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EE UU no reconoce la legitimidad del nuevo espacio aéreo declarado por China

La Casa Blanca califica la decisión como una "provocación" que rompe el 'status quo' y provoca un conflicto innecesario

Yolanda Monge
Biden, recibido en Tokio por autoridades japonesas y Caroline Kennedy, la embajadora de EEUU en aquel país.
Biden, recibido en Tokio por autoridades japonesas y Caroline Kennedy, la embajadora de EEUU en aquel país.YOSHIKAZU TSUNO (AFP)

Con el vicepresidente de gira durante toda la semana en Asia, la Casa Blanca ha declarado hoy que “Estados Unidos no acepta la legitimidad” de la nueva zona de identificación de defensa aérea (ADIZ, siglas en inglés) que China ha impuesto de forma unilateral sobre el espacio de unas islas tradicionalmente en litigio con Japón (aunque también reclamadas por Taiwán) –las Senkaku, en japonés, y las Diaoyu, en chino- Según el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, Estados Unidos está “muy preocupado” por la “provocadora” decisión adoptada de forma unilateral por Pekín, que ha roto “el status quo existente”.

Carney ha declarado que Joe Biden expresará la preocupación norteamericana sobre ese nuevo espacio aéreo durante su encuentro esta semana con el presidente de China, Xi Jinping. A preguntas de los periodistas en la habitual rueda de prensa diaria en la Casa Blanca, Carney ha confirmado que el vicepresidente lleva un “mensaje específico” a Pekín de rechazo de la política adoptada hace dos fines de semana, que ha elevado la tensión ya existente entre China y Japón, país este último que consideró la declaración como “inaplicable”.

Biden llega a la zona con una crisis abierta y de final impredecible. Washington ha mentenido hasta el momento una prudente distancia respecto al litigio del archipiélago –deshabitado- situado en el mar de China Oriental pero sin duda Biden aprovechará la ocasión para recalcar que el dominio estadounidense en la región sigue siendo tan efectivo como lo ha sido en las pasadas décadas. También queda expuesto sobre el tablero de la geopolítica el compromiso inquebrantable que Estados Unidos tiene con Japón y el temor que otros países asiáticos sienten a la creciente confianza de China ya no en su poder económico sino también militar.

La semana pasada Washington representó con Pekín varios papeles, ya fuera el de policía bueno o el de polícía malo. Por una parte, hacía caso omiso a las exigencias chinas de informar de cualquier vuelo que se efectuase sobre la nueva zona de identificación de defensa aérea y enviaba dos bombarderos B-52 desarmados desde su base de Guam, en el Pacífico, dentro de lo que el Pentágono informó eran unas maniobras rutinarias decidadas antes de la decisión unilateral china.

La Casa Blanca ha confirmado que el vicepresidente lleva un “mensaje específico” a Pekín de rechazo de la política adoptada hace dos fines de semana, que ha elevado la tensión ya existente entre China y Japón

Pero al mismo tiempo, y de forma contraria a lo que han hecho países como Japón o Corea del Sur (entre otros, que se han negado a entregar sus rutas), el Gobierno de Estados Unidos pedía a las aerolíneas comerciales norteamericanas que cumplieran con las exigencias establecidas por China y notificasen a las autoridades sobre los vuelos que fueran a llevar a cabo sobre el espacio aéreo cuyas coordenadas han sido modificadas. La Casa Blanca tomó entonces la decisión movida por la seguridad de los pasajeros civiles y hoy esa determinación ha sido reiterada por el portavoz de Barack Obama, quien ha recalcado que no aceptar “la legitimidad” de la ADIZ no está reñida con “la protección” de los pasajeros.

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Pero lo cierto es que la decisión de la Casa Blanca dio señales contradictorias a Japón, ya que las autoridades niponas habían exigido a sus aerolíneas que ignorasen las reclamaciones chinas. Tan confuso fue el mensaje que se recibió que algunos periódicos japoneses dejaron sentir la preocupación sobre si Washington ya no andaba al mismo paso que Tokio y cortesmente se pidieron explicaciones. El vicepresidente Biden acaba de iniciar, sin duda, una gira ‘caliente’ por Japón, China y Corea del Sur.

En la diplomacia de una de cal y otra de arena, muy distinta ha sido la posición del Pentágono, que ha declarado que no tiene ninguna intención de interrumpir sus vuelos militares de reconocimiento, a los que califica de “maniobras ordinarias” pero que son un claro desafío a la decisión tomada por Pekín de modificar el espacio aéreo. Además, Defensa ha ordenado el despliegue de varios aviones militares –el conocido como P-8 Poseidon-, aparatos diseñados para la guerra antisubmarina, y que ya están estacionados en la base de Okinawa. Según el Pentágono, se espera que se incrementen las fuerzas durante las próximas semanas en la región Asia-Pacífico.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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