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Las sombras de un crimen de peso

El rapto de un grupo de jóvenes en un pub del DF y su posterior asesinato arrastra poderosos interrogantes sin respuesta

Pablo de Llano Neira
Familiares de los desaparecidos escuchan al fiscal del DF.
Familiares de los desaparecidos escuchan al fiscal del DF. S. GUTIÉRREZ (EFE)

Desde que el 26 de mayo fue raptado un grupo numeroso de jóvenes a plena luz del día en una discoteca del centro de México DF, un hecho sin precedentes de tal calibre en la capital, la pregunta más apremiante fue saber si los habían matado. El jueves pasado la Fiscalía halló una fosa con 13 cuerpos que poco a poco van siendo identificados como los restos de aquellos jóvenes. Ahora las familias de las víctimas piden dos cosas: una, que forenses extranjeros confirmen la identidad de los cadáveres para que no les queden dudas de que son ellos, pues no confían en las autoridades, y otra que se vislumbra como una nueva etapa del caso enredada y de final incierto: que se detenga a los responsables y que se averigüe quién y por qué lo hizo.

La solución a estas últimas preguntas implica un asunto de peso: si en la capital de México, que se decía libre de los fenómenos de extrema violencia criminal que se dan en otras zonas del país, existe también esta amenaza. El alcalde de la ciudad, Miguel Ángel Mancera, ha reiterado que es un caso aislado que tiene que ver con riñas de pandillas pero no con carteles o grandes mafias. Pero algunos aspectos del caso hacen dudar de que los responsables sean meros pandilleros.

Al grupo de jóvenes se lo llevaron (según la propia versión oficial) 17 individuos en coches, lo que indica un cierto grado de organización, y lo hicieron a plena luz en el corazón de la capital, en una zona turística y de grandes empresas que cuenta siempre con un nivel de vigilancia considerable. Las familias de las víctimas desde el principio han sospechado que hubo elementos policiales corruptos que facilitaron la operación, aunque según los partes oficiales de la investigación no existe indicios de ello.

Hasta la fecha las autoridades han detenido a dos hombres que supuestamente formaron parte del comando que se llevó a los jóvenes

El abogado de cinco de las familias de los desaparecidos, Ricardo Martínez, ha afirmado a este diario que se trata de un acto del crimen organizado. Él, de acuerdo con las versiones de tres testigos de los hechos, unos amigos de los secuestrados que lograron escapar del local por la azotea, afirma que en la operación participaron más de 30 personas y que los secuestradores llevaban armas largas, extremo que la fiscalía del DF ha negado basándose en su análisis de las imágenes que captaron cámaras de seguridad privadas de la zona.

Otro factor de incerteza que las autoridades no han explicado es la muerte de uno de los tres dueños de la discoteca, conocida como After Heavens. Este hombre, Dax Rodríguez Ledesma, apareció calcinado junto a dos chicas, también quemadas, en un paraje del Estado de Morelos, limítrofe con México DF. La calcinación de los cadáveres es un fenómeno usualmente relacionado con ejecuciones de la delincuencia organizada.

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Hasta la fecha las autoridades han detenido a dos hombres que supuestamente formaron parte del comando de 17 personas que se llevó a los jóvenes y a cinco personas relacionadas con la discoteca, tres socios y dos empleados. El gerente del local permanece prófugo. Por lo demás, la fiscalía federal ha arrestado a otras dos personas que se encontró en la zona de la fosa clandestina, pero lo único que han dicho sobre ellos las autoridades es que se trataban de dos “lugareños”. Tampoco convence a las familias la explicación que ha dado la fiscalía federal del hallazgo de la fosa común: según la versión oficial, se la encontraron por casualidad en una operación de búsqueda de armas.

La fiscalía del DF, de momento, mantiene su hipótesis de que el rapto y ejecución de los jóvenes (con edades entre los 16 y los 34 años) es obra de pandillas enfrentadas por el dominio del mercado de la droga en los locales de ocio nocturno del centro de la ciudad. El Heavens está en una de esas áreas céntricas de narcomenudeo, la Zona Rosa, y dos días antes del secuestro de los jóvenes fue asesinado a tiros un supuesto distribuidor de droga en una discoteca del barrio de la Condesa, cercano a la Zona Rosa. La fiscalía del DF, en base a testimonios de los arrestados, han dicho que el secuestro del Heavens fue la respuesta a ese asesinato, pero no ha explicado cómo es posible que la venganza por un asesinato haya sido la matanza de 13 personas, algo que nunca había ocurrido en la capital, un vendetta de proporciones inverosímiles.

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Expertos mexicanos en crimen organizado consultados de forma anónima por este diario vislumbran que el caso va más allá de una reyerta de pandillas. Un ex alto cargo de los servicios de inteligencia del Estado explicó que lo más probable es que en los hechos no haya estado involucrado uno de los grandes carteles que operan en otras zonas del país, pero que eso no implica que en el caso no haya habido presencia de delincuencia organizada. Según su tesis, en la capital los negocios sucios no están controlados estructuralmente por carteles monopólicos sino por redes delictivas de menos tamaño que suponen otra tipología de crimen organizado. “Todo el mundo piensa en modelos de mafia como el del Chapo Guzmán [cabeza del mexicano cartel de Sinaloa] o el de Pablo Escobar [el histórico capo del cartel de Medellín], y es verdad que no hay en eso en el DF. Pero hay conglomerados de grupos criminales. No deberíamos hablar en este caso de organizaciones sino de redes”, detalló este especialista en inteligencia, que cree que la particularidad del caso Heavens es que los delincuentes locales desbordaron los esquemas usuales de acción delictiva en la capital, que por su importancia política y simbólica es mucho más sensible que otras zonas a los actos mafiosos de gran calibre y requiere de mayor discreción criminal. “No calcularon el escándalo mayúsculo que habría, se pasaron del límite”.

Otra fuente consultada por este diario, un antiguo alto funcionario de las fuerzas públicas del DF, considera, con un enfoque similar al anterior, que en este caso ha habido “un empoderamiento criminal”, es decir que los grupos delictivos locales se han pasado de la raya, y que lo han hecho porque se han sentido impunes, factor que él vincula a la posibilidad de que estuviesen “protegidos” por agentes corruptos.

En cuanto a las víctimas, las autoridades no han dicho en ningún momento que alguna de ellas tuviese antecedentes relacionados con grupos delictivos o que en la actualidad formasen parte de una banda. Tampoco se ha dicho que alguno de ellos tuviera algo que ver con el asesinato del traficante de La Condesa, supuesto móvil del crimen del Heavens, y si en tal caso otros de los secuestrados fueron víctimas sobrevenidas por el simple hecho de estar de fiesta con ellos.

El caso Heavens ha causado y sigue causando mucho ruido, demasiado para lo acostumbrado en la capital, y tres meses después de los hechos aún se espera a que se desvele quién dio el golpe y por qué lo hizo de esta manera estrepitosa.

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