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Tribuna
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La legitimación de una dictadura

Los jefes de Estado y de Gobierno latinoamericanos que visitarán Cuba para participar en una cumbre regional desaprovecharán la oportunidad de reunirse con la oposición pacífica de la isla

Lo más vergonzoso de la programada visita de los presidentes latinoamericanos a Cuba para asistir a una cumbre regional el 28 de enero no es que viajen a un país gobernado por una de las últimas dictaduras familiares del mundo, sino que probablemente no aprovechen la oportunidad para visitar también la cumbre paralela que la oposición pacífica de la isla planea celebrar al mismo tiempo.

Salvo sorpresas de último momento, ninguno de los 32 jefes de Estado y representantes de Gobiernos que asistirán a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) entre el 28 y el 30 de enero en La Habana, se reunirá con líderes de la oposición o con grupos civiles independientes durante su visita a Cuba.

Ni siquiera el presidente mexicano Enrique Peña Nieto, que quiere ser visto como miembro de una nueva generación de líderes más modernos y menos autoritarios, tiene planes de reunirse con ningún miembro de la oposición pacífica cubana, a pesar de que los mandatarios cubanos se han reunido repetidamente con la oposición mexicana cada vez que han visitado a México.

Comparativamente, el expresidente Vicente Fox y su secretario de relaciones exteriores, Jorge Castañeda, se reunieron con líderes de la oposición durante una visita a Cuba en 2002, y la exsecretaria de Relaciones Exteriores mexicana Rosario Green lo hizo con disidentes cubanos durante una cumbre celebrada en La Habana en 1999.

En una entrevista publicada el 18 de enero en  EL PAÍS, el secretario de Relaciones Exteriores mexicano José Antonio Meade dijo que “queremos desarrollar con Cuba una relación muy cercana de pleno apoyo a su estrategia de actualización económica”.

Preguntado sobre si Peña Nieto dialogará con disidentes en Cuba, Meade dijo que el presidente mexicano “participará en Cuba con una agenda que tiene que ver con la cumbre de la CELAC. Él aceptó una visita oficial y en ese marco se va a desarrollar”. Traducción: no lo hará.

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El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, no respondió a una llamada en la que le iba a preguntar si pensaba reunirse con líderes opositores durante su visita a la cumbre en Cuba.

Guillermo Fariñas, uno de los líderes de la oposición cubana que planea asistir a la contracumbre de La Habana, me dijo en una entrevista telefónica desde Cuba que la policía política ya ha hecho una visita a varios disidentes —incluyendo la bloguera Yoani Sánchez— para advertirles que no celebren la cumbre paralela.

“El régimen de todos modos va a pagar un costo político”, me dijo Fariñas. “Si permiten la cumbre paralela, el costo político sería que los medios internacionales escucharán otras voces que no sean las oficiales, que les dirán lo que el Gobierno oculta: que no hay democracia en Cuba. Y si no la permiten, eso demostrará que, a pesar de los esfuerzos mediáticos, políticos y diplomáticos que ha hecho desde 2007 para mostrar que supuestamente hay cambios en Cuba, lo que hay aquí es una ola represiva”.

El hecho de que los presidentes visitantes probablemente no se reunirán con la oposición los convierte en “cómplices” de la dictadura, y cuantos más gestos de acercamiento hagan, más ayudarán a la dictadura cubana a fortalecerse, señaló.

“Yo les diría a los presidentes de América Latina que siempre recuerden que las dictaduras son contaminantes, que no se hagan cómplices de la dictadura de los hermanos Castro, y que se solidaricen con los gobernados y los demócratas, para que el Gobierno reciba el mensaje de que tiene que cambiar”, concluyó.

Mi opinión: Estoy de acuerdo. Ya es un chiste que los presidentes latinoamericanos hayan elegido al único gobernante de facto de la región —el general Raúl Castro, que es un dictador militar bajo la definición de cualquier diccionario— como presidente de la CELAC, cuando esa organización tiene entre sus principales objetivos “promover la democracia” en la región.

Pero asistir a una cumbre de la CELAC en Cuba sin reunirse con ningún representante de la oposición equivale a darle un espaldarazo propagandístico a un régimen totalitario, y a darle la espalda a la oposición pacífica de la isla. Muchos de nosotros, que nos opusimos a los Gobiernos militares latinoamericanos en la década de 1970, aún recordamos la manera en que estas visitas de dignatarios extranjeros contribuyen a legitimar a las dictaduras.

Por supuesto, algunos presidentes visitantes alegarán que no pueden reunirse con disidentes durante una visita oficial porque deben respetar “la autodeterminación de los pueblos”. ¡Tonterías! ¿De qué “autodeterminación” hablan, si el pueblo cubano no ha tenido la oportunidad de votar libremente para determinar su futuro desde hace 55 años?

Si los presidentes visitantes no se reúnen con ningún miembro de la oposición pacífica cubana, será un día muy triste en la historia de la democracia latinoamericana.

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