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Columna
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La Habana: Ciudad de ferias y congresos

Cuba vuelve a un papel de primer plano en la política latinoamericana tras un largo aislamento

A medio siglo de la revolución; tras un largo aislamiento diplomático en la propia América Latina que solo rompía México; el embargo norteamericano; y la defección soviética, Cuba ha vuelto al primer plano de la política regional. La Habana, ciudad de Ferias y Congresos.

El regreso comenzó en 2009 cuando sus pares latinoamericanos anulaban la expulsión de Cuba de la OEA, aunque La Habana desdeñara con altivez el regreso a la organización. Y del último acto ha sido escenario la CELAC, creada en 2011 por voluntad intransferible del desaparecido presidente venezolano, Hugo Chávez, que agrupa a toda América Latina y el Caribe. El organismo, que ha presidido Cuba durante el último año, carece prácticamente de institucionalidad o atribuciones conocidas; y, precisamente porque es una creación básicamente política, la puesta de largo ha podido ser tan llamativa. ¿Pero cómo y por qué ha vuelto Cuba?

El campo de juego lo creó el presidente Obama con su repliegue de Asia central; la aparente ambición de recolonizar el Pacífico sur; y la consiguiente distracción de los asuntos latinoamericanos, con lo que los mandatarios regionales sabían que podían cortejar a Cuba sin conflicto. La coartada la prestó el propio presidente cubano Raúl Castro, con su plan de reformas económico-administrativas que devuelven algo de libertad al ciudadano, como salir y volver a la isla, y la apertura a la inversión internacional que representan sobre todo la Alianza del Pacífico, en la que está integrado México, y Brasil. Algo se movía en Cuba que podía justificar el movimiento de sus vecinos pos-ibéricos. Pero la razón de fondo era que esta ya es otra Cuba.

Las reformas del segundo Castro completan un ciclo de abandono de la economía comunista, muchos años después de que hubieran muerto las pretensiones de revulsión política mundial y latinoamericana. Como el régimen chino, el castrismo quiere hoy perpetuarse por un éxito económico que aún está por ver y un nacionalismo continental que ya se ha visto. El vacío dejado por un comunismo que solo es retórica excepto en lo dictatorial, lo ocupa el latinoamericanismo de viejo cuño. Como señala el historiador cubano exiliado, Rafael Rojas, La Habana recupera la tradición republicana “de José Martí, la revolución mexicana, el peronismo y el varguismo”, con respecto a todo lo que el castrismo, con su alineamiento en el bloque soviético, fue “más ruptura que continuidad”. Ese regreso a una historia intelectual común, de la que es excelente muestra la celebración de las conversaciones de paz colombianas en La capital cubana, tiene como consecuencia la ‘re-latinoamericanización’ de la Gran Antilla, al igual que también la de los dos principales inversionistas y patronos políticos de ese regreso, México y Brasil.

¿Dónde queda la posición común de la UE, de presión y hostigamiento a Cuba, que promovió José María Aznar? En vías de derribo y negociación de un nuevo acuerdo con la isla. Por falta de clientela.

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