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El frente norteamericano de las autodefensas de Michoacán

Los inmigrantes de origen michoacano que residen en Estados Unidos han enviado 250.000 dólares en los últimos tres meses a las guardias comunitarias que operan en el suroeste de México

Unas niñas saludas a autodefensas en Apatzingán.
Unas niñas saludas a autodefensas en Apatzingán.EDGARD GARRIDO (REUTERS)

El conflicto en Michoacán, que hasta antes de la intervención del Gobierno mexicano el 15 de enero pasado había sumido al estado en una escalada de violencia por los enfrentamientos entre sicarios y civiles armados, tiene varios frentes. Uno de ellos, a miles de kilómetros del estado del suroeste mexicano. Desde hace un año, a raíz de la aparición de los grupos de autodefensa, los michoacanos en Estados Unidos han enviado a las comunidades que dominan las autodefensas hasta 250.000 dólares. “Qué quisiera yo estar apoyando allá, donde nuestros paisanos están defendiendo a sus familias”, explica en un correo electrónico Ignacio García, un residente en EE UU. “Ya no se puede tolerar más a estos delincuentes”.

Hace apenas dos semanas que una comunidad de michoacanos en Los Ángeles convocó un evento con “música y comida” regional para “recolectar fondos” para las autodefensas. La entrada costaba unos 15 dólares por persona, y los organizadores afirman que asistieron unas 600 personas. Las ganancias sumaron unos 800 dólares. Reuniones similares se organizan unas tres por semana desde hace casi un año, cuando las autodefensas se levantaron en armas contra el cartel de Los Caballeros Templarios, que domina la región.

Pero la ayuda se ha incrementado en los últimos meses a la par que la escalada de violencia. Una investigación de la cadena Fusion reveló en enero que los michoacanos en Estados Unidos han enviado a Michoacán al menos 250.000 dólares en los últimos tres meses. Los organizadores de las colectas insisten en que el dinero se utiliza para“ayudar a las comunidades”. Cuentan que se destina, en su mayoría, a viudas de los que han muerto a manos del narcotráfico y comida y alimentos para las autodefensas y sus comunidades. También se han organizado eventos para pagar los gastos de José Manuel Mireles, uno de los fundadores del movimiento, que sufrió un accidente de avioneta el 4 de enero pasado.

El dinero se envía como remesas o depósitos a tarjetas de crédito mexicanas, que utilizan miembros de las autodefensas. Los organizadores de las colectas afirman que los donativos no son para comprar armamento, pero reconocen que no pueden comprobarlo. “No podemos controlar lo que hacen con el dinero”, comenta José Díaz, uno de los portavoces de las organizaciones que reúnen dinero para los grupos. “Hacemos las cosas con la mejor intención”.

Los organizadores de las colectas afirman que parte del dinero se destina a las víctimas

Michoacán es, junto con Zacatecas, Jalisco y Guanajuato, una de las regiones del país con más ciudadanos viviendo en Estados Unidos. De los 29 millones de mexicanos que viven en EE UU, al menos 3,5 millones son michoacanos. Uno de los líderes del movimiento, El Americano, nació en El Paso (Texas). José Manuel Mireles residió en Sacramento durante varios años. Muchos de los que se han unido a sus filas son michoacanos que han vuelto deportados de EE UU y que, antes de intentar buscar trabajo en el exangüe mercado michoacano, han decidido unirse a las milicias.

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La ayuda que llega a Michoacán desde el norte, no obstante, no es nueva ni poco frecuente. Los inmigrantes michoacanos en EE UU han cooperado por años para financiar proyectos en su tierra por los canales oficiales. Sandoval enumera algunos de los más recientes, como la donación de 4.000 dólares para la fundación de una radio local en Tierra Caliente (con un donativo de 4.000 dólares) y la construcción de canchas deportivas y centros culturales en la región, que necesitaba una inversión de 100.000 dólares. Los clubes de Illinois (el estado que concentra la mayor cantidad de michoacanos en EE UU) han realizado donativos similares.

También relatan que familiares de miembros de Los Caballeros Templarios viven allá y que les han amenazado con hacer daño a sus familiares que permanecen en Michoacán. “No está bien saltarse la ley, pero es mejor eso a no hacer nada” comenta resignado Luis Magaña, originario de Tancítaro y residente en Guadalupe (California). No niega su simpatía con el movimiento. Cuenta que su pueblo, Tancítaro -ocupado por autodefensas desde hace varios meses- es uno de “los más libres de Michoacán” porque “ya no hay extorsiones”.

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