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La incertidumbre gobierna Argentina

La operación quirúrgica craneal de la presidenta Cristina Fernández pone de relieve un vacío de poder en el que no se sabe quién dirige realmente el país

Francisco Peregil
Una partidaria de Cristina a las puertas del hospital.
Una partidaria de Cristina a las puertas del hospital.Natacha Pisarenko (AP)

A la presidenta de Argentina se le detectó el sábado un hematoma en el cráneo, fue operada con éxito ayer por la mañana y se recupera con buen ánimo en el hospital Fundación Favaloro, de Buenos Aires. Hasta ahí, los hechos. Y a partir de ahí comienzan las especulaciones que el propio Gobierno ha propiciado estos días con su política informativa.

El sábado, por ejemplo, la Casa Rosada informó de que Cristina Fernández sufría un hematoma en la cabeza. Y que se le había “indicado” que debía 30 días de reposo. ¿Significaba eso que la reemplazaría el vicepresidente Amado Boudou en el cargo, tal como prevé la Constitución en caso de enfermedad? Sí, pero no. O sea: el domingo no se sabía nada. Y el lunes a primera hora, tampoco. El Boletín Oficial del Estado no aludía a ningún traspaso de poderes.

¿Iba a gobernar Cristina Fernández a golpe de teléfono desde algún salón de la residencia presidencial de Olivos mientras Amado Boudou se encargaba de los viajes, las inauguraciones y los actos protocolarios? En principio, ese parecía el plan. La Casa Rosada no aclaraba nada. El país se encuentra en plena campaña electoral ante las legislativas del 27 de octubre. Y Boudou es la persona del Gobierno que peor imagen ofrece en las encuestas. Además, no se encuentra entre los miembros de “la mesa chica”, aquellos a quienes Fernández consulta casi todas sus decisiones. En momentos como éste es donde la “mesa chica” debería agarrar el timón, pero la mesa, en caso de que exista, se ha mostrado muy titubeante. Los especialistas en los entresijos de la Casa Rosada aseguran que el miembro más poderoso de ese grupo con acceso fluido a Fernández es su hijo Máximo Kirchner. Pero el hijo no tiene ningún cargo político en el Gobierno. Aunque se habló de él como posible candidato a la presidencia en 2015, aquello se encargó de desmentirlo el correr del tiempo. Máximo Kirchner vive en la localidad de Río Gallegos (Patagonia) , no atiende a la prensa, y solo se puede escuchar su voz en una película sobre su padre.

El país se encuentra en plena campaña electoral ante las legislativas del 27 de octubre

El otro integrante del círculo cercano a Fernández es su secretario legal y técnico, Carlos Zannini, también alérgico a la prensa. Quienes conocen a Zannini aseguran que es un hombre culto, de formación maoísta y enfrentado a Boudou por razones que nadie sabe precisar de forma convincente. Tiene 59 años, estuvo preso cuatro años durante la dictadura (1976-1983) y recaló en el Río Gallegos de Néstor Kirchner huyendo de los militares.

Desde entonces, siempre permaneció al lado de los Kirchner. También se habla de él cada cierto tiempo como posible heredero del kirchnerismo. Pero él prefiere mantenerse bajo las sombras de la mesa chica.

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En el diario Clarín se indicaba ayer que la función de Zannini no es tanto influir, sino interpretar los deseos de la Presidenta, traducirlos en leyes y reglamentos. ¿Y cuál era el deseo de la presidenta una vez que le recomendaron guardar 30 días de reposo? Tal vez, mantener el reposo y el poder. La traducción legal de ese galimatías es que Cristina Fernández no ha pedido hasta ahora licencia médica al Congreso, pero Boudou firmó el lunes por la mañana un traspaso de poderes por el que asumía la gestión del Ejecutivo. Aquello respondía al mensaje inicial de “me voy pero no me ausento”, “descanso pero no desconecto”, “delego pero sigo al mando”, que supuestamente —siempre supuestamente— pretendía transmitir Fernández.

Pero el plan inicial hubo que modificarlo cuando el domingo por la tarde Fernández comenzó a sentir un hormigueo en el brazo y una pérdida leve y transitoria de fuerza. El lunes por la mañana la presidenta accedió a operarse para que le drenasen el hematoma. La relevancia del nuevo presidente en funciones quedó reflejada en esos momentos. Boudou comparecía ante la prensa diciendo que todo estaba controlado, que no había “incertidumbre ni ninguna cosas raras”. Declaró: “Ella está tomando su descanso, que necesita. Y muchacho, por otro lado, que se merece de corazón por el esfuerzo que hace todos los días”. El problema es que, en ese momento, todo el mundo sabía que se había despejado una planta en la Fundación Favaloro y que Fernández iba a ingresar en el hospital. Pocos minutos después se conoció que la presidenta iba a ser operada el martes. Amado Boudou pudo enterarse casi al mismo tiempo que el resto de la sociedad.

¿Cómo afectará la convalecencia de Fernández a las elecciones del 27? La enfermedad podría generar empatía, pero también deja al descubierto el grado de personalismo con que Fernández gobierna el país. La oposición emitió en un principio mensajes de apoyo a Fernández y solo eso. Pero después apuntaron a los flancos más débiles: la desinformación del Gobierno y Amado Boudou. El alcalde conservador de Buenos Aires, Mauricio Macri, dijo que los médicos deberían dar una conferencia de prensa y señaló que Boudou “no tiene autoridad moral ante la población”.

A la espera del próximo parte médico, que se publicará el miércoles, no se sabe cuánto tiempo permanecerá la presidenta en reposo y Boudou al frente de la nación. Lo que es seguro es que Boudou no va hacer nada por cuenta propia que contravenga los deseos de la “mesa chica”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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