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Rusia condena a otro opositor de Putin

El líder de una vibrante campaña contra la corrupción en Rusia condenado a prisión por robo La comunidad internacional rechaza la sentencia

Pilar Bonet

Alexéi Navalni, el líder más carismático de la oposición a Vladímir Putin, salió esposado y escoltado del juzgado de la ciudad de Kírov, donde fue condenado a cinco años de cárcel y a una multa de 500.000 rublos (cerca de 12.000 euros) por un tribunal que le declaró culpable de robo de gran cuantía, supuestamente cometido cuando era asesor del liberal Nikita Belikh, el gobernador de la provincia del mismo nombre. Tras un beso de despedida a su esposa Julia, el abogado y bloguero que se ha hecho famoso justamente por denunciar el robo y la corrupción en su país comenzaba una nueva etapa de interacción con las realidades rusas, que le llevará primero a un calabozo de Kírov y de ahí, a un penal, si un tribunal de segunda instancia no lo remedia y le reconoce inocente.

Navalni, gran generador de proyectos imaginativos de éxito, es el autor de eslóganes hirientes como dardos para la clase política en el poder que fueron coreados por multitudes durante las protestas por las irregularidades electorales en las grandes manifestaciones de diciembre de 2011 y de marzo de 2012, respectivamente. Después de su toma de posesión el 7 de mayo de 2012, Putin ha vuelto a controlar la calle y los tribunales rusos se ocupan ahora de que todos los revoltosos de diversas afiliaciones que protagonizaron la temporada de “invierno-primavera 2011-2012” no vuelvan a reincidir, y para ello la justicia rusa acusa a decenas de personas de desordenes masivos en la plaza Bolótnaia de Moscú y mantiene al izquierdista Serguéi Udaltsov bajo arresto domiciliario.

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Al conocerse la sentencia en Kírov hubo protestas y detenciones y en Moscú se registraron por la noche escaramuzas entre partidarios de Navalni que habían salido a la calle a apoyar al activista. Las fuerzas del orden público se desplegaron en la zona próxima al Manège, las antiguas caballerizas del zar, que ha sido acordonada y cerrada por las autoridades municipales con la excusa del cambio de adoquines, lo que resulta bastante extraño teniendo en cuenta que el Manège es uno de los recintos donde se celebran mañana las reuniones de la cumbre de ministros de Finanzas y Economía del G-20. Grupos de centenares de personas deambulan en las cercanías de los hoteles de lujo del centro, ocupados ahora por los ministros y especialistas venidos para el G-20. Más de 10.000 manifestaron en Facebook su intención de salir a la calle en apoyo de Navalni. Los manifestantes no corean consignas, pero de vez en cuando aplauden, y son detenidos por la policía si salen de las aceras, según el relato de Itar-Tass. Policías y militares se iban concentrando en el centro y también camiones con equipo especial y autobuses de las fuerzas de intervención especial.

El juicio que ha condenado a Navalni y a un amigo de este, el empresario Piotr Ofitzerov, tiene su origen en las relaciones entre una empresa forestal de Kírov (Kirovles) y otra empresa intermediaria (Viatskaya Lesnaya Komania) creada por Ofitzerov en 2009 a instancias de Navalni, por entonces asesor sin sueldo del gobernador, con el fin de organizar el sector forestal de la provincia y hacerlo más rentable. La asociación no funcionó. Kirovles, que empleaba a más de 4.000 personas, acabó arruinándose, y Navalni y Ofitzerov fueron acusados de haber robado productos forestales por más de 16 millones de rublos (algo más de 376.000 euros al cambio actual) entre mayo y septiembre de 2009. El director de Kirovles, Viacheslav Opálev, ha sido uno de los testigos de cargo clave en contra de Navalni en una investigación criminal, que había sido ya archivado por la fiscalía por falta de pruebas pero que fue reabierto por orden del jefe del Comité de Investigación de Rusia.

Tanto Navalni como Ofitzerov, un padre de cinco hijos que ha sido condenado a cuatro años, se han declarado inocentes y Navalni ha pedido perdón al empresario por haberlo involucrado en una empresa que le ha perjudicado por el solo hecho de relacionarse con el bloguero. El presidente del tribunal que les juzgaba restringió al máximo el número de testigos de la defensa y usó a modo de prueba de cargo las conversaciones telefónicas y correspondencia mantenidas por Ofitzerov y Navalni y en concreto una frase en la que uno aconsejaba al otro que se abriera una cuenta de Gmail, algo que ha sido interpretado como un intento de crear un canal de comunicación conspirativa entre ellos.

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Navalni ha conseguido registrarse como candidato a las elecciones a alcalde de Moscú, que se celebran el 8 de septiembre, pero si se mantiene el veredicto de culpabilidad dictado en primera instancia, no podrá mantener su candidatura y tal vez quede inhabilitado de por vida para presentarse a elecciones, aunque los juristas difieren sobre este punto, puesto que ya está registrado. Tras la lectura del veredicto, Navalni tiene 10 días para presentar un recurso y los tribunales otros 30 días para examinarlo. Estos plazos indican que hay tiempo suficiente para dejar cerrado el asunto antes de que se celebren los comicios, en los que el favorito es Serguéi Sabianin, el siberiano que antes fue jefe de la Administración Presidencial.

Manteniendo hábilmente las formas, Sabianin instó a diputados de su partido a prestarle apoyo y a avalar la candidatura de Navalni para que pudiera competir en las elecciones, pues la ley que restableció las elecciones de gobernadores (el alcalde de Moscú, al igual que el de San Petersburgo, están en esa liga) contempla un complicado sistema de filtros antes de poder llegar a las urnas y esos filtros no podían ser superados sin la buena voluntad del alcalde y el partido mayoritario, Rusia Unida. Ahora, la opinión generalizada de los comentaristas independientes es que la actitud abierta y democrática de Sobianin era un dechado de hipocresía sin riesgos inmediatos, porque sabía que Navalni no iba a poder presentarse a las elecciones.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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