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Los chinos exploran Nicaragua

Trabajadores asiáticos ponen campamentos y analizan zonas por donde pasaría el ‘Gran Canal’

Carlos S. Maldonado
Un trabajador chino trabaja en Nicaragua en la proyección del canal.
Un trabajador chino trabaja en Nicaragua en la proyección del canal.

Tres jóvenes campesinos nicaragüenses arman unos largos tubos de metal bajo órdenes de varios trabajadores chinos, en la pequeña comunidad de Brito, cerca de las costas del Pacífico de Nicaragua. Los chinos llevan semanas trabajando en la zona, aseguran los vecinos. Exploran las condiciones del terreno y lo demarcan, incluidas las tierras de propiedad privada. Brito es el lugar donde se prevé que desembocaría el llamado Gran Canal Interoceánico, un megaproyecto chino que aspira a ser la competencia del Canal de Panamá, a decir de fuentes consultadas en Managua que conocen de cerca los pormenores de la obra.

El presidente Daniel Ortega presentó en junio pasado al empresario chino Wang Jing como prueba fehaciente de que el proyecto no es una fantasía. En la ceremonia, a la que fue convocada la prensa nacional e internacional, Ortega entregó a Wang la concesión canalera, por cincuenta años prorrogables. En total, Wang Jing obtenía del exguerrillero sandinista una concesión de cien años, para construir y regentar la obra prácticamente sin la intervención de las autoridades nicaragüenses. “¡Llegó el día, la hora de alcanzar la tierra prometida!”, dijo en esa ocasión Ortega. Seis meses después, los primeros chinos exploran Nicaragua.

María es una pobladora de Brito. Trabaja como cocinera en un resort turístico localizado en una paradisiaca playa cercana. Asegura que no sabe nada del canal, que las autoridades no han consultado nada a la población y que no tiene ni la menor idea de por qué en un su pequeño poblado un buen día de noviembre aparecieron chinos uniformados con monos grises sembrando tubos de metal por toda la zona. María, una mujer de piel morena quemada por el sol, regordeta y de risa fácil y madre de cuatro hijos, teme que los chinos cambien, para mal, la geografía de la región.

El Gobierno ha concedido la obra y su explotación a un empresario chino

Brito es una comunidad que pertenece al municipio de Tola, en la provincia de Rivas. Esta región del sur de Nicaragua es famosa porque en ella se encuentran las playas más hermosas de las costas del Pacífico del país, paisajes idílicos que han sido el escenarios de disputas violentas por la propiedad de la tierra y denuncias de corrupción por parte inversionistas, quienes han acusado a autoridades locales y miembros del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional de prometer resolver sus problemas legales a cambio de sobornos millonarios. Es en este escenario de gran potencial turístico y de alta inseguridad jurídica donde el chino Wang ha puesto sus ojos. Es aquí donde los primeros trabajadores chinos han llegado y donde también un grupo de expertos realizan estudios para determinar el impacto ambiental que tendría el proyecto canalero.

Se trata de un grupo de jóvenes biólogos de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), que trabajan bajo las órdenes de una fundación ambiental contratada por la empresa británica Environmetal Resources Management (ERM), encarada por la concesionaria HKND, la empresa de Wang, para realizar los estudios de impacto ambiental del ‘Gran Canal’. Los jóvenes biólogos explicaron que estudian la vida silvestre de la región, determinan si esta es una zona de refugios de tortugas y otras especies que podrían verse afectadas por las obras de ingeniería. Aseguran que entregarán sus conclusiones a ERM, pero no dan más información sobre su trabajo y hallazgos porque, dicen, firmaron una cláusula de confidencialidad con la empresa británica. “Hasta ahora solo hemos visto una tortuga”, se limita a decir, sonriente, uno de los jóvenes. Como ellos, otros 26 campamentos hacen estudios similares a lo largo del país, dijo en Managua una fuente empresarial que visitó China en octubre pasado, invitado por Wang para conocer las grandes obras de ingeniería del país asiático.

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Los chinos de Brito se hospedan en pequeños hoteles cercanos a la localidad. No se mezclan con los vecinos y no dan declaraciones. Los jóvenes campesinos que trabajan con ellos aseguran que no hablan español y que las órdenes les son traducidas a través de un intérprete, que a su vez tampoco está autorizado a hablar. Todo lo relacionado al gran canal es un secreto de Estado en Nicaragua. Al menos hasta este mes de diciembre, cuando está previsto que Wang Jing cite a la prensa internacional en Hong Kong para anunciar la ruta exacta del canal y las empresas que están interesadas en invertir en la obra, cuyo costo se estima en más de 40.000 millones de dólares, a decir de Daniel Ortega.

María, una trabajadora local, teme que los chinos transformen la región

La presencia de los chinos incomoda a vecinos como María. “En Semana Santa esta es una zona de veraneo. Aquí viene mucha gente a bañarse”, dice la mujer, que se pregunta qué pasará con estas playas si se construye el canal. La preocupación en Managua es diferente. Empresarios que viajaron a China invitados por Wang ven en la obra una gran oportunidad de negocios, aunque temen no ser tomados en cuenta. “Es la oportunidad de cambiar la historia de Nicaragua”, dijo un empresario. “Estoy seguro que Wang tiene el respaldo del gobierno chino”, agregó la fuente, que dijo que le han planteado al Gobierno de Ortega el interés de participar en las obras del canal, aunque saben que no tienen las capacidades técnicas.

El faraónico proyecto se ha enfrentado al rechazo de una parte de la población, incluidos opositores a Ortega, intelectuales y científicos. Más de 30 recursos por inconstitucionalidad han sido interpuesto en la Corte Suprema contra la ley que da la concesión de la obra Wang, ya que, según expertos en temas jurídicos, viola 41 artículos de la actual Constitución que está por estos días está siendo reformada por el Parlamento de Nicaragua, a petición de Ortega, quien introdujo en la nueva Carta Magna el proyecto canalero. Para los críticos de Ortega, el canal es un caso de corrupción a gran escala.

“Lo que hay que dejar clarísimo es que aquí no hay una concesión a un empresario extranjero. Ese chino que aparece como empresario al que le dieron la concesión es un testaferro de Ortega. Aquí la estrategia de Ortega es auto-otorgarse una mega concesión con una enorme cantidad de concesiones adicionales, de obras de infraestructuras, sin pagar un centavo al Estado nicaragüense, sin ganancia alguna para el país”, dijo la exguerrillera sandinista Dora María Téllez. “Ortega lo que ha hecho es básicamente entregarse el país en concesión para su disfrute económico, para su enriquecimiento. Ortega no pretende hacer un canal, pretende asignarse la mitad de Nicaragua para su disfrute personal y el de su familia”, explicó Téllez.

Críticos del presidente Ortega creen que tras el proyecto hay intereses privados del mandatario

“El proyecto produce muchas dudas”, aseguró por su parte el diputado opositor Carlos Langrand “¿Por qué se buscó a este concesionario chino sin hacer una licitación internacional, cuando no sólo estás hablando del proyecto del canal, sino de varios subproyectos? Esto da la idea de que ellos quieren agenciarse la concesión. No le vemos seriedad. El canal no se va a construir, el trasfondo era conseguir las concesiones sin ir a licitación internacional. Este proyecto no nos da confianza y definitivamente se podría prestar a una estafa de ribetes internacionales”, dijo el legislador.

Al margen de las críticas, los obreros chinos se mueven libremente por Nicaragua. En la pequeña localidad de Brito, una calurosa mañana de noviembre, un chino robusto, vestido con su mono gris, montaba una desvencijada carreta halada por bueyes y manejada por campesinos nicaragüenses. Iba de pie sobre el vehículo. A un lado del polvoso camino, lo miraba con incredulidad María, la cocinera del hotel de playa que habita con sus cuatro hijos en esta paradisíaca localidad que, de cumplirse los planes, sería la salida al Pacífico del llamado Gran Canal Interoceánico.

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.

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