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La Secretaría General de la ONU denuncia torturas a niños en Siria

Un informe detalla “graves violaciones” cometidas “por todos los bandos”

Unos niños caminan por las calles de Damasco el pasado lunes.
Unos niños caminan por las calles de Damasco el pasado lunes.B. KHABIEH (REUTERS)

Los niños han dejado de ser niños en Siria. Se han convertido en escudos humanos, traficantes, combatientes; moneda de cambio, víctimas de torturas, violaciones o detenciones sumarias. El primer informe íntegro del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, sobre violaciones contra menores perpetradas en casi tres años de guerra en Siria es un detallado listado de atrocidades "cometidas por todos los bandos". Al menos 10.000 menores han muerto hasta noviembre de 2013, muchos de ellos víctimas de bombardeos o ataques “indiscriminados y desproporcionados".

Otros tres millones de niños viven desplazados dentro del país sin acceso a educación o sanidad y casi un millón se refugia en países vecinos donde su suerte no es mucho mejor. La peor crisis de refugiados desde Ruanda, según ha apuntado la ONU, ha colapsado países limítrofes como Turquía, Jordania o Líbano, donde, según el documento publicado esta semana, se han dado casos de reclutamiento o intento de reclutamiento de niños. “La falta de educación y de oportunidades de empleo y la presión eran los principales factores”, puntualiza.

El informe detalla secuestros, abusos e incluso asesinatos y ejecuciones a sangre fría cometidos entre el 1 de marzo de 2011 y el 15 de noviembre de 2013. Muchos de los casos recogidos se han documentado a partir de los testimonios de víctimas o testigos refugiados fuera del territorio sirio debido a las “graves limitaciones” para “informar de manera independiente” sobre el terreno. También destaca “graves problemas a la hora de identificar a los autores”, entre los que se encuentran tanto el Ejército leal al régimen y su aparato de inteligencia, como toda la amalgama de grupos rebeldes, desde el Ejército Libre Sirio (ELS), hasta frentes islamistas y yihadistas, como Jabhat Al Nusra (vinculado a Al Qaeda) o el Estado Islámico de Irak y Siria (ISI-S, por sus siglas en inglés), así como los combatientes kurdos.

La instrumentalización de los menores en el conflicto ha alcanzado un punto crítico. El informe acusa al régimen de repetir en los pequeños los mismos métodos que a los opositores detenidos , a quienes ha encerrado en las mismas celdas. “Niños de tan solo 11 años”, apunta el informe, “habrían sufrido malos tratos y actos equivalentes a tortura para obtener confesiones, humillarlos o presionar a un pariente para que se entregara”, después de haber sido arrestados por fuerzas gubernamentales en escuelas, hospitales, puestos de control o en sus propias casas, so pretexto de presunta vinculación con grupos rebeldes armados. El catálogo de vejaciones recogidas incluye palizas con cables de metal y látigos, aplicación de descargas eléctricas en los genitales, arrancar las uñas de las manos y los pies o simulacros de ejecución. “Los niños también fueron suspendidos de muros o techos por las muñecas u otras extremidades, obligados a meter la cabeza, el cuello y las piernas por un neumático mientras eran golpeados”, detalla, “se les cortaban los dedos o se les golpeaba con un martillo en la espalda, a veces, hasta causarles la muerte”.

Muchas de estas detenciones, calificadas de “sumarias”, no han sido más que meros secuestros de los que ni siquiera se llegó a informar nunca a las familias. “En muchos casos, el paradero de esos niños sigue siendo desconocido”, apunta el informe, que responsabiliza en especial a grupos afines al régimen como la shabiha, si bien reconoce actos similares llevados a cabo por grupos opositores, como el caso de 50 niños desaparecidos entre los más de 200 rehenes durante la ofensiva de Barouda en Latakia el pasado agosto.

La proliferación de niños-soldado es otra de las preocupaciones en las que incide el documento, especialmente en las áreas bajo control rebelde. Desde 2012 se denuncia el reclutamiento de menores de entre 12 y 17 años por parte de grupos opositores armados, bien para enviarlos como combatientes a la línea de fuego, bien para realizar tareas de apoyo en el frente o en la retaguardia, como contrabandistas, vigías, espías o enterradores.

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