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El primer ministro portugués dice que ha encontrado una fórmula de estabilidad

El conservador Pedro Passos Coelho afirma que la renuncia del ministro de Asuntos Exteriores, Paulo Portas, es puramente “personal” y que no compromete el apoyo de su partido al Gobierno

Antonio Jiménez Barca
Passos Coelho llega al Palacio Nacional de Belém.
Passos Coelho llega al Palacio Nacional de Belém.FRANCISCO LEONG (AFP)

El primer ministro portugués, el conservador Pedro Passos Coelho, asegura que ha encontrado una fórmula que garantiza la estabilidad gubernamental portuguesa, puesta en causa desde el martes por el sorpresivo y explosivo anuncio de dimisión del ministro de Asuntos Exteriores, Paulo Portas, líder del CDS, partido coaligado hasta ahora al de Passos Coelho (el PSP). La dimisión de Portas levantó una oleada de rumores y de especulaciones, produjo el pánico en los mercados (y la bajada de las acciones bursátiles) y despertó una sensación irrespirable de incertidumbre, debido a que sin el apoyo de la formación de Portas, el Gobierno queda en minoría en el Parlamento.

Hoy, después de entrevistarse con el presidente de la República, Aníval Cavaco Silva, Passos Coelho, tras protagonizar treinta frenéticas horas en las que se sucedieron tres maratonianas reuniones con el mismo Portas, aseguró a la nube de periodistas que la estabilidad está asegurada. Añadió que la renuncia de Portas es puramente “personal” y que no compromete el apoyo de su partido al Gobierno. Una afirmación extraña, ya que Portas es el líder indiscutible (aunque objeto de un aluvión de críticas por su gesto algo explosivo) de la formación de centro derecha.

Con todo, Passos Coelho no detalló cuál es esa fórmula. La prensa portuguesa, de hecho, sostiene que aún no está del todo cerrada. Hay varias hipótesis posibles: que el CDS salga del Gobierno pero que prometa un apoyo parlamentario al Ejecutivo o, al menos, un compromiso de que no votará en contra; que Paulo Portas reconsidere su decisión y, tentado con más poder, vuelva al Gobierno; que el CDS siga en el Gobierno, pero sin Portas. Cualquiera de estas fórmulas, de cualquier manera, fragiliza mucho a un Gobierno que aún está en medio de un camino estrecho, duro y largo, con la troika controlándolo todo desde lejos, con un país cada vez más harto de medidas de ajuste y con la necesidad (según Passos Coelho) de que los recortes deben intensificarse.

Passos Coelho insistió hoy, tras su reunión con Cavaco Silva, en que Portugal, país intervenido y asistido financieramente desde abril de 2011, cumplirá con lo firmado con los acreedores internacionales gracias a este acuerdo salvado in extremis y logrará volver a los mercados en 2014, tal y como estaba previsto.

La crisis política que atraviesa Portugal –y que ya parece en vías de solución- le ha salido cara al país: la bolsa se hundió un 5% el miércoles, en una jornada negra que sólo se puede comparar, en cifras negativas, a la que sufrió en día de la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008. Y los intereses de los bonos en el mercado secundario han vuelto a unos valores que no se veían desde hace meses.

La razón esgrimida por Portas para dimitir fue la elección, para el cargo de ministro de Finanzas, de Maria Luis Albuquerque, quien, a su juicio, iba a ejercer una política idéntica a la del anterior titular en el cargo, Vítor Gaspar, centrada en la férrea contención del gasto, en la austeridad y en la aceptación sin rechistar de las recomendaciones-órdenes de la troika. Pero muchos (incluso en su propio partido) reprochan a Portas el no haber sido capaz de negociar eso de puertas adentro, sin destrozar la imagen de país estable y cuerdo políticamente que tanto gusta a la troika y a los mercados. Durante dos años, Portugal ha tratado de alejarse del espectro griego y de acercarse a Irlanda (el otro país intervenido) pero la crisis política vivida esta semana se ha llevado por los aires lo cosechado durante todo este tiempo.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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