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La UMP francesa abandona la línea política de Sarkozy

El centroderecha trata de distanciarse de la xenofobia del Frente Nacional

El presidente de la UMP, Jean-François Copé, gesticula durante su discurso sobre inmigración.
El presidente de la UMP, Jean-François Copé, gesticula durante su discurso sobre inmigración.ERIC FEFERBERG (AFP)

La Unión por un Movimiento Popular (UMP) se reunió ayer en París para debatir sobre inmigración ante las elecciones municipales y europeas de 2014, y decidió suavizar la dureza de la línea política defendida por Nicolas Sarkozy —con más ardor que resultados— desde 2010 y durante la campaña de las presidenciales en 2012.

Para distanciarse del Frente Nacional (FN) y tratar de frenar su avance, el partido liderado por Jean-François Copé parece decidido a rebajar el tono populista e incluso a renunciar a los habituales golpes de efecto. Después de pasar años atacando sin rubor a los musulmanes, los gitanos y otras minorías, la UMP sostiene ahora que hace falta “reescribir completamente la política migratoria” para “dejar de ver al extranjero como una amenaza permanente”, y añade que “la movilidad puede ser una fuente de enriquecimiento”.

El viraje al centro de la derecha antes llamada republicana es la primera respuesta articulada ante la inmigración de un partido que en los últimos años renunció a defender los valores de la fraternidad y la igualdad para cabalgar a fondo una demagogia cargada de tintes xenófobos e identitarios.

La nueva línea ha sido consensuada entre la corriente centrista y la derechista. Ofrece más valores, más sensatez y menos desgarro, e intenta afrontar de paso la popularidad de Manuel Valls, el ministro del Interior socialista, cuya política se basa en el lema “firmeza y humanidad”, aunque en algunos casos, como el del tratamiento a los inmigrantes europeos de etnia romaní, Valls haya recurrido más a lo primero que a lo segundo.

“La inmigración es un tema demasiado serio como para dejarlo en manos de aprendices de brujo y demagogos”

El documento de trabajo de la UMP tiene 34 páginas, se titula Retomemos el control, y desglosa en 41 propuestas una idea central: “La inmigración es un tema demasiado serio como para dejarlo en manos de los aprendices de brujo de la izquierda y los demagogos de la extrema derecha”.

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Para desmarcarse del FN, el principal partido de la oposición sostiene por primera vez que la supresión total del reagrupamiento familiar de los inmigrantes es “irreal e inaceptable”; denuncia la puesta en cuestión del espacio Schengen, otra vieja proposición del FN —asumida por Sarkozy—, y rechaza la correlación entre el índice de desempleo y el número de inmigrantes que suele establecer Marine Le Pen, afirmando que es “falsa”.

¿Se trata de un cambio real o de una mera cosmética retórica? En la letra pequeña, el documento propone varias disposiciones destinadas a reducir al mínimo el reagrupamiento familiar, y detalla incluso una estrategia para renegociar la Convención Europea de Derechos Humanos. La derecha gala considera desde hace tiempo esa norma la última barrera que es necesario derribar para limitar todo lo posible el reagrupamiento familiar.

El sello de la extrema derecha asoma también en las propuestas sobre el derecho a la sanidad de los ciudadanos extranjeros. La UMP quiere, como el FN, suprimir las ayudas del Estado que permiten a los sin papeles acudir a la sanidad pública de forma gratuita, y limitar la atención primaria a las urgencias. Incluso va más lejos que Le Pen, y propone suprimir el derecho al reagrupamiento familiar de los extranjeros que obtengan un permiso de residencia por razones médicas.

Copé promete rechazar todas las solicitudes de asilo y no dar la nacionalidad a los hijos de ‘sin papeles’

El antídoto de la UMP contra Valls, que según las encuestas es el político más apreciado por los franceses, es una quimérica contrapropuesta a su anunciada reforma del derecho de asilo. Copé defiende que es necesario expulsar a las 37.000 personas que, según la UMP, ven rechazada cada año su petición de asilo, y promete el milagro de rechazar todas las demandas. “Objetivo, cero regularizaciones”, dice. Además, se compromete a suprimir el derecho a obtener la nacionalidad de los hijos nacidos en Francia de padres que entraron de forma ilegal en el país.

La idea más original es la proposición de experimentar un carné por puntos inspirado en el modelo canadiense para seleccionar a los trabajadores que deseen entrar en el país según sus competencias lingüísticas y educativas; en realidad, es una reformulación de la “inmigración a la carta” de Sarkozy.

Sin poder evitar algunos guiños al añorado líder, las 41 propuestas tienen la virtud de estar claramente enunciadas, de evitar el tono apocalíptico que solía ser norma de la casa y de apoyarse en cifras reales. Ese esfuerzo de credibilidad, según reconoce el partido, es imprescindible para distinguirse del virus de ruido y furia que la extrema derecha ha inoculado en la política francesa y europea.

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