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Un grupo terrorista expulsado de Malí en enero golpea ahora a Francia en Níger

Dos cohes-bomba estallan ante la mina de uranio de Arlit y un cuartel en Agadez. Los atentados del MUYAO causan más de veinte muertos y decenas de heridos

Imagen de septiembre de 2010 de la entrada al yacimiento de uranio explotada por la compañía francesa Areva en Arlit (Níger).
Imagen de septiembre de 2010 de la entrada al yacimiento de uranio explotada por la compañía francesa Areva en Arlit (Níger).ISSOUF SANOGO (AFP)

El terrorismo en el Sahel funciona como los vasos comunicantes. Francia desalojó, en enero, a Al Qaeda y sus grupos afines del norte de Malí, pero este jueves han reaparecido en el vecino Níger para golpear los intereses franceses y paralizar la gran mina de uranio de Somair.

Níger había padecido ya el azote del terrorismo, pero nunca atentados como los dos que hoy han costado la vida a 23 personas, la mayoría jóvenes militares nigerinos de un cuartel de Agadez y también un empleado de Areva en Arlit, donde la multinacional francesa explota la mina Somair, que quedó paralizada. “Está gravemente dañada”, declaró Marou Amadou, portavoz gubernamental nigerino a la emisora France-Inter. Hubo también más de 60 heridos.

La doble explosión de los dos coches-bomba en Agadez y Arlit, que fue seguida con un tiroteo en el que murieron tres asaltantes, fue reivindicada por el Movimiento para la Unidad de la Yihad en África Occidental (MUYAO), un grupo terrorista que se dio a conocer en octubre de 2011, cuando secuestro en Tinduf (suroeste de Argelia) a dos cooperantes españoles y a una italiana, ya liberados. Horas después y a través de un portavoz,  el yihadista argelino Mokhtar Belmokhtar aseguró haber supervisado el ataque, según recoge AFP.

El ataque estuvo dirigido “contra los enemigos del islam en Níger”, declaró Abu Walid Sahraoui, portavoz del MUYAO a lo que el presidente francés, François Hollande, respondió prometiendo proteger los intereses de su país y cooperar con el presidente nigerino, Issoufou Mahamadou, para “luchar contra el terrorismo”.

París apenas tiene intereses económicos en Malí, donde intervino militarmente, pero sí los posee en Níger. A través de Areva, en la que el Estado francés posee un 80%, Francia explota las dos principales minas de uranio de Níger, la de Arlit, en la que posee el 63%, y la de Akokan, con el 34%. En la de Inmouraren, en la que la producción aún no ha arrancado, ostenta el 56%.

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De las minas nigerinas se extrae hoy en día el 8% de la producción mundial de uranio, pero cuando la de Imouraren funcione a pleno rendimiento Níger se colocará en el segundo puesto mundial entre los productores de ese mineral. Francia, el país más nuclearizado del mundo, “importa todo el uranio que consume y más del 30%, algunos años fue casi el 40%, proviene de Níger”, señala Jesús García-Luengos, investigador del área de Recursos Naturales de la Universidad Autónoma de Madrid.

Areva reforzó su dispositivo de seguridad en Níger en septiembre de 2010 tras el secuestro por Al Qaeda, en Arlit, de siete empleados de la multinacional y de una de sus filiales, cinco de ellos franceses. Cuatro meses más tarde otros dos franceses apresados por los terroristas en Niamey fueron acribillados cuando las fuerzas de elite francesas intentaron rescatarles.

Cuando, hace cuatro meses, París desencadena la operación Serval de expulsión de los terroristas del norte de Malí también envió a puñado de soldados de sus fuerzas especiales para proteger el uranio en Níger. Pese a estas precauciones los terroristas han sido capaces de asestarle un golpe en Arlit aunque casi todos los muertos son nigerinos. Las primeras indicaciones apuntan a que los yihadistas entraron en Níger desde Malí.

“Al limpiar el norte de Malí, hemos reforzado a esos mismos islamistas en el sur de Libia e incluso en Túnez, Mauritania, Níger y ello supone un riesgo hasta para Marruecos”, declaró la semana pasada, en la presentación de su libro Sahelistan, el perodista francés Samuel Laurent. Libia es ahora el nuevo feudo terrorista y de ahí salieron para apoderarse, en enero, de la planta gasística argelina de In Amenas y ahora para golpear en Artlit.

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