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Al menos cinco muertos en un doble atentado en Beirut

Dos explosiones sacuden un barrio controlado por el partido-milicia chií Hezbolá Un grupo yihadista libanés vinculado a Al Qaeda reivindica la autoría

Dos coches-bombas explotaron este miércoles en Beirut.Foto: reuters_live

Un doble atentado con coches-bomba ha vuelto a dejar en los alrededores de Dahiyeh, los suburbios sur de Beirut controlados por el partido-milicia chií Hezbolá, una orquesta de balcones reventados, escaparates al aire libre y coches convertidos en irreconocibles amasijos. Miembros de la Cruz Roja han levantado al menos tres cuerpos, mientras la prensa local eleva la cifra de fallecidos hasta siete. "Ha sido terrible, había demasiados heridos", confirman efectivos de emergencia desplegados en el lugar del atentado, "muchos de ellos en estado grave". Hasta 128 personas han llegado a varios hospitales de la zona.

El atentado ha sido reivindicado por las Brigadas de Abdulá Azzam, grupo libanés vinculado a Al Qaeda, responsable del doble atentado contra la Embajada de Irán en Beirut registrado el pasado mes de noviembre en la misma zona. "Seguiremos apuntando a Irán y a su partido en Líbano (Hezbolá) hasta que (...) retiren sus fuerzas de Siria", ha difundido el frente a través de su perfil de Twitter.

Las dos explosiones se han producido en las inmediaciones de la Oficina Cultural iraní y el Ministerio de Agricultura, en el barrio de Bir Hassan, y cerca de la legación persa. Según miembros de la inteligencia policial involucrados en la investigación, dos suicidas al volante de un BMW y un Mercedes han hecho estallar una carga explosiva de entre 70 y 100 kilos.

La primera detonación se ha producido en torno a las 9.30 (8.30, hora peninsular española) tras recibir un conductor el alto en el puesto de control militar instalado a las puertas del centro cultural iraní. Segundos después, un segundo coche estallaba en la misma calle, a escasos 50 metros. Fuentes de la investigación consideran que ambos atentados se produjeron antes de tiempo tras ser detectados por las fuerzas de seguridad.

Youssef Tawil, un profesor universitario entrado en la sesentena, reconoce con incredulidad que se ha salvado por unos pocos metros. Su coche, con el parabrisas convertido en un mosaico combado, se quedó parado a unos cinco metros del cráter que marca el punto cero a la entrada del checkpoint. "Paso por aquí casi cada día", comenta con pocas palabras, "tras la explosión, solo quería huir, pero no sabía dónde estaba, me ha espabilado mi mujer diciendo 'aún estás vivo".

El Ejército Libanés ha cerrado la zona con alambre de espino entre las tanquetas desplegadas en el lugar de la explosión, una rotonda abierta rodeada por edificios comerciales, en su mayoría. La explosión ha sido de tal magnitud que ha dejado regueros de sangre en las terrazas superiores de los bloques adyacentes. “No es una zona muy transitada”, explican miembros del dispositivo de emergencias, “no hay muchos edificios juntos, si no, habría sido peor”. La Embajada kuwaití, junto a la que se observaba una intensa columna de humo en las primeras imágenes difundidas, también se encuentra en los alrededores.

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Es la primera prueba de fuego para el recién estrenado Gobierno libanés, conformado el pasado fin de semana tras diez meses de vacío institucional. “Hemos captado el mensaje”, ha declarado el primer ministro, Tamam Salam, “y responderemos con unidad”. “El terrorismo reta a Líbano con una nueva explosión en una segura área civil, en un mensaje que refleja la insistencia de los malvados de infringir daño a Líbano y a su gente”.

El doble atentado, que reproduce el mismo patrón del registrado la Embajada iraní que dejó más de una veintena de muertos, consolida la estrategia de acoso y derribo por parte de grupos suníes radicales contra Hezbolá como castigo por su intervención en Siria en apoyo al régimen de Bachar el Asad. Es el tercer ataque contra el partido-milicia chií en su feudo de la capital en lo que va de año. Otras dos explosiones dejaron en enero casi una decena de muertos en Hermel, bastión de la guerrilla en el valle oriental de la Bekaa, junto a la frontera.

En una intervención televisada el pasado domingo, el líder de Hezbolá, Hassan Nasralá, insistió en que no retirará a sus combatientes de territorio sirio. La ola de atentados en suelo libanés ha venido a reforzar la postura mantenida por Hezbolá desde que se hiciese oficial su presencia en el país vecino. “Si los takfirín toman el control de la frontera”, reiteraba en su discurso, “continuarán los coches bomba y los atentados suicidas”.

Milicianos de Hezbolá participan junto al Ejército leal a Assad en la ofensiva de Qalamoun, macizo montañoso que se extiende a lo largo de la frontera este y a los pies de Arsal, única localidad libanesa de mayoría suní en la Bekaa, controlada por la milicia chií. En la única carretera que atraviesa las montañas, las fuerzas de seguridad han detenido en las últimas semanas varios vehículos provenientes de Siria y cargados de explosivos o sospechosos de poder ser utilizados en atentados. La vía es habitualmente utilizada por rebeldes sirios para aprovisionarse y descansar en Líbano. La reapertura del frente de Qalamoun, donde se libra la batalla por Yabroud desde hace una semana, ha provocado la llegada de más de 10.000 personas desde el pasado día 9. El número de exiliados sirios en Arsal ha superado ya a la población local, con más de 38.000 personas acogidas frente a sus 35.000 habitantes, según Acnur.

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