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Las cuentas no salen en un Portugal con cada vez más paro y más recortes

El desempleo alcanza la cifra récord del 17,7%. El número de personas sin trabajo ha crecido en más 10 puntos desde 2008

Ciudadanos portugueses entran en una oficina de empleo en Lisboa.
Ciudadanos portugueses entran en una oficina de empleo en Lisboa.JOSE MANUEL RIBEIRO (REUTERS)

 No hay descanso para el portugués medio. No hay un día en que no se acueste o se levante zarandeado por un susto económico, una amenaza a su salario o una previsión que le vuelve o le volverá más pobre. El viernes, el primer ministro, el conservador Pedro Passos Coelho, anunciaba ajustes inminentes por valor de 4.800 millones de euros, sin precisar demasiado; el miércoles por la noche, en una entrevista televisada, Helder Rosalino, el secretario de Estado de Función Pública, insinuaba que los funcionarios jubilados pueden ver su pensión mermada, por ley, en un 10%, incluidos los que ya están retirados hace tiempo, inaugurando un nuevo tipo de recorte: el retroactivo. Ayer llegó otra mala noticia: el paro, que crece de forma imparable, se dispara ya a un inusitado 17,7%, una cifra récord.

Los parados lusos ya casi alcanzan la simbólica cifra del millón. Ahora mismo son ya más de 950.000. El ritmo es demoledor y deja un rastro simplemente pavoroso: en 2008, el desempleo portugués rozaba el 7%. Lo peor es que no hay nada que indique que la tendencia vaya a cambiar.

El Gobierno calcula que la economía caiga este año un 2,3% y que el paro alcance un 18,2% en diciembre, una previsión que se antoja corta a la luz de los datos conocidos ayer. Así, las cuentas siguen sin salir en el Gobierno de Passos Coelho, que desde que llegó al poder hace casi dos años, con el país intervenido tras un préstamo de 78.000 millones de euros, ha ido aplicando oleadas continuas de medidas de ajuste —aconsejadas, cuando no ordenadas, por la troika— a fin de reducir el déficit como principal objetivo. La consecuencia es una economía que agoniza.

Entre los próximos ajustes, además de rebajas en los salarios y bonificaciones a funcionarios, se producirán despidos en la Administración. Aún nadie sabe exactamente cuántos, ni cómo ni cuándo. Por lo pronto, los puentes entre el Gobierno y los sindicatos parecen rotos. El lunes, una reunión entre miembros de los sindicatos de la función pública y representantes del Ministerio de Economía duró “diez minutos”.

El Gobierno se ve atrapado en una espiral recesiva a la que no se ve salida

La oposición, desde el Partido Socialista (PS) portugués, a las formaciones situadas más a la izquierda, claman por un cambio de estrategia, lo único, según afirman, que puede evitar que Portugal se hunda en una suerte de espiral recesiva continua (más paro, luego más recesión, luego más ajustes, luego más paro, etcétera). “¿Qué dato necesita todavía el Gobierno para cambiar?”, se preguntaba ayer el diputado socialista Nuno Sá. Passos Coelho no va a hacerlo. El viernes recordó que sigue con las manos atadas, encadenado a los compromisos adquiridos con la troika, cuyos representantes, por cierto, se encuentran en Lisboa inspeccionando, precisamente, estas nuevas medidas de austeridad de 4.800 millones de euros. De este examen (y de su aprobación) depende que Portugal reciba 2.000 millones de euros, lo que ilustra hasta qué punto el país vive gracias a oxígeno asistido. La oposición replica, simplemente, que renegocie con Europa o que convoque elecciones.

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El Gobierno, con todo, recuerda que hace tres días, el país logró emitir, con éxito, deuda pública a diez años, algo que no pasaba desde antes del rescate de 2011. Un logro financiero, sin duda. Pero los datos del paro reflejan que la aparente tranquilidad de los mercados no traspasa hacia la economía del día a día. Otro síntoma que subraya que la gente, más allá de las ratios de los intereses de la deuda pública, lo está pasando cada vez peor, son las quejas al Defensor del Pueblo, que crecen un 250% y se centran, sobre todo, en materias relacionadas con subsidios escamoteados, urgencias sanitarias que cuestan dinero o sueldos que han desaparecido, entre otras pérdidas sociales.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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