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Alemania juzga al expresidente Wulff por cohecho

El político democristiano dimitió hace menos de dos años en medio de un escándalo de sobornos y tráfico de influencias

El expresidente alemán Christian Wulff esta mañana en los juzgados.
El expresidente alemán Christian Wulff esta mañana en los juzgados. Nigel Treblin (Getty Images)

El anterior presidente federal de Alemania, el democristiano Christian Wulff (CDU), responde desde esta mañana ante la Audiencia territorial de Hannover por un presunto delito de cohecho. Es la primera vez que un antiguo jefe del Estado de la República Federal comparece como acusado ante la Justicia. Wulff, que en 2010 fue elegido presidente a instancias de la canciller federal democristiana Angela Merkel, dimitió hace menos de dos años en medio de un sonado escándalo de sobornos y tráfico de influencias.

Se habló entonces de un crédito sospechoso que le concedieron empresarios “amigos”. El propio Wulff agravó la situación con una llamada al jefe del diario conservador Bild, al que amenazó en un imprudente recado que inmortalizó el buzón de voz. De las diversas sospechas sobre las actividades de Wulff, al final solo ha quedado una acusación de cohecho por una suma irrisoria. Según la Fiscalía que precipitó la dimisión de Wulff al abrir diligencias en 2012, el soborno consistió en 720 euros.

Wulff recibió, según se le imputa, favores del empresario cinematográfico llamado David Groenewold, que lo invitó a visitar la edición de 2008 de la célebre Fiesta de la Cerveza en Múnich. Christian y su entonces flamante esposa Bettina Wulff se desplazaron desde Baja Sajonia hasta Baviera, donde el empresario cinematográfico asumió los gastos de hotel y de guardería para el hijo recién nacido del Primer Ministro. Total: 520 euros. Además, Grioenwald pagó más de 200 euros por una cena y unos 3.000 más por una visita conjunta a una de las grandes carpas de la Fiesta.

Es la primera vez que un antiguo jefe del Estado alemán comparece como acusado ante la Justicia

Creen los fiscales que Groenwold buscaba, con su generosidad, que Wulff hiciera gestiones ante la multinacional Siemens. El empresario necesitaba financiación para distribuir una de sus películas, protagonizada precisamente por un empleado de Siemens. En diciembre de 2008, Wulff escribió al presidente del gigante tecnológico, Peter Löscher, para informarle sobre el proyecto de Groenwald.

Antes de ir al juzgado, Wulff se puso el pin de la Gran Cruz Federal al Mérito que se concede a los jefes del Estado alemán. El expresidente, de 54 años, quiere que el juicio sirva para restablecer su honor y persigue una absolución de los cargos. El pasado verano, Wulff se negó a aceptar un trato con la Fiscalía, que le habría evitado el juicio a cambio de una multa.

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