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Soweto llora a Madiba

El gueto donde Mandela vivió tras recobrar la libertad en 1990 le rinde un emocionado homenaje "Fue un extraordinario regalo para el mundo", le recuerda el arzobispo Desmond Tutu

El hombre Nelson se ha ido pero su legado de paz y reconciliación continúa vigente y vivo. Sudáfrica se ha despertado esta mañana con tristeza por la muerte del que fue el primer presidente negro pero también con cierto alivio porque por fin el viejo Madiba, de 95 años, puede descansar tras toda una vida dedicada a luchar por los derechos y las libertades de los demás.

“Me he enterado en el autobús de que Madiba se ha muerto”, se lamentaba una mujer de camino a su trabajo en uno de los distritos acomodados del norte de Johannesburgo. La noticia se conocía cerca de la medianoche, una hora intempestiva para un país que vive y respira al ritmo de la luz solar. Por eso muchos sudafricanos se van enterando poco a poco, cuando leen las ediciones especiales que han sacado los diarios, que en grandes fotografías y titulares rinden su particular homenaje. “El mundo llora”, acierta el popular The Star.

Con lágrimas en los ojos Razia Moosagee, de origen indio, decía estar “consternada”. Se ha enterado esta mañana y anima a sus compatriotas a “recordar el enorme sacrificio que hizo por Sudáfrica, a recordar su contribución al país de libertad que tenemos ahora” y a tenerlo como “ejemplo de que con odio Sudáfrica irá para atrás”.

Los restos mortales del expresidente sudafricano han sido trasladados a un hospital militar en Pretoria, según ha informado el canal de noticias News 24. Hoy empieza el periodo de luto que se alargará hasta los funerales de Estado, previstos en un plazo aproximado de 10 días, aunque se podrían ampliar para tener todo el protocolo preparado para recibir a las centenares de personalidades del mundo de la política, la cultura o las asociaciones benéficas.

La capilla ardiente se instalará en Pretoria, custodiada por la Guardia de Defensa. Esta ciudad, la capital política, acogerá el funeral de estado sin el cuerpo presente, en los Unions Buildings, la majestuosoa sede del Gobierno.

Las muestras de respeto y de consternación empezaron poco después de que el presidente, Jacob Zuma, anunciara a la nación de la muerte de Mandela. Decenas de personas se congregaron ante la casa de Madiba para rendirle homenaje improvisado.

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Durante los próximos días, las banderas de todo el país ondearán a media asta, y aunque no se ha decretado ningún día festivo, se facilitará a los trabajadores permisos especiales para acudir a los servicios en su memoria.

Nada ha trascendido de cómo transcurrirán los actos fúnebres, que se consensuarán entre la familia Mandela y el Gobierno. Se baraja la posibilidad de organizar un gran acto de despedida, seguramente en Soweto, el township (gueto) donde Mandela vivió los años anteriores a su encarcelamiento y dónde se instaló tras su puesta en libertad en 1990 y uno de los símbolos anti apartheid.

El arzobispo emérito de Ciudad del Cabo y amigo de Mandela, Desmond Tutu ha organizado esta mañana una plegaria en Ciudad del Cabo y no ha podido evitar las lágrimas al recordar la figura de su viejo camarada contra el apartheid.

Tutu, como el día anterior hizo Zuma, ha pedido a los sudafricanos que se mantengan unidos en estos momentos, tal y como Mandela les enseñó nada más ser excarcelado tras pasar 27 años en la prisión, el 11 de febrero de 1990.

“Madiba ha sido un extraordinario regalo para todo el mundo”, ha dicho Tutu en el servicio religioso, para añadir que a pesar del dolor Sudáfrica no puede “”regodearse en el dolor de las lágrimas”. El arzobispo ha asegurado que el mundo “quiere a Mandela por su coraje, convicciones y el cuidado de la gene”

Pero donde quizá se esté notando más la muerte de Mandela es en Soweto. Una multitud baila al ritmo de canciones tradicionales africanas delante de la que fue casa de Mandela, en la calle Vilakasi, la única del mundo que puede presumir de haber acogido a dos premios Nobel de la Paz: el propio Madiba y Tutu.

Como todos los viernes, hoy Sudáfrica conmemora el Viernes de Libertad que anima a los sudafricanos a vestirse con los trajes tradicionales tribales o lucir las camisetas de las selecciones nacionales deportivas. Es una iniciativa que trata de crear sentimiento de unidad, de que todos, negros y blancos, se sientan “orgulloso” de ser ciudadanos de un país multirracial y multicultural. Se ve mucho amarillo en Soweto, el color del equipo Bafana Bafana, la selección de fútbol, aunque se confunden con las camisetas del Congreso Nacional Africano, el partido desde el que Madiba luchó por las libertades.

La universitaria Deidre Mae tampoco puede esconder su “profunda tristeza” y asegura que a lo largo del día dejará una vela encendida en esta calle. La llama de lo que sembró Mandela no debe apagarse.

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