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Londres espió a los delegados de las cumbres del G-20 en 2009

Intervino teléfonos y ordenadores para conocer en tiempo real las posiciones de varios países La revelación, publicada por 'The Guardian', coincide con la cumbre del G-8 en Irlanda del Norte

Foto: atlas | Vídeo: Atlas

Los servicios de inteligencia británicos, que contaban con la autorización expresa del Gobierno, interceptaron llamadas telefónicas de móviles y correos electrónicos de numerosos asistentes a cumbres del G-20 que se celebraron en 2009 en Reino Unido porque los británicos ostentaban la presidencia del G-8. La información, publicada esta noche por el diario The Guardian en su página web, viene detallada en documentos que el diario ha conseguido a través de Edward Snowden, que días atrás reveló el escándalo del espionaje de Estados Unidos en Internet.

Los británicos no solo rompieron las barreras de seguridad de los teléfonos móviles BlackBerry para controlar sus llamadas telefónicas y correos electrónicos, sino que pusieron en marcha Internet cafés programados para interceptar los correos y las claves de acceso para espiar a los delegados que asistían a esas reuniones, suministrando en vivo información privilegiada a 45 analistas que la hacían llegar de inmediato a los negociadores del Gobierno de Su Majestad.

La publicación de la información coincide con la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno del G-8 que se celebra este lunes y el martes en Irlanda del Norte coincidiendo de nuevo con la presidencia británica. Aunque en aquellos tiempos el primer ministro era el laborista Gordon Brown, la sin duda intencionada publicación de estos papeles en vísperas de ese encuentro de altísimo nivel en tierras británicas va a poner en serios apuros a su sucesor, el conservador David Cameron. Entre otras razones porque Londres ya se había visto alcanzada de lleno por los documentos entregados por Snowden a The Guardian, que revelan que el espionaje británico se ha aprovechado durante años del programa Prisma elaborado por la CIA para espiar en el extranjero.

Aunque las autoridades británicas no han confirmado ni desmentido el acceso de sus servicios de inteligencia a Prisma y aseguran que estos han actuado siempre de forma legal, sigue habiendo serias dudas sobre hasta qué punto la inteligencia de Reino Unido ha respetado no solo la letra de la ley, sino el espíritu. La decisión final está en manos de la investigación que llevará a cabo la Comisión de Inteligencia y Seguridad de los Comunes, aunque es muy probable que solo se conozca su dictamen final pero no el detalle de sus averiguaciones, que se realizan muy a menudo a puerta cerrada.

Documentos estadounidenses a los que ha accedido el diario revelan que el ministro de Finanzas turco, Mehmet Simsek, y una quincena de delegados de ese país están entre los políticos y funcionarios espiados, en ese caso con ocasión de una cumbre de ministros de Finanzas en la que los países intentaban ponerse de acuerdo para afrontar la crisis financiera internacional.

Foto de familia de la cumbre del G-20 en 2009.
Foto de familia de la cumbre del G-20 en 2009.olivier hoslet (EFE)
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El objetivo del espionaje era conocer en tiempo real las posiciones de las delegaciones. Con esa información, que se hacía llegar de inmediato a la delegación británica, esta jugaba así con ventaja para poder maniobrar de acuerdo con sus intereses con vistas al acuerdo final. “En una situación en vivo como esa, la inteligencia recibida puede usarse para influir sobre los acontecimientos que han ocurrido sobre el terreno minutos u horas antes. Eso significa que no es suficiente como fuente la transcripción posterior de llamadas telefónicas; el soplo en tiempo real es esencial”, señala uno de los documentos.

Otra de las delegaciones espiadas con éxito fue la de Turquía. Sin embargo, la inteligencia británica no consiguió descifrar el contenido de las llamadas que habían grabado al presidente ruso en aquel momento, Dimitri Medvédev, interceptadas cuando viajaban vía satélite entre Reino Unido y Moscú.

Los documentos sugieren que el Gobierno laborista de la época, con Gordon Brown de primer ministro y David Miliband al frente de Exteriores, estuvieron al corriente de los preparativos de la operación. Un memorándum de enero de 2009 describe los consejos que funcionarios del centro británico de escuchas, el GCHQ, le dieron a su director antes de una reunión de este con Miliband con vistas a la cumbre de jefes de Estado del G-20 del 2 de abril de aquel año. “El objetivo del GCHQ es asegurar que toda la inteligencia relevante para el Gobierno de Su Majestad para lograr los objetivos que busca en la presidencia del G-20 llegue a los clientes en el momento adecuado y de tal forma que les permita hacer completo uso de ella”, señala el texto.

El diario londinense subraya que de acuerdo con material al que han tenido acceso, los ataques han sido tanto a teléfonos como a ordenadores y se han realizado en diversas ocasiones. Uno de los documentos señala en concreto que la táctica utilizada en esta operación “se ha utilizado mucho en recientes conferencias en Reino Unido, como por ejemplo en el G-20”. “Esa táctica”, señala el diario, “que es identificada con un nombre-código que The Guardian no va a revelar, es definida en un glosario interno como ‘una activa recopilación contra una cuenta de correo electrónico que adquiere mensajes de correo sin eliminarlo del servidor remoto’. Una presentación en transparencias de PowerPoint explica que eso significa ‘leer los correos de la gente antes o al mismo tiempo que se hacen”.

Ese mismo documento explica cómo se han puesto en marcha Internet cafés para atraer a ellos a los delegados y conseguir así acceder a sus códigos de entrada, lo que ha permitido a los servicios secretos obtener información para “diseñar opciones contra ellos antes de que acabe la conferencia”.

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