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Los Veintisiete se limitan a lanzar una señal política contra la evasión fiscal

Bruselas no espera grandes avances en la cumbre de este miércoles contra el fraude

Lucía Abellán
Vista general del Parlamento Europeo hoy, durante el pleno, en Estrasburgo.
Vista general del Parlamento Europeo hoy, durante el pleno, en Estrasburgo. vincent kessler (REUTERS)

Casi cinco años después de que la crisis comenzara a lastrar a Europa, los líderes europeos se plantean por primera vez cómo ingresar más, en lugar de cómo gastar menos, para cuadrar las cuentas públicas. Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE intentarán este miércoles avanzar en la lucha contra la evasión fiscal, que cada año detrae de las arcas públicas europeas un billón de euros (equivalente a la riqueza que produce España en un año), según estimaciones de la Comisión Europea. La UE quiere hacer lo posible por sellar esa rendija. Bruselas confía en obtener compromisos claros de los países miembros para atajar este problema, aunque fuentes diplomáticas advierten de que las medidas más concretas tardarán en ver la luz. Así es Europa, para lo bueno y para lo malo. Más aún en un momento de cierto malestar en algunas instituciones, con Berlín acusando a la Comisión de pasividad, y Bruselas apuntando —con la boca pequeña— que tal vez el liderazgo alemán haya ido demasiado lejos.

Porque ese es uno de los grandes males de Europa, por encima de muchos otros. Hoy, por ejemplo, los Estados asisten impasibles al aprovechamiento abusivo que hacen las grandes empresas de la ley para reducir al mínimo su factura fiscal. La Comisión instará a los socios a que informen antes de final de año sobre qué medidas “concretas y visibles” han adoptado para evitar que esos beneficios empresariales escapen a la tributación. A su vez, Bruselas se compromete a revisar la normativa que regula las relaciones entre las empresas matrices y sus filiales, de forma que se restrinjan las operaciones destinadas a eludir al fisco. El último caso flagrante es el del gigante informático Apple de Estados Unidos, que entre 2009 y 2012 ha conseguido evitar el pago de impuestos por importe de 74.000 millones de dólares (57.500 millones de euros), según un informe del Senado norteamericano. “Apple buscó el cáliz sagrado de la evasión de impuestos”, concluye el Senado estadounidense.

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La otra laguna que los Estados deberían cubrir este miércoles se refiere al intercambio de información fiscal entre países. Hasta ahora Austria y Luxemburgo han bloqueado la directiva que debería permitir que un Estado miembro reciba datos de las cuentas de sus contribuyentes en el extranjero. La ventaja competitiva que explotan estos países como captadores de capitales los ha hecho hasta ahora alérgicos a la transparencia. La presión que ha emergido en las últimas semanas del resto de Estados miembros podría vencer esas resistencias, según fuentes comunitarias. Los líderes europeos quieren tener atados los cabos a final de año, aunque está por ver con qué grado de compromiso.

Ese intercambio automático de información fiscal es clave para que Europa pueda negociar con legitimidad un canal de comunicación similar con terceros países. La Comisión Europea entiende que es muy difícil exigir a Suiza, Mónaco u otros territorios opacos ese flujo de datos, como le han pedido los Veintisiete, si la UE “no tiene la casa en orden”. Además, los países miembros deben aprobar que ese intercambio de información abarque, además de los intereses de las cuentas, otros rendimientos del capital como los dividendos.

Más sencillo, en teoría, será el acuerdo en otro de los principales focos de fraude fiscal: el IVA. Los Estados se comprometen a aprobar antes de julio mecanismos de reacción rápida para hacer frente a las tramas relacionadas con este impuesto. Se trata de impedir las devoluciones de IVA a las empresas que lo soliciten cuando haya evidencias de que son operaciones cuyo único objetivo es cobrar esas cantidades en un país sin que se ingresen en otro.

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Lejos del dramatismo de otras cumbres, la reunión de líderes pasará de puntillas por varios de los puntos calientes de la crisis: el paro juvenil, la unión bancaria, el órdago de Reino Unido o las propuestas francesas de gobierno económico. Todo eso se deja para más adelante. El panorama está más despejado que otras veces, y además de los aspectos relacionados con la lucha contra el fraude fiscal, los Veintisiete apenas tienen previsto abordar la estrategia de política energética europea, que brilla, de momento, por su ausencia a pesar de los desafíos que quedan por delante en ese ámbito. En medio aún de la Gran Recesión, la Unión solo tiene ojos para la crisis. Y como mucho, para el fraude, a la vista de las telarañas que presentan las arcas públicas.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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