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Turquía se rebela contra Erdogan

La calma reina de momento en la emblemática plaza turca La policía dispersa a la fuerza las protestas de Ankara

Miles de personas han vuelto este domingo el centro de Estambul tras dos días de violentos enfrentamientos entre la policía y manifestantes. En un ambiente festivo, la gente protestó de nuevo contra la actuación policial y del Gobierno y muchos pidieron la dimisión del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, que ayer había exigido a los manifestantes que pusieran fin a sus acciones. En Ankara, la capital, continuó la represión policial y el uso del gas lacrimógeno. Allí, unas mil personas intentaron alcanzar la oficina del primer ministro. En otras ciudades, como Adana, los manifestantes también lo intentaron. Lo que empezó el pasado lunes por la noche como una sentada contra la destrucción de un parque en el centro de Estambul, que el Gobierno quiere convertir en una zona comercial, se transformó tras la violenta respuesta policial en una protesta masiva en contra del Ejecutivo, sin precedentes durante los 11 años de gobierno de Erdogan.

[Erdogan] se está comportando como un dictador, queremos que dé marcha atrás"

Zuhal Unsla, enfermera de 28 años

Durante el viernes y el sábado, los agentes antidisturbios usaron cañones de agua y enormes cantidades de gas lacrimógeno para intentar dispersar a los miles de manifestantes. El sábado por la tarde la policía se acabó retirando del centro de Estambul y la gente ocupó la plaza Taksim, junto al parque.

Las manifestaciones no tienen líderes claros y surgieron de forma espontánea. La cuestión que ayer reinaba en el ambiente era: ¿y ahora qué? “Primero, la gente no quiere que vuelva la policía por aquí al menos durante unos días. Segundo, queremos que Erdogan se disculpe públicamente y que detenga el proyecto. Y, tercero, debería haber un cambio en la forma en la que hace política”, resumió Enis Ozacar, un guía turístico de 35 años, las demandas de los manifestantes. A su alrededor, en el parque Gezi y Taksim, centro y símbolo de las protestas, miles de personas celebraban lo que consideraban una victoria contra el “autoritarismo” de Erdogan.

"Prohibieron el alcohol... ¡Lo están prohibiendo todo!"

J. M. CALATAYUD, Estambul

Aunque las protestas durante el fin de semana en Estambul tienen su origen en una sentada contra la demolición de un parque en el centro de la ciudad, los manifestantes insistieron en que las cuestiones de fondo son otras y criticaron duramente la deriva "autoritaria" del Gobierno y, en especial, del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan.

"Esto va mucho más allá de los árboles. Erdogan ha cambiado el sistema educativo, el Gobierno prohibió el alcohol… ¡lo están prohibiendo todo!", exclamó Zuhal Unsal, una enfermera de 28 años que se manifestaba en la Plaza Taksim. El Gobierno islamista moderado de Erdogan ha eliminado algunas restricciones que pesaban sobre la presencia de la religión en la esfera pública, como la enseñanza del Corán en la educación primaria. Además, hace unos días el Parlamento aprobó una ley que limita la promoción y el consumo de alcohol.

"Otra cuestión es la de los medios de comunicación, ¿lo has visto? No cubrieron la violencia (policial)", se lamentó Enis Ozacar, de 35 años y guía turístico, en lo que era una de las quejas más repetidas en Taksim. Organizaciones defensoras de la libertad de prensa han criticado repetidamente al Gobierno turco, al que el Comité para la Protección de los Periodistas llama "el mayor encarcelador de periodistas del mundo", con 49 reporteros en prisión.

"El Gobierno también se equivoca en su política exterior: la gente no quiere que Turquía intervenga en la guerra en Siria", añadió Halil Sertbulut, de 37 años. Ankara ha apoyado a los rebeldes desde el inicio del conflicto en Siria en marzo de 2011. El mes pasado, un atentado doble en una ciudad turca en la frontera con Siria, que el Gobierno atribuyó a grupos leales a Damasco, provocó la muerte de 52 personas.

Los manifestantes se quejaron igualmente de otros proyectos urbanísticos del Gobierno, como la construcción del tercer puente sobre el Bósforo, que también acabará con varias zonas verdes.

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Más de 1.700 personas fueron detenidas en las protestas, que se extendieron a 67 ciudades por todo el país, aunque la mayoría ya han sido puestas en libertad, según declaró ayer el ministro del Interior, Muammer Güler, quien cifró las manifestaciones desde el martes en 235.

En Estambul, la violencia policial causó más de 100 heridos, según fuentes médicas. Grupos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional (AI) han condenado la actuación policial y AI aseguró que al menos dos personas habían muerto, aunque este extremo no fue confirmado oficialmente. Dejando de lado la cuestión kurda, habría que remontarse a los años sesenta y setenta para encontrar manifestaciones como la de estos días, según comentaron en Taksim algunos de los asistentes.

“Antes, la gente tenía miedo de que les pegaran o usaran gas contra ellos, pero hemos demostrado que ya no es así”, comentó Halil Sertbulut, de 37 años y que compagina su trabajo en una empresa energética con un doctorado en Ciencias Políticas. “Por fin los turcos se han activado políticamente”, añadió.

Desde la mañana de ayer, numerosos voluntarios limpiaban, junto a los servicios municipales, la basura y los escombros producidos por las protestas, recogiendo incluso una a una las colillas del suelo. Otras personas distribuían gratis agua y comida o la apilaban en varios lugares en el parque para que la gente lo pudiera coger. Algunos grupos bailaban en círculo cogidos de las manos y cantaban canciones tradicionales. También había quien ayudaba a mantener las barricadas que cerraban varios de los accesos a la zona y con las que los manifestantes querían evitar un regreso de los policías antidisturbios.

La gente pidió a los partidos de oposición en el Parlamento que no mostraran sus emblemas para que las protestas siguieran siendo no partidistas. Pero grupos políticos más pequeños, en su mayoría de izquierdas, sí llegaron a Taksim con sus banderas rojas y amarillas. Muchas personas llevaban banderas de Turquía y también las había con la cara de Mustafá Kemal Atatürk, el fundador de la actual República Turca en 1923, defensor del Estado laico y a quien muchos ven como una figura opuesta a la del primer ministro.

“Se está comportando como un dictador, queremos que dé marcha atrás en sus decisiones y que se marche del Gobierno”, insistió Zuhal Unsla, una enfermera de 28 años, en Taksim. Otro grupo de manifestantes se mostraba más agresivo y amenazaba con “llevar la guerra a las calles" si Erdogan no dimite, en palabras de Nedim Sarfati, un camarero de 22 años que hablaba con voz muy ronca, según él debido al gas lacrimógeno. “¡Tenemos que mostrarle nuestra rabia porque él aún no se da cuenta!”, exclamó. Numerosas pintadas en el centro de la ciudad decían: “Erdogan dimisión”.

“Dicen que Tayyip Erdogan es un dictador. Si llaman dictador a alguien que sirve al pueblo, yo no puedo decir nada más”, dijo el propio primer ministro en una intervención televisada. “Creemos que el principal partido de la oposición [el Partido Republicano Popular o CHP, en turco], que está llamando a la resistencia en las calles, está provocando las protestas”, añadió Erdogan, que insistió en que el proyecto de remodelación del parque seguirá adelante a pesar de las protestas. “Vamos a construir una mezquita en Taksim y para hacerlo no necesitamos el permiso del CHP ni de unos cuantos vagos [en referencia a los manifestantes]”.

Los manifestantes repetían que las protestas habían surgido de forma espontánea y como respuesta a la violenta actuación policial y al “autoritarismo” del Gobierno. “Yo he visto a niñas, he visto a mujeres con velo… Esto no es sobre religión ni sobre partidos políticos, aquí estamos todos juntos”, insistió Sertbulut. “Erdogan cree que su palabra es la ley y quiere imponernos su estilo de vida, pero nosotros no queremos vivir así”, comentó Ozacar, mientras tanto él como los demás manifestantes aseguraban que continuarán en las calles hasta que el Gobierno cambie de actitud.

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