraron con champán y mortadela la caída del Gobierno de Prodi tras una lenta agonía de dos años que presenció desde su puesto de presidente del Senado el ahora también caído en desgracia Franco Marini.

La situación dejó sin salida a Bersani. Su máximo rival dentro del partido, el alcalde de Florencia, Matteo Renzi, atacó enseguida diciendo que la candidatura de Prodi ya está quemada. Una obviedad, por cuanto el expresidente de la Comisión Europea ya estaba redactando su renuncia en la que, de paso, lanzaba una advertencia: “Quien me ha traído hasta aquí debe asumir sus propias responsabilidades”. Bersani se lo tomó al pie de la letra mientras entre los partidarios de Silvio Berlusconi y de Beppe Grillo estallaba la fiesta. Aunque es muy difícil predecir nada en medio del caos más absoluto, se especula que el PD –o lo que va quedando—puede optar por dos posibles salidas. Presentar la candidatura de Massimo D’Alema para así obtener los votos de Berlusconi o aceptar de una vez que el candidato de Beppe Grillo, el jurista Stefano Rodotà, sería un presidente visto con buenos ojos por las bases del PD y por los ciudadanos hartos del pasteleo infinito de la política italiana. La solución, no se sabe cuándo.

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