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Es la economía, señor presidente

Una inflación desbocada y la escasez de productos de primera necesidad son la principal amenaza para la continuidad a corto plazo del Gobierno actual

Venezuela comienza a despertarse de la modorra navideña, pero aún muchos comercios permanecen cerrados por vacaciones. Cuando los venezolanos se incorporen a sus actividades, a partir del próximo 13 de enero, se encontrarán con una situación catastrófica. Un generalizado desabastecimiento, crítico especialmente con los alimentos básicos, de todos los bienes que se comercian en la economía provocados por la decisión del Gobierno de regular los precios y de asumir en algunos casos la reposición de los inventarios.

Cualquiera que recorra las tiendas minoristas o los supermercados verá anaqueles vacíos y falta de productos de todo tipo. El dato más reciente sobre la escasez es el indicador de octubre, 22,4%, porque el Banco Central de Venezuela tiene una demora inexplicable con la cifra de noviembre y diciembre. La inflación y la escasez seguirán siendo los mayores problemas que a los que se enfrentará el Gobierno en los próximos meses.

Después del incremento del gasto público de 2012 y 2013, el Ejecutivo deberá tomar duras medidas para que no sigan cayendo las reservas internacionales. Se espera que este año aumente la gasolina a precios que al menos no generen pérdidas para Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que ascienden a 12.000 millones de dólares por subsidiar al mercado interno. “La realidad es que hoy nosotros pagamos porque los venezolanos se abastezcan de gasolina”, reconoció el presidente Maduro en la única ocasión en que se refirió al tema, para dar como un hecho que este año comenzará el incremento progresivo del precio del combustible, el más barato del mundo. También se espera una devaluación de la moneda. Aún se desconoce cuál será el nuevo tipo de cambio, pero hay un indicador ya disponible. El Gobierno decidió a partir de diciembre comprar las divisas de los turistas extranjeros a un cambio de 11,30 bolívares por dólar, casi el doble de la actual tasa oficial de 6,30 bolívares por dólar.

Pero toda esa gran cantidad de dinero que ingresará a las arcas de la república resulta insuficiente para satisfacer la voracidad de un Estado que todo lo subsidia. Este año Pdvsa se enfrenta a la necesidad de elevar la producción de crudo para financiar el gasto. El año pasado el ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, firmó tres acuerdos que suman casi 10 millones de dólares con empresas transnacionales para incrementar la producción. Aunque no hay datos oficiales debido a la opacidad informativa que reina en Venezuela, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC) afirma que entre enero y noviembre de 2013 se produjeron 2,79 millones de barriles por día, un retroceso con respecto a los 2,81 millones producidos en el mismo periodo de 2012.

La viabilidad del modelo económico dependerá entonces de la eficiencia del chavismo en cumplir con todos los frentes que se han abierto. El último de ellos —la regulación de todos los precios de los bienes y servicios a través de la inminente aprobación de una Ley de Ganancias, Precios y Costos Justos en el marco de la Ley Habilitante— representa quizá el reto más elevado por el descontento que podría generar la tardanza en la reposición de inventarios. La inoportuna entrega de dólares preferenciales a los proveedores genera, por ejemplo, falta de suministros médicos quirúrgicos en las clínicas, de repuestos para los vehículos y un rosario extenso de problemas. El Gobierno se ha embarcado en una guerra contra lo que llama “la burguesía parasitaria”, que ciertamente sobrefactura sus necesidades de importación para quedarse con dólares oficiales que luego vende en el mercado negro. Pero al restringir la asignación de divisas a todos los proveedores, sean o no especuladores, también están afectando el normal funcionamiento de los servicios.

Las posibles consecuencias de las inminentes medidas económicas están obligando al Gobierno a proteger el sueldo de los venezolanos de la inflación. Ayer, en medio del acto de notificación de inicio del año parlamentario, Maduro anunció un inesperado incremento del 10% del salario mínimo y de las pensiones. “Con esa decisión”, explicó el presidente, “se ha incrementado 59% el salario entre mayo y enero, mucho más que la inflación inducida por la burguesía parasitaria”. Los economistas no son optimistas cuando se les pregunta por los efectos de estas medidas. Las restricciones en la oferta planteadas en la visión bolivariana de la economía generan un mercado negro que diluye cualquier alza del salario. La cotización no oficial de la moneda estadounidense marca y seguirá marcando el valor de las mercancías. A lo largo del año se producirá un nuevo pulso entre esa visión y las fuerzas briosas del mercado.

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