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La revuelta suní en Irak provoca una oleada de refugiados internos

Son ya 13,000 las familias desplazadas desde que comenzó el conflicto Han muerto al menos 250 personas y el ejército prepara una ofensiva en Faluya

Una familia huida de Faluya llega a Kerbala, en Irak.
Una familia huida de Faluya llega a Kerbala, en Irak. AHMAD AL-RUBAYE (AFP)

La toma insurgente de grandes partes de la provincia iraquí de Al Anbar ha provocado todo un éxodo de refugiados internos. De la ciudad de Faluya, que en pasados días ha sido cercada por el ejército en preparación de una contraofensiva, han huido al menos 13.000 familias. Mientras Naciones Unidas advierte de una inminente crisis humanitaria, el presidente iraquí, Nuri al Maliki, ha prometido aplastar la revuelta, que él atribuye a Al Qaeda y a un grupo afiliado a esa organización terrorista, el Estado Islámico de Irak y Siria.

“Continuaremos con esta lucha porque creemos que Al Qaeda y sus aliados representan al mal”, dijo Al Maliki en términos categóricos en un discurso televisado este miércoles. “No queremos que Faluya sufra, y no usaremos la fuerza si las tribus anuncian su disposición a enfrentarse a Al Qaeda para expulsarla”.

La provincia de Al Anbar, de mayoría suní, fue un vivero de insurgencia en los primeros años de la invasión norteamericana. Ahora es un epicentro de descontento contra el gobierno de Al Maliki que, como más del 60% de Irak, pertenece a la rama chiíta del islam. El desmantelamiento de una acampada de protesta contra el gobierno en la capital provincial, Ramadi, prendió el 30 de diciembre la mecha de las protestas a las que se unieron grupos armados, algunos afiliados a las tribus suníes locales y otros integrantes del yihadista Estado Islámico.

De momento, desde le jueves pasado, han muerto en la revuelta más de 250 personas. Las fuerzas armadas han atacado Ramadi con artillería, misiles y batidas aéreas y preparan un inminente ataque a Faluya, que solo podría evitar la entrega o expulsión por parte de los líderes tribales suníes de los yihadistas de Al Qaeda. A pesar de que el gobierno iraquí ha caracterizado el conflicto como una lucha suya contra Al Qaeda, muchas de las razones para la revuelta son el descontento con Al Maliki de las tribus suníes, favorecidas durante los años de régimen de Sadam Hussein.

“Hay una situación humanitaria crítica en la provincia de Al Anbar que seguramente empeorará a medida que vayan avanzando las operaciones”, dijo este miércoles en un comunicado el enviado especial de la ONU a Irak, Nikolay Mladenov. “La situación en Faluya es especialmente preocupante ya que las reservas existentes de comida, agua y medicamentos que pueden salvar vidas se están agotando”, añadió. La Media Luna Roja iraquí ha podido atender a sólo 8.000 de las 13.000 familias desplazadas, la mayoría de las cuales pernocta en casas de familiares o en colegios.

En Faluya libraron las tropas de Estados Unidos dos de sus más complejas batallas, en el año 2004, después de que en una emboscada murieran cuatro contratistas norteamericanos cuyos cadáveres fueron colgados de un puente. Un tercio de las 4.486 bajas norteamericanas en la guerra de Irak se produjo en la provincia de Al Anbar. El presidente Barack Obama ordenó un repliegue completo, consumado en diciembre de 2011.

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El martes el gobierno norteamericano decidió acelerar la entrega a Irak de 100 misiles Hellfire y una remesa de drones [dispositivos aéreos no tripulados], 10 del modelo ScanEagle y 48 de tipo Raven. El jefe de la diplomacia norteamericana, John Kerry, ya avanzó el fin de semana pasado que la Casa Blanca apoyará al gobierno de Al Maliki, aunque no enviando de nuevo tropas a Irak. Este auge de la insurgencia suní y del Estado Islámico ha acabado alineando indirectamente a Washington e Irán, que es el principal aliado de Al Maliki en la región.

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