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Polémica en México por el espionaje de Estados Unidos

Los medios y los políticos critican la “débil” respuesta del presidente Enrique Peña Nieto al Gobierno de Washington

Peña Nieto a su llegada a Rusia para la cumbre del G20.
Peña Nieto a su llegada a Rusia para la cumbre del G20.AFP

Tras conocer que los servicios secretos de Estados Unidos espiaron a sus respectivos presidentes, los gobiernos de México y Brasil pidieron explicaciones a Washington. Sin embargo, la diferencia de esas reacciones ha desatado una nueva polémica en México, donde varios medios de comunicación y políticos han criticado que la respuesta del presidente Enrique Peña Nieto ante la noticia fue “ineficaz”, “débil” y hasta “timorata”.

En el caso de Brasil, la respuesta diplomática fue contundente. El ministro de justicia, Eduardo Cardoso, expresó: “Si se confirman los hechos esto sería una violación de nuestra soberanía inaceptable e inadmisible”. El canciller Luis Fuigueiredo dijo que el Gobierno se reunirá con países del BRIC (grupo formado por países de gran población y fuerte crecimiento del PIB: Brasil, Rusia, India y China) para discutir este asunto y tomar medidas. Eduardo Matarazzo, senador del Partido de los Trabajadores (PT) calificó el hecho como preocupante y aseveró que se buscarán responsabilidades: “No es tolerable que los Estados Unidos puedan acceder a nuestras comunicaciones”.

La reacción de México no tuvo nada que ver. El propio Peña Nieto, en su intervención del pasado lunes con motivo de la presentación del informe del primer año de su Gobierno, evitó hacer mención al asunto. “El presidente debe sentirse agraviado y lo dirá en público”, vaticinaba minutos antes Lorenzo Meyer, profesor emérito del Colegio de México, en una cadena de radio nacional. Pero la respuesta del político no fue temprana ni concluyente. La Secretaría de Relaciones Exteriores mexicana se limitó a enviar un comunicado en el que indicó que este tipo de prácticas son "contrarias a la Carta de las Naciones Unidas y a la jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia". Solo la presión mediática hizo reaccionar al presidente. Declaró que intentará un acercamiento “casual” o “informal” con su homólogo estadounidense para pedirle una investigación en el marco de la Cumbre del G-20 que comienza el jueves: “Seguramente habrá espacio para algún acercamiento aunque sea casual, informal con el presidente de Estados Unidos y dejar muy clara nuestra posición de que de haber ocurrido algún tipo de espionaje o conductas y formas que no estén apegadas a derecho, evidentemente México las reprueba, las condena y demanda un deslinde de responsabilidades y una investigación”. 

Las críticas no se hicieron esperar. Debilidad política, falta de empuje e incluso cobardía. Con estos adjetivos definieron varios periodistas y políticos la reacción del presidente mexicano ante la polémica del espionaje estadounidense. Twitter y Facebook encendieron el debate tachando al presidente de indigno y vasallo de Estados Unidos. El mismo Meyer, que había pronosticado una reacción contundente del Gobierno, manifestó sus dudas al respecto de las posibilidades que tiene el mandatario mexicano de desafiar a Estados Unidos: “Con la desaceleración económica que está afectando a México no nos conviene enemistarnos con la gran potencia”.

La periodista Carmen Aristegui dedicó su programa a debatir la polémica del espionaje con un invitado tan reivindicativo como Julio Hernández, analista de la Jornada. “La postura mexicana contrasta mucho con la postura de Brasil que está señalando, demandando y exigiendo en foros internacionales”, aseguró el periodista. “Pero en México parece que vivimos en una especie de adormecimiento burocratizado en el cual a pesar de que los asuntos en riesgo son de primera magnitud, la administración de Peña Nieto pareciera que está dejando pasar las cosas. No han sido capaces ni siquiera de sentar al embajador para que explique las cosas”. Para Hernández, el espionaje supone un verdadero riesgo político para el país: “El punto está en que no nos convirtamos en algo prescindible y secundario”. Según afirmó, la respuesta de Peña Nieto fue “burocrática, timorata, blandengue, ineficaz y lamentable”. “Aquí ni siquiera se está recuperando el estilo del viejo priismo que por lo menos peleaba por la soberanía nacional. Perdieron una magnífica oportunidad para exaltar el sentimiento nacionalista”.

También desde sectores del conservador Partido de Acción Nacional (PAN) se ha criticado la postura de Peña Nieto. La presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Gabriela Cuevas, opina que la respuesta del presidente fue tibia. “México y Estados Unidos son como dos empresarios que se intercambian millones de dólares a diario”, afirmó a EL PAÍS, “es inadmisible que nuestro socio nos esté espiando. Así no hay igualdad alguna. No solo hay que exigir una investigación, hay que tomar medidas hacia esta actitud delictiva. México no tiene porque someterse al escrutinio de otro país”.

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Otro punto de vista es el del analista Genaro Lozano. “Es preferible una respuesta mesurada antes que una reacción airada como la de Rousseff. Personalmente preferiría que Peña Nieto se encargue de los problemas internos del país, pero sí, creo que le convendría elevar el tono de voz antes que mantener ese tono discreto, tan poco frecuente en el PRI. Creo que la polémica va a aumentar, porque muchos quieren que caiga, sea como sea, aunque tengan que acusarle de no ser un niño héroe. Así funciona el juego de la política”, declaró.

Según los documentos del exagente de la CIA Edward Snowden, Estados Unidos espió al presidente mexicano en la época en que era todavía candidato, continuó después de que ganó las elecciones de 2012 y permitió a la NSA averiguar los nombres de algunos ministros de su gabinete antes de que fueran nombrados de forma oficial.

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