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Argentina redescubre a sus indígenas

La cuestión aborigen, antes ignorada, salta a la primera plana de las noticias Los indígenas luchan por, entre otras cosas, el acceso a la educación y la sanidad El conflicto también incluye la resistencia a la explotación de los recursos por empresas

La septuagenaria Argentina Paz Quiroga es una de los 34.000 indígenas huarpes que habitan en el país que lleva su nombre. “Cuando era chica, en la escuela me enseñaron que los huarpes no existían más”, cuenta Paz Quiroga. No solo a ella le inculcaron eso, sino que muchos habitantes de Argentina, donde los inmigrantes europeos eran un tercio de la población a principios del siglo XX, pensaban hasta hace poco que todos los pueblos originarios habían sido exterminados entre el imperio español y las primeras décadas de existencia de esta república sudamericana en el XIX. “Hace 40 años comenzamos a organizarnos, a recuperarse nuestra cultura”, cuenta quien es una de los dos portavoces de la Cumbre Nacional de Pueblos Indígenas, que se celebró a principios de junio pasado en la ciudad norteña de Formosa. La cuestión aborigen, antes ignorada de la agenda pública argentina, ha saltado a la primera plana de las noticias y hasta el propio papa Francisco recibió a finales de junio a un líder indígena que lucha por recuperar territorios de su comunidad, el qom formoseño Félix Díaz, cuya familia ha recibido agresiones y quien ha sido procesado por un juez por presunta usurpación de tierras.

El caso de Díaz ha sido emblemático para difundir la lucha de los indígenas en Argentina, que no solo incluye reclamaciones por territorios ancestrales que la Constitución de 1994 les reconoce, sino también contra la explotación de los recursos naturales por petroleras, mineras y empresas agrícolas, que se ha intensificado con la subida de precios de las materias primas desde los 2000, el acceso a la educación y la sanidad o incluso la conversión del país en un estado plurinacional, como el de Bolivia. Díaz acampó en 2011 durante meses en Buenos Aires para pedir la intercesión del Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner en un conflicto por tierras con el gobernador de la provincia de Formosa, Gildo Insfrán, un correligionario de la jefa de Estado. La disputa no ha acabado. En junio pasado, representantes de 16 pueblos indígenas se reunieron en Formosa para denunciar que en los últimos cinco años 18 de sus miembros murieron asesinados por defender su territorio, entre ellos un qom de la comunidad de Díaz. En aquella cumbre, Díaz y Paz Quiroga fueron designados portavoces, pero el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y muchas comunidades de pueblos originarios niegan su representatividad, recuerdan que en 2010 la jefa de Estado los recibió cuando Argentina celebrara 200 años de independencia y critican a las ONG, iglesias, partidos y medios de comunicación que hablan en su nombre. De lo que no caben dudas es de que sus reivindicaciones, en general compartidas por unos y otros, han comenzado a ser escuchadas por el resto de los argentinos.

Los descendientes de los pueblos originarios de Argentina son 955.000 personas, es decir, el 2,3% de la población total, según el censo de 2010. Entre las principales etnias figuran la mapuche (205.000), una de las más combativas, presente en la Patagonia de Chile y Argentina, algunos de cuyos representantes protestaron este martes contra el acuerdo de la petrolera YPF con la norteamericana Chevron para explotar juntas el rico yacimiento de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta; los qom (126.000), antes llamados tobas por el hombre blanco; los guaraníes (105.000), los diaguitas (67.000) y los kollas (65.000), todos del norte de Argentina. En el censo 2010 se relevaron más de 32 pueblos, cada uno con su lengua. De algunos quedan pocos sobrevivientes, como los 407 tapietés, que en guaraní significa “verdaderos esclavos”, y los 519 vilelas, ambos de la región boreal de este país.

“Llevamos muchos siglos resistiendo, pero es la primera vez que estamos organizados”, explica Paz Quiroga, en la rueda de prensa que ofreció en la iglesia porteña de Santa Cruz junto con Díaz, de regreso de Roma. Ninguno de los dos es católico y ella pide que la Iglesia no intente otra vez evangelizar a sus pueblos.“Las multinacionales invaden nuestro territorio y se apropian del agua. Los políticos están preocupados por la listita (de candidatos a las elecciones legislativas de agosto y octubre próximos). No hablan de estas cosas, ni los unos ni los otros”, criticó la portavoz a kirchneristas y opositores.

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