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La amnistía da una tregua para la mediación en Kiev

La oposición pide ayuda económica a Occidente en caso de que gobierne

Pilar Bonet
Manifestación proeuropea este domingo en Kiev.
Manifestación proeuropea este domingo en Kiev.Emilio Morenatti (AP)

La entrada en vigor de la amnistía condicionada aprobada por el Parlamento de Ucrania supone en teoría una tregua de 15 días durante la cual se vislumbran nuevas mediaciones internacionales, que la oposición pidió ayer en la calle, y la posibilidad de un compromiso entre el Gobierno y la oposición para formar un nuevo Consejo de Ministros.

Según la agencia Unián, la amnistía entraba en vigor el 2 de febrero. A tenor de ella, los participantes en los desórdenes que se han venido sucediendo desde el pasado noviembre tienen 15 días, a partir de hoy, para desalojar los edificios oficiales ocupados, incluido el Ayuntamiento de Kiev, controlado por los manifestantes radicales. Es el requisito para que se aplique el perdón. Desde que empezaron los disturbios a fines de noviembre se han incoado un total de 1.500 procesos contra activistas. Ni los líderes de la oposición ni los manifestantes de las protestas en la plaza de la Independencia y el centro de Kiev (designadas cada vez con más como Maidán) han aceptado abandonar los locales oficiales donde se han hecho fuertes, porque desconfían de las autoridades y creen que la retirada de los espacios ocupados debilitará sus posiciones.

Ante varios miles de personas reunidas en el centro de Kiev, Vitali Klichkó, uno de los líderes de la oposición, hizo ayer balance de su viaje a Múnich, donde participó la víspera en la Conferencia de Seguridad y se entrevistó con altos representantes norteamericanos y europeos. En ese foro, Rusia se enfrentó abiertamente con la UE y Estados Unidos a cuenta de Ucrania.

Klichkó dijo haber hablado con sus interlocutores, incluido el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, sobre la forma de “parar la violencia y el terror”, del que culpó al presidente Víctor Yanukóvich. La situación, según explicó, exige una mediación internacional para que no haya distintas interpretaciones de las obligaciones asumidas.

Ni la UE ni EE UU ni las grandes organizaciones internacionales como el Consejo de Europa o la OSCE han logrado hasta ahora convertirse en árbitros aceptados y eficaces de una mediación entre las autoridades ucranias, más bien reacias a involucrar a extranjeros en el conflicto, y la oposición, que mantiene intensos contactos con Occidente. Tanto en Washington como en Bruselas parecen creer que la presencia rotatoria de sus representantes sobre el terreno, en Kiev, ya sea comisarios, diputados o congresistas, conjura por lo menos males mayores, mientras los desplazados se desgañitan pidiendo el diálogo a unos y a otros.

Otro líder opositor, Arseni Yatseniuk, dijo el sábado en Múnich que había pedido un paquete de ayuda financiera para Ucrania en sus reuniones con sus interlocutores occidentales, incluido Kerry. Se trataría de inyectar al menos 15.000 millones de dólares (11.111 millones de euros) en la economía siempre que hubiera una reforma constitucional que diera más independencia al Gobierno respecto al presidente y que la oposición estuviera al frente del Ejecutivo.

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También en Múnich, tanto Catherine Ashton, jefa de la política exterior de la UE, como Victoria Nuland, subsecretaria de Estado norteamericana, se entrevistaron con Yevguenia, la hija de Yulia Timoshenko —encarcelada y condenada a siete años de prisión por haberse extralimitado en sus funciones al firmar gravosos contratos de importación con Rusia—. Tanto Ashton como Nuland vuelven a Kiev en los próximos días.

Mientras la oposición dedica enormes esfuerzos a dialogar con los representantes europeos, parece tener bastante descuidado el frente oriental, tanto en lo que se refiere a las regiones del este del país como a Rusia, tal vez porque, a los ojos de la oposición, Moscú es el principal apoyo del presidente Victor Yanukóvich, que vuelve al trabajo tras varios días en el hospital. El hecho de que el presidente fuera elegido en las urnas en unos comicios legitimados por los observadores de la OSCE en enero de 2010 hoy parece importar poco a quienes piden el cese del presidente de Ucrania por considerar que ha perdido aquella legitimidad.

La protesta está lejos de acabar. El opositor Klichkó ha propuesto celebrar hoy una acción solidaria titulada “No temas, eres ucranio”. Consistiría en interrumpir el trabajo o salir a la calle durante media hora a mediodía. A los automovilistas les bastaría con tocar el claxon. También exhortó a los ciudadanos a formar patrullas de autodefensa. El exministro del Interior Yuri Lutsenko, del equipo de gobierno de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, aseguró que el Maidán dispone de 10.000 personas para organizar sus destacamentos de autodefensa.

Lutsenko es partidario de trabajar con los diputados del Partido de las Regiones para que abandonen la formación del presidente Yanukóvich y participen en la creación de una nueva mayoría parlamentaria en la Rada, que reanuda sus sesiones mañana. El exministro, en libertad condicional, asegura que han intentado detenerlo en dos ocasiones desde que comenzaron las protestas y que le han aconsejado no dormir en casa. Según él, los agentes del Ministerio del Interior reciben 3.000 dólares por cada revolucionario que atrapan.

Las fuerzas de orden público proceden contra los activistas con presteza. Los agentes incluso acudieron al hospital donde permanece Serguéi Bulátov, el agredido líder del movimiento Automaidán, para detenerlo. Los diputados opositores quieren que abandone Ucrania para recuperarse en otro país europeo.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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