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La arriesgada afirmación del Papa sobre Jesús a los jóvenes en Copacabana

En un discurso en Copacabana, Francisco hace una distinción entre Jesús y Dios, su afirmación podría ser criticada por teólogos

Juan Arias
El papa Francisco saludando a sus fieles
El papa Francisco saludando a sus fielesGABRIEL BOUYS (AFP)

Más de un millón de jóvenes aguantaron firmes el viento polar y la lluvia en la mítica playa de Copacabana para ver al papa Francisco hablar. Después de haberse presentado una vez más como “obispo” y no como “Papa”, Francisco pronunció ayer en su discurso unas palabras sobre Jesús que los teólogos podrían encontrar arriesgadas.

El sucesor de Ratzinger citó un evangelio, ya que los prefiere sobre los documentos, las encíclicas, o los tratados teológicos. Esta vez escogió el de Lucas. A Francisco le gusta este evangelio porque pone de relieve la compasión de Jesús con los enfermos y despreciados, un tema presente en su pontificado.

En aquel pasaje de Lucas, Dios dice: “Este es mi hijo, el elegido. Escuchadlo” (Lc.9, 35) Dirigiéndose a los jóvenes, Francisco dijo: “Jesús nos trae a Dios y nos lleva a Dios”, además les pidió que coloquen a Jesús en sus vidas y así tendrán a “Un amigo en quién confiar”.

Francisco parece haber hecho una distinción en su discurso entre Dios y Jesús, una afirmación que puede ser considerada arriesgada.

Larga es la polémica en la teología católica sobre si Jesús es o no Dios. Muchos biblistas defienden que Jesús nunca se presenta en los evangelios como Dios sino como “hijo del hombre”, que en arameo significa simplemente “hombre”, o como “hijo del Padre”. Esa primera afirmación aparece justamente en Lucas, cuando Jesús les dice a los discípulos: “Grabaos bien estas palabras: El hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”.

El papa Ratzinger, cuando era Prefecto de la Congregación de la Fe, confió a un periodista alemán amigo suyo que el papa polaco Wojtyla, le pasaba sus discursos más importantes para que él los examinase por miedo a que se le hubiese escapado algún error teológico.

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Quizás Francisco no pensó al escribir su discurso para los jóvenes en que esa frase podría ser examinada por los teólogos, quizás ni le preocupe demasiado. Recuerdo que el papa Roncalli, quien a veces hablaba improvisando solía decirnos a los periodistas: “Tomad apuntes de lo que digo, porque a lo mejor no encontraréis mis palabras mañana en el Osservatore Romano (el diario oficial del Vaticano)”, ya que a veces, en el Vaticano, tenían miedo de algunas afirmaciones suyas y las censuraban.

Los católicos deberán irse acostumbrando también a algunas afirmaciones arriesgadas de Francisco, por ejemplo en materia de ecumenismo. Mientras el gran escollo del diálogo con las otras religiones ha sido siempre que la Iglesia considera que es depositaria de toda la verdad y que son las otras confesiones las que deben adecuarse a la doctrina católica, Francisco pone el ejemplo de las diferentes caras del poliedro para explicar cómo cada fe religiosa posee su propia verdad y juntas forman la figura completa de la fe.

Es en el evangelio de Lucas, citado ayer por el Papa, donde se encuentra un pasaje interesante que confirmaría la visión ecuménica abierta de Francisco. En este pasaje, los apóstoles cuentan que han visto a un hombre del que dicen que “No es de los nuestros”, que arrojaba a los demonios en nombre de Jesús y que “Se lo habían prohibido”. Jesús les reprocha y les dice que no se lo deben impedir ya que, “El que no está contra vosotros está con vosotros” (Lc.9,44).

Francisco se presenta en la línea del diálogo del evangelista Lucas. A los jóvenes les dijo que la misericordia de Dios “Es infinita”, les pidió que abriesen los brazos a la esperanza y que le ayudasen a él, con su alegría, a no estar triste, a pesar de que muchas veces “Un obispo puede tener muchos motivos de preocupación”, y añadió bromeando: “No hay cosa más fea que un obispo triste”, otra vez refiriéndose a él mismo como “obispo”, no “Papa”.

Francisco también es acusado de hablar como un simple párroco de barrio. En una favela de Río les dijo a los jóvenes que ellos poseen una “Sensibilidad especial frente a las injusticias” y que muchas veces se desilusionan con “Noticias que hablan de corrupción, con personas que, en vez de buscar el bien común, procuran su propio beneficio”.

Los políticos brasileños que han escuchado esa acusación de los jóvenes de Brasil, que recientemente han salido a protestar en las calles, hubiesen preferido que Francisco hubiese hablado en la favela con agudos circunloquios teológicos que como un simple párroco de pueblo.

Francisco es un papa que “Esconde en la aparente suavidad de sus palabras, una crítica feroz al poder”, me decía hace unos días un sociólogo brasileño agnóstico. Quizás tenga razón.

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