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El líder de Hezbolá descarta que El Asad pueda ser derrocado por la fuerza

Nasralá amenaza con implicarse junto a Irán en Siria si el régimen corre peligro

Captura de televisión del discurso de Nasrala este martes.
Captura de televisión del discurso de Nasrala este martes.AL-MANAR TV (EFE)

Hezbolá está presente en Siria, ayudando con su fuerza al régimen de Bachar El Asad. Era algo sabido por las inteligencias occidentales pero que, hasta el martes por la noche, no había tenido confirmación oficial por boca de su líder, Hasán Nasrala. La sorpresa que han provocado sus palabras fue, por tanto, reducida. Lo más preocupante del discurso televisado del líder chií —enviado desde un lugar secreto, como es costumbre— fue su amenaza de arramblar la región si ve realmente amenazado el poder de su aliado. “Siria tiene verdaderos amigos en la zona y en el mundo que no van a permitir que caiga en manos de Estados Unidos, Israel o los Takfiris [un grupo yihadista vinculado a Al Qaeda]”, asegura Nasralá.

Nasralá, consciente de que la guerra se enquista, se mostró dispuesto a implicarse todavía más en el conflicto por más que lanzara, en paralelo, un aviso a los rebeldes. “No seréis capaces de derrocar este régimen por métodos militares”. En su mensaje, niega que haya fuerzas iraníes desplegadas en Siria y sostiene que solo hay algunos “expertos” que están destinados en el país desde hace décadas, pero no miembros de la Guardia Revolucionaria, como ha denunciado con frecuencia el rebelde Ejército Libre de Siria (ELS). Pero, para Nasralá, que no los haya hoy no quiere decir que no desembarquen si es necesario. “¿Os imagináis lo que pasaría en el futuro si las cosas se deterioran hasta un punto que requiere la intervención de más fuerzas de resistencia en la batalla? No dudaremos en asistir a Siria”.

Avisos a navegantes aparte, Nasrala intenta convencer a sus vecinos de Oriente Medio de que los “enemigos” quieren en realidad “sacar a Siria de la ecuación regional”, reduciendo el país a pequeños estados ligados a “poderes extranjeros” y eliminando un Gobierno central fuerte. Según su teoría, esa desintegración de la poderosa Siria supondría su conversión en un “estado fallido” al que esquilmar sus recursos y al que obviar en el proceso negociador entre israelíes y palestinos, un conflicto en el que Damasco, como enemigo del sionismo, siempre ha sido un referente para el mundo árabe.

Es la baza que juega Nasralá, la de apelar a las vísceras de la región aludiendo a Palestina. Tendrá que trabajar ese discurso, porque El Asad ha perdido mucho crédito. De ser el supuesto baluarte de la causa palestina ha pasado a ser el perseguidor de sus refugiados con razias cruentas en campos como el de Yarmuk. Hasta Hamás ha decidido irse de la capital siria.

El Partido de Dios plantea una línea roja infranqueable, que de ser sobrepasada le llevaría a una andanada mayor en Siria: el ataque al santuario de Sayyeda Zainab, en honor a la nieta de Mahoma, cerca de Damasco. Eso pondría la situación “fuera de control”, advierte Nasrala. Hoy hay cerca de un millar de miembros de Hezbolá protegiendo el edificio, según los datos que aporta vía email la oficina del portavoz del Estado Mayor conjunto del ELS, Abdul Hamid Zakaria. Otros 2.000 voluntarios estarían en Damasco y entre 800 y 1.000 más en Qusayr y sus alrededores, cerca de la frontera con Líbano. Estas cifras son ligeramente superiores a las que manejan Inteligencias como la israelí. La agencia AFP añade que hay al menos 13 pueblos en suelo sirio donde residen numerosos libaneses afines al grupo chií que han sido armados por Hezbolá para vigilar la zona. El ELS denuncia, además, que varias unidades se han infiltrado en Alepo e Idlib como refuerzo en los combates entre el Ejército leal al régimen y el insurgente.

“Es nuestro deber nacional y moral”, “Defendemos la tierra chií y nuestros santos lugares”, “Los hermanos sirios nos necesitan”, son algunos de los comentarios que se leen en los medios libaneses que se hacen eco del discurso de Nasrala. Pero también hay quien escribe: “Estamos olvidando nuestra base, que es la resistencia a Israel”, “Criticamos a EEUU por inmiscuirse y nosotros hacemos lo mismo” o “El Asad ha llegado a un punto en el que es imposible defenderlo”. Es un ejemplo de la división interna, en el seno de Hezbolá y en el de la población libanesa, sobre cómo abordar la crisis en la nación vecina.

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Una mayor intervención de la organización islamista puede poner en riesgo la integridad de su territorio, con el ELS y grupos salafistas locales amenazando a Líbano con ataques sobre su suelo si Hezbolá no da un paso atrás, y con la Coalición Nacional por las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CNFORS) reclamando formalmente a Beirut que controle la frontera y ate en corto a la milicia, que “amenaza” al pueblo sirio e “interfiere” en su política.

El problema es que en Líbano nadie toma decisiones por ahora, desde que el mes pasado se disolviera el Gobierno. El desorden, otro más, en el gabinete, ha sido la oportunidad escogida por Nasralá para pasar de sus tibias alusiones a Siria a una implicación abierta. Por ahora el coste político interno le beneficia. Prefiere apuntalar a su valedor Al Asad y mantener así un aliado esencial mientras, de paso, aprovecharse de su armamento.

Y eso es lo que más preocupa a Israel, en vilo por si el incendio desborda las fronteras sirias. Aunque Nasralá niega que Hezbolá enviase el avión no tripulado que las Fuerzas Aéreas israelíes neutralizaron cerca de Haifa, el jueves pasado, lo que angustia es que se hagan con las armas químicas de que dispone el régimen sirio. Yiftah Shapir, investigador del Instituto de Estudios Nacionales de Seguridad en Tel Aviv, cree que El Asad ha pasado a Hezbolá el armamento que no necesita usar de inmediato y quiere proteger, posiblemente, más elementos de defensa aérea que armas químicas.

El ataque en enero a un convoy de armas camino de Líbano es un ejemplo de acción “quirúrgica” para evitarlo. Shapir no descarta ataques puntuales a Israel para desviar la atención de Siria, que el grupo libanés puede ejecutar porque dispone de importantes defensas antiaéreas (Strelets, Pantsyr), misiles de medio alcance (Fajr-3 y 5) y cohetes diversos. Todo cortesía de Damasco. “Han estado con El Asad desde el estallido de la revolución. La duda es saber qué más lograrán”, concluye.

Dos mil reservistas israelíes fueron movilizados el martes por sorpresa en el frente norte, en la frontera israelo-libanesa, en una maniobra que el Ejército tenía preparado desde hace tiempo, según fuentes militares. Los ejercicios acaban mañana. El diario libanés Daily Star publica hoy que, al otro lado, Hezbolá está ocupando nuevos caminos y casetas de vigilancia, aprovechando una retirada de tropas del Ejército nacional. La Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL) confirma este despliegue.

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