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Obama no quiere un Bobby Sands

El presidente retoma la iniciativa para cerrar Guantánanmo forzado por una huelga de hambre que suma ya más de 100 presos de un total de 166

Yolanda Monge

La tozuda realidad ha instalado en las mentes de los reclusos de Guantánamo la acertada idea de que la única manera en la que abandonarán la prisión es muertos, razón por la cual iniciaron una huelga de hambre a principios de febrero para hacerse oír y que ha forzado al presidente de Estados Unidos a tomar una posición más activa más allá de la mera retórica de que es su deseo cerrar el polémico penal.

Barack Obama es en gran parte responsable –el Congreso no está exento de falta- de que 56 de los 86 presos que tienen el visto bueno de la Administración para ser transferidos a sus países de origen estén atrapados en Guantánamo. Esos 56 presos son de Yemen, país sobre el que el presidente firmó una moratoria -que ha levantado hoy- contra los traslados tras el atentado fallido el día de navidad de 2009 en un avión por parte de un yemení y la rama de Al Qaeda en ese país asiático frente al cuerno de África.

Hoy, ni siquiera había prensa en la base naval militar para reportar sobre lo que sucedía, ya que tanto esta semana como la siguiente se han suspendido las habituales visitas al centro de detención

Hoy, los presos de Guantánamo no han podido ver por televisión el discurso del presidente sobre política antiterrorista, ya que la huelga de hambre que secundan más de 100 reclusos de un total de 166 ha forzado un confinamiento individual debido a altercados con los guardas. Pero sí vieron el discurso del Estado de la Unión pronunciado por Obama en enero y en el que no hubo ni una sola mención al penal, en el que la mayoría de los reos llevan ya más de 10 años encerrados sin cargos y con carta blanca para abandonar el territorio cubano.

Hoy, ni siquiera había prensa en la base naval militar para reportar sobre lo que sucedía, ya que tanto esta semana como la siguiente se han suspendido las habituales visitas al centro de detención.

No ha sido la presión de la opinión pública la que ha obligado al presidente a dar un paso adelante y repetir lo que ya dijo en 2009, que desea poner fin a una situación que daña los intereses de Estados Unidos y le desprestigia. Lo que ha movido a la Administración es el posible escenario de titulares planetarios que hablen de muertos por huelgas de hambre en Guantánamo. Obama no quiere un Bobby Sands ni sobre su conciencia ni sumado al martirologio de la causa Yihadista, que ganaría adeptos de forma instantánea al igual que el IRA ganó militantes tras el fallecimiento de Sands en la prisión de Maze en 1981 bajo mandato de la Dama de Hierro, Margaret Thatcher.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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