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Erdogan desafía a los indignados al vincularlos con el terrorismo

Erdogan afirma que seguirá adelante con sus planes y que entre los manifestantes hay terroristas Los ocupantes del parque de Estambul se organizan en una pequeña ciudad de tiendas de campaña

Erdogan, recibido en el aeropuerto Ataturk de Estambul.Foto: atlas | Vídeo: Atlas / AFP
Juan Carlos Sanz (enviado especial)

Arrogante, ungido por tres victorias electorales consecutivas, Recep Tayyip Erdogan regresó anoche a Turquía como un sultán de inapelable poderío. Antes de que su avión aterrizara en el aeropuerto Atatürk de Estambul, el primer ministro advirtió en Túnez, última etapa de su gira oficial por el Magreb, que no cederá ni un palmo de césped en los planes para construir un centro comercial en un parque de la ciudad del Bósforo, y vínculo al movimiento ciudadano contra el proyecto —que ha protagonizado la mayor protesta popular registrada en sus más de 10 años de mandato— con elementos terroristas de la ultraizquierda turca. Ya en la terminal área de la ciudad del Bósforo miles de sus partidarios le aguardaban, en contra de la consigna oficial de calma del partido en el poder, coreando cánticos de apoyo. "Estamos dispuestos a morir por ti, maestro", le gritaban. Mientras en el centro de la ciudad, una masa de opositores a su política exigía su dimisión en un tono festivo y reivindicativo. Subido en el techo de un autobús, Erdogan llamó a la unidad y hermandad de sus seguidores en un mensaje apaciguador, pero también exigió "el fin de las manifestaciones violentas". Turquía nunca parecía haber estado tan dividida desde el golpe de Estado de 1980.

Partidarios de Erdogan esperan su llegada en el aeropuerto de Estambul.
Partidarios de Erdogan esperan su llegada en el aeropuerto de Estambul.OZAN KOSE (AFP)

“Nuestro proyecto en la plaza de Taksim conjuga la preservación de la naturaleza y del patrimonio histórico”, aseguró Erdogan en Túnez para defender la construcción de un centro cultural y comercial en un edificio inspirado en el antiguo cuartel otomano sobre cuyo solar fue creado el parque de Gezi. El primer ministro también declaró que algunos de los detenidos en las protestas están vinculados al Partido Revolucionario para la Liberación del Pueblo, un grupo ilegal de extrema izquierda acusado del ataque cometido el pasado 1 de febrero contra la Embajada de Estados Unidos en Ankara, en el que murieron un guarda de seguridad y un asaltante. “Quienes se preocupan por el medio ambiente deben saber que [algunos participantes en las protestas] están condenados por terrorismo”, afirmó.

El mensaje intransigente de Erdogan provocó poco después un desplome de la Bolsa de Estambul, que cerró con una caída del 4,7%, y de la lira turca, que se hundió hasta su cambio más bajo de los últimos dos años con el euro y el dólar.

Durante la ausencia del primer ministro, el presidente de la República, Abdulá Gül, y el viceprimer ministro Bülent Arinc, se habían mostrado apaciguadores —el segundo recibió el miércoles en Ankara a representantes del movimiento en defensa del parque de Gezi— para intentar apagar el incendio provocado por las descalificaciones lanzadas por el jefe del Ejecutivo contra los indignados antes de su partida. Les llamó çapulcu, un término peyorativo turco que equivale a “merodeador sin domicilio fijo”, y que bien podría traducirse por “perroflauta”.

Pero Erdogan no pareció hacer caso de los llamamientos a la calma. Incluso el líder espiritual del islamismo político turco, Fetulá Gülen, le advirtió desde las páginas del diario Today´s Zaman de que debía tener en cuenta la opinión de los manifestantes y actuar “con moderación e inteligencia”. La aparente brecha abierta por el conflicto de Taksim entre Erdogan y Gül, cofundadores del AKP, amenaza con desestabilizar al partido que controla el poder desde finales de 2002.

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El mensaje enviado desde Túnez caldeó los ánimos en Taksim y Gazi, donde se concentraban anoche miles de personas. La jornada había transcurrido en tono festivo en el epicentro de las protestas. Grupos de estudiantes cantaban por la mañana viejas canciones de amor de Anatolia. “Le hemos cambiado la letra, en lugar de ‘vete ya de mi lado’, decimos ‘Erdogan, lárgate ya”, explicaba sonriente Çagaz, de 19 años, un alumno de la Facultad de Empresariales del campus de Bilgi de Estambul que declinó facilitar su apellido.

Los indignados de Gezi se han organizado a conciencia junto a la céntrica plaza de Taksim. Gracias a las donaciones de los ciudadanos que les visitan han instalado una biblioteca con ladrillos y tablones, una cantina que reparte bebidas y bocadillos, un centro de información en un viejo minibús… “Vamos a quedarnos y resistiremos hasta que Erdogan rectifique”, aseguraba Çagaz, que se declara políticamente independiente, pero confiesa su simpatía por la oposición socialdemócrata y laica.

Las pintadas de Taksim y Gezi rinden homenaje al ingenio heredado del Mayo francés por estos çapulcu turcos, que —como el legendario “no hay pan para tanto chorizo” de los perroflautas de la Puerta del Sol— también tienen sus lemas inspirados como “no necesitamos gases lacrimógenos, somos gente sentimental”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz (enviado especial)
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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