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EUROPA 4
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Más participación democrática, no menos

En vez de atacar los problemas concretos, se traslada la responsabilidad a "el sistema"

En el contexto de la mayor crisis económica en Europa desde los años treinta, la desafección de los ciudadanos respecto a las élites políticas y económicas y las instituciones democráticas aparece como una respuesta lógica, una suerte de reflejo condicionado de Pavlov, explicable, pero no necesariamente justificable en todas sus dimensiones.

Se buscan culpables a las causas que dieron origen a la crisis, a su gestión, y sobre todo, en medio de una frustración creciente, se intenta trasladar toda la responsabilidad a un ente abstracto, el "sistema". En vez de atacar los problemas concretos, uno detrás de otro, de manera pragmática y eficaz, la crítica generalizada e incondicionada genera su propia lógica, su propia "self-fulfilling prophecy".

Aunque en España el consenso de las fuerzas parlamentarias y el sentimiento de la mayoría de los ciudadanos sigue siendo mayoritariamente europeísta, la rigurosa medicina de la austeridad y la consolidación presupuestaria suministrada por las instituciones europeas ha comenzado obviamente a afectar la identificación incuestionada de los ciudadanos con el proceso de integración europea. Si en España el deterioro no es asimilable al sufrido en otros países, ello se debe a que sigue todavía vigente el gran mito fundador de la España moderna del siglo XX, aquel que desde Joaquín Costa y Ortega ve en la europeización la exigencia necesaria y permanente de la regeneración del país.

Lo que resulta significativo es que Europa de repente se haya constituido, paradójicamente, en una isla antiutópica dentro de las positivas expectativas de crecimiento y desarrollo económico del resto del mundo. Esta realidad hace que se extienda un interrogante que hasta ahora estaba limitado a una opinión pública marginal, el que plantea si las sucesivas decisiones adoptadas en el proceso de integración europea han sido correctas o no. Este sentimiento creciente de desconfianza amenaza con fragmentar y fragilizar el sistema de representación democrática, pues el avance de la democracia europea se halla estrechamente vinculada al desarrollo de la Europa unificada.

Denis de Rougemont, el gran europeísta y pensador político suizo, decía que "toda política es autorización del futuro". En el momento en que la actividad política está siendo objeto de una inmisericorde puesta en cuestión, es justamente el momento en el que más necesitamos de la política como única vía para hacer posible el futuro. Similarmente, bien lejos de haber cumplido con su función histórica, las ideas de reconciliación entre vecinos, cooperación supranacional, mercado interior y Estado social de Derecho, que constituyen el núcleo del proyecto europeo, siguen teniendo plena vigencia, y su proyección hacia el resto del mundo continúa siendo una condición necesaria para el desarrollo de una gobernanza global eficaz. Los estándares de protección de los derechos humanos desarrollados por las instituciones europeas —Consejo de Europa, Tribunal Europeo de Derechos Humanos, OSCE, Unión Europea— han contribuido decisivamente a transformar el mundo en el que vivimos.

Las elecciones al Parlamento Europeo no deberían ser por tanto la ocasión para una respuesta autista por parte de una ciudadanía que no ve demasiadas luces en el camino adelante, sino para reflexionar y proponer propuestas concretas de mejora. Es la gran oportunidad para que exista un debate sobre los próximos pasos de la integración, la Unión Bancaria y la Unión Fiscal, así como para el análisis sobre qué modelo de Unión Política queremos. No es el momento para la estrategia del avestruz, sino para una respuesta democrática y participativa. A estos objetivos se dirigen los esfuerzos —entre otras muchas iniciativas académicas y de la sociedad civil— que el Partido Popular Europeo está llevando a cabo para mostrar a los ciudadanos que la respuesta a la crisis pasa necesariamente por un mayor compromiso personal y participativo.

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José María Beneyto es Catedrático de Derecho Europeo y Portavoz del PP en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados

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