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La justicia de Nápoles declara en rebeldía a Berlusconi

El líder de Forza Italia trata de torpedear un juicio por la compra de un senador

El abogado de Silvio Berlusconi, Niccolo Ghedini (C), este martes en el tribunal de Nápoles.
El abogado de Silvio Berlusconi, Niccolo Ghedini (C), este martes en el tribunal de Nápoles.C. H. (AFP)

De las muchas habilidades que adornan a Silvio Berlusconi, una de las que más ha puesto en práctica en las dos últimas décadas ha sido la de tomarle el pelo a la justicia. Hay que reconocer que con notable éxito, si no fuese porque en los últimos meses —ya sin la máquina de gobernar a su servicio— los jueces lo han conseguido cazar por delitos tan diversos y tan graves como el fraude fiscal y la inducción a la prostitución de menores, ambos cometidos, para mayor escarnio, al tiempo que presidía el consejo de ministros italiano. Desde hoy, Il Cavaliere se enfrenta a otro juicio, esta vez en Nápoles, por sobornar en 2008 al senador Sergio De Gregorio para precipitar la caída del Gobierno de Romano Prodi.

Sabedor de sus escasas posibilidades para salir indemne del nuevo encuentro con la justicia, no en vano fue el propio senador quien admitió haber cobrado tres millones de euros a cambio de su voto, Berlusconi ha decidido poner en práctica una de sus viejas tácticas, la de jugar al gato y al ratón con los magistrados para ver si, entre dimes y diretes legales, prescribe el delito. Una táctica, la de tocarle la toga a los jueces, que se vuelve peligrosa por cuanto Berlusconi ya fue expulsado del Senado y no goza por tanto de ningún blindaje institucional. La estratagema dilatoria que sus abogados han intentado poner en práctica en esta ocasión ha sido la de asegurar que el líder de Forza Italia no recibió la citación en tiempo y forma, pese a que hay constancia de que la firmó Marinella Brambilla, una de sus más antiguas colaboradoras, en la recepción de su famosísima mansión de Arcore. Así que, para que se vaya dejando de cuentos, el tribunal ha decidido declarar en rebeldía a Silvio Berlusconi.

El rebelde Berlusconi tendrá, por tanto, que presentarse en Nápoles en cuanto los jueces reclamen su testimonio para confrontarlo con el del senador De Gregorio, quien asegura que, entre los años 2007 y 2008, recibió del entonces líder del Pueblo de la Libertad (PDL) tres millones de euros para que abandonase su formación política, Italia de los Valores (IDV), y contribuyese con su voto a la caída del segundo gobierno de centroizquierda presidido por Romano Prodi. Lo que, dicho sea de paso, sucedió el 24 de enero de 2008. Además de los testimonios de De Gregorio, quien tras su confesión pactó con los jueces una condena de ocho meses, y de Berlusconi, que siempre garantiza el espectáculo, en el juicio también serán llamados a comparecer el profesor Romano Prodi y el exsenador Antonio di Pietro, uno de los más antiguos adversarios de Berlusconi y de sus maneras tramposas de interpretar la política. Di Pietro no solo fue uno de los jueces que llevó adelante a principio de los noventa la operación Manos Limpias contra la corrupción generalizada —el proceso Tangentopoli—, sino que más tarde fundó el partido Italia de los Valores, al que el senador De Gregorio decidió traicionar por un buen puñado de euros. Ahora Di Pietro volverá a ponerse la toga para defender la acusación que, como parte civil, ejercerá su partido —hoy prácticamente extinto— contra Berlusconi. También el Senado de la República será parte civil en el proceso por decisión de su presidente, el exfiscal nacional antimafia Pietro Grasso. Una decisión histórica por poco frecuente –lo habitual era que la casta política italiana se protegiese a sí misma por encima de ideologías— que ha sido fuertemente contestada por Berlusconi. Porque, como todo el mundo sabe, esta es otra de las máximas habilidades de Il Cavaliere: presentarse como víctima de las tempestades sembradas por él.

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